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Una gran autopista para que la energía verde transite por Europa

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No hay meta ambiciosa que no plantee desafíos. La descarbonización de la economía y la instalación masiva de tecnología renovable lo son: las dos caras de una misma moneda y el gran reto de la llamada transición energética.

Pero no se trata simplemente de electrificar la sociedad, también hay que reforzar el mercado interior de la energía. Sólo así ganaremos la contienda contra el cambio climático y garantizaremos la seguridad del suministro. Ser verdes sin red es un mal negocio.

Europa lo tiene claro y desde hace años apuesta por un liderazgo responsable en todas sus acciones contra el calentamiento global. Avanzar en los objetivos y hacerlos vinculantes –como la cuota del 32% de renovables sobre el consumo de energía final en el año 2030­– es una exigencia ineludible, pero también lo es marcar una hoja de ruta que garantice el respaldo mutuo entre sistemas eléctricos cuando las tecnologías dejan de ser completamente gestionables, no se dispone de almacenamiento energético y los vertidos se convierten en un riesgo. Aquí entran en juego las interconexiones.

Las interconexiones entre islas y las interconexiones entre países. Sin duda, hay que sumar inteligencia a las redes inteligentes, es decir, dotar de tecnología a las redes que transportan la electricidad para que hagan más con menos, pero también hay que aumentar los enlaces nacionales e internacionales para que la energía fluya a través de los continentes como si lo hiciera por una inmensa autopista llena de bifurcaciones; de tal suerte que los Estados, y sus ciudadanos, saquen algunos réditos cuantificables: mayor seguridad de suministro, menor necesidad de potencia instalada, unos precios de la electricidad más moderados y menos vertidos de energía renovable.

Son éstas las razones por las que la Comisión Juncker, desde sus inicios, ha impulsado las interconexiones como una de sus prioridades en materia energética. De hecho, si bien en sus inicios fijó un objetivo de interconexión del 10%, posteriormente decidió incrementar este ratio hasta el 15% para 2030.

Si para Europa las interconexiones son una exigencia, para España son una urgencia. El apremio nace de su condición de isla energética, un destino que comparte con Portugal. Sin embargo, a pesar de esta dependencia, nuestro ratio de interconexión con el sistema centroeuropeo –mediante enlaces con Francia– sigue siendo muy inferior al del resto de países de la UE. “Nuestra capacidad de intercambio comercial con Francia no llega a los 3.000 MW –un ratio del 3 %–, lo que nos mantiene muy alejados del objetivo del 10% fijado por la Unión Europea para 2020 y más lejos aún de la meta del 15% para 2030, éste último en línea con los ratios de interconexión de los países nórdicos”, recuerda el director general de Operación de Red Eléctrica de España, Miguel Duvison.

Hito histórico

En 2018 se produjo un hito histórico en este camino. En el mes de julio, Emmanuel Macron, Pedro Sánchez, António Costa y Miguel Arias Cañete firmaron la Declaración de Lisboa en la que definieron los próximos pasos necesarios para completar las interconexiones energéticas entre España, Francia y Portugal. En esta Cumbre se puso en valor el proyecto estrella de la conexión entre España y Francia mediante cable submarino por Golfo de Vizcaya.

Con una inversión de 1.750 millones de euros, este proyecto está orquestado por Red Eléctrica de España y RTE, su homólogo francés, y marcará un antes y un después en la construcción del mercado único de la energía en Europa. “Sus 370 km de cable permitirán aumentar el ratio de interconexión hasta un 5% y supondrán un ahorro anual de 395 millones en costes de generación eléctrica. Tal es la importancia estratégica de este proyecto para la UE, que en 2013 lo declaró Proyecto de Interés Común (PIC), otorgándole en 2018 una subvención de 578 millones de euros, la mayor concedida hasta la fecha a una infraestructura energética”, señala Eva Pagán, directora general de Transporte de Red Eléctrica de España.

El borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, enviado recientemente por el Gobierno de España a Bruselas para su aprobación por la Comisión Europea, insiste de nuevo en la importancia de estos enlaces. Este documento recuerda que en 2020 España será el único Estado miembro de la Unión por debajo del objetivo del 10%, incluso teniendo en cuenta las interconexiones previstas. Por eso, el Gobierno ha marcado el incremento de la interconectividad como una de sus prioridades en el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima.

También Red Eléctrica de España apuesta por ellas. La empresa es consciente del importante papel que juega y jugará en la transición energética como gestor de la red de transporte y operador único del sistema eléctrico español, y por eso su nuevo Plan Estratégico 2018-2022 contempla una inversión de más de 2.800 millones de euros para el desarrollo y fortalecimiento de la red, interconexiones incluidas. En su hoja de ruta para los próximos años no sólo figura el famoso proyecto del Golfo de Vizcaya, sino otras interconexiones con Portugal y Marruecos.  En el caso de Portugal, Red Eléctrica ya está trabajando en la conexión entre Vila Fría do Conde-Recarei (Portugal) y Frontefría-Beariz (España) que, una vez concluida, permitirá aumentar la capacidad de interconexión hasta cerca de los 4.000 MW.

Por otro lado, también está avanzando en la instalación del tercer cable con Marruecos, después de que los Gobiernos de España y Marruecos firmasen el pasado mes de febrero un memorando de colaboración. Cuando finalicen las obras de construcción, los tres cables de la interconexión tendrán una capacidad comercial de hasta 1.500 MW y facilitarán la inyección de más energía renovable al sistema europeo, mayoritariamente fotovoltaica, ya que el país vecino tiene un ambicioso plan de desarrollo de energía solar. Además, y entre sus beneficios, esta conexión redundará en la reducción del precio marginal de la electricidad en el mercado español.

Enlaces con Francia

Estos enlaces se unirán al que actualmente gestionan conjuntamente Red Eléctrica y RTE, que conecta Santa Llogaia (Gerona) y Baixas (Francia) y que entró en servicio en 2015. Esta interconexión fue una obra pionera y ha conseguido duplicar la capacidad de intercambio de los sistemas eléctricos francés y español. En concreto, su construcción ha permitido reducir el diferencial de precios en el mercado mayorista entre Francia y España hasta un 45% y ha producido un beneficio para el sistema español en el entorno de los 130 millones de euros/año en concepto de reducción del precio marginal del mercado y de rentas de congestión.

No son cifras nada desdeñables, pero aún muy modestas para las altas miras europeas. A la vista de las obras en curso, el futuro es halagüeño pero sólo si España sigue firme y proactiva en su compromiso. No queda otra.

[su_note note_color="#c8e5fd"]Interconexión submarina España-Francia: un paso adelante ineludible

La futura interconexión a través del golfo de Vizcaya conectará Gatika (España) y Cubnezais (Francia) y presume de cifras récord: 370 kilómetros; 4 cables –dos por cada lado-; una potencia de 2.000 MW; y una reducción de 2,3 millones de toneladas anuales de emisiones de CO~2~.

Los datos de inversión no son menos: supondrá una inversión de 1.750 millones de euros, de los que la Unión ha aportado un tercio en concepto de subvención, la mayor destinada en Europa a un proyecto de infraestructura energética. La interconexión permitirá aumentar la capacidad de intercambio desde 2.800 hasta 5.000 MW.

El consorcio Inelfe, creado por REE y RTE a partes iguales en 2008, es el ente responsable de la construcción y puesta en funcionamiento de las interconexiones entre el país galo y España y será la responsable de este nuevo enlace. Las obras comenzarán en 2021 y finalizará con la puesta en servicio, prevista para 2025.

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