La Agencia Internacional de la Energía (AIE) cree que será necesaria una inversión de 160.000 millones de euros anuales en 2030 en bombas de calor, una tecnología más limpia que los combustibles fósiles y cuya utilización permitirá reducir la demanda de gas en 7.000 millones de metros cúbicos ya en 2025.
"Todo está preparado para que el mercado de las bombas de calor despegue, de la manera que lo hemos visto en otras tecnologías en favor del clima, como los paneles solares y los vehículos eléctricos", señala Fatih Birol, en el informe "El futuro de las bombas de calor" publicado este miércoles por la AIE.
Teniendo en cuenta el nivel de precios de hoy en día, un hogar que cambie la calefacción tradicional por la bomba de calor puede ahorrarse 300 dólares al año en Estados Unidos y hasta 900 en Europa, indica el organismo internacional.
La posición de la AIE
La bomba de calor funciona con un mecanismo de transporte de energía que logra calentar o refrigerar un espacio captando el calor o el frío procedente del aire (aerotérmicas), el agua (hidrotérmicas) y el suelo (geotérmicas).
Aunque use energía eléctrica para su funcionamiento, las bombas de calor se consideran renovables cuando la energía final que producen supera de forma significativa a la energía consumida.
Según el informe, los gobiernos deben brindar más medidas de ayuda para que se generalicen. Actualmente, estos aparatos son de entre dos a cuatro veces más caros que una caldera de gas.
Por ello, el organismo avisa de que será necesaria una inversión de 160.000 millones de euros anuales en 2030 en bombas de calor para que los gobiernos cumplan con sus compromisos medioambientales. La AIE matiza que esa inversión se compensará por los ahorros en combustible derivados de las bombas de calor.
"Si bien es cierto que ya se han puesto en marcha políticas públicas (en favor de las bombas de calor), estas deben de reforzarse urgentemente para permitir el desarrollo pleno de esta tecnología", incidió Birol.
La AIE prevé que las ventas anuales de esta tecnología en la UE se disparen, de los 2 millones de unidades de 2021, hasta los 7 millones en 2030.
Según los cálculos de la AIE, el uso de las bombas de calor podría además reducir la demanda de gas en Europa en 7.000 millones de metros cúbicos en 2025, lo que corresponde al gas natural que transportó el gasoducto Trans Adriatic Pipeline (TAP) en 2021.
Asimismo, la industria puede beneficiarse de las bombas de calor. Un total de 15 gigavatios procedentes de esta tecnología podrían instalarse en Europa en unas 3.000 zonas industriales del sector del papel, la alimentación y los químicos, muy afectados por el alza del precio del gas.
La calefacción y refrigeración de las bombas de calor
No solo es el precio lo que compensa, añade la AIE. Las bombas de calor pueden reducir las emisiones globales de CO2 en 500 millones de toneladas, lo que equivale a las emisiones de CO2 de todos los vehículos que hoy circulan en Europa.
Sin embargo, uno de los principales desafíos de esta tecnología es la falta de mano obra a nivel global.
De acuerdo con la AIE, el sector necesitará triplicarla, hasta los 1,3 millones de trabajadores en 2030, en un contexto en el que hay una acentuada escasez de profesionales especializados, sobre todo para la instalación.
) cree que será necesaria una inversión de 160.000 millones de euros anuales en 2030 en bombas de calor, una tecnología más limpia que los combustibles fósiles y cuya utilización permitirá reducir la demanda de gas en 7.000 millones de metros cúbicos ya en 2025.
"Todo está preparado para que el mercado de las bombas de calor despegue, de la manera que lo hemos visto en otras tecnologías en favor del clima, como los paneles solares y los vehículos eléctricos", señala Fatih Birol, en el informe "El futuro de las bombas de calor" publicado este miércoles por la AIE.
Teniendo en cuenta el nivel de precios de hoy en día, un hogar que cambie la calefacción tradicional por la bomba de calor puede ahorrarse 300 dólares al año en Estados Unidos y hasta 900 en Europa, indica el organismo internacional.
La bomba de calor funciona con un mecanismo de transporte de energía que logra calentar o refrigerar un espacio captando el calor o el frío procedente del aire (aerotérmicas), el agua (hidrotérmicas) y el suelo (geotérmicas).
Aunque use energía eléctrica para su funcionamiento, las bombas de calor se consideran renovables cuando la energía final que producen supera de forma significativa a la energía consumida.
Según el informe, los gobiernos deben brindar más medidas de ayuda para que se generalicen. Actualmente, estos aparatos son de entre dos a cuatro veces más caros que una caldera de gas.
Por ello, el organismo avisa de que será necesaria una inversión de 160.000 millones de euros anuales en 2030 en bombas de calor para que los gobiernos cumplan con sus compromisos medioambientales. La AIE matiza que esa inversión se compensará por los ahorros en combustible derivados de las bombas de calor.
"Si bien es cierto que ya se han puesto en marcha políticas públicas (en favor de las bombas de calor), estas deben de reforzarse urgentemente para permitir el desarrollo pleno de esta tecnología", incidió Birol.
La AIE prevé que las ventas anuales de esta tecnología en la UE se disparen, de los 2 millones de unidades de 2021, hasta los 7 millones en 2030.
Según los cálculos de la AIE, el uso de las bombas de calor podría además reducir la demanda de gas en Europa en 7.000 millones de metros cúbicos en 2025, lo que corresponde al gas natural que transportó el gasoducto Trans Adriatic Pipeline (TAP) en 2021.
Asimismo, la industria puede beneficiarse de las bombas de calor. Un total de 15 gigavatios procedentes de esta tecnología podrían instalarse en Europa en unas 3.000 zonas industriales del sector del papel, la alimentación y los químicos, muy afectados por el alza del precio del gas.
No solo es el precio lo que compensa, añade la AIE. Las bombas de calor pueden reducir las emisiones globales de CO2 en 500 millones de toneladas, lo que equivale a las emisiones de CO2 de todos los vehículos que hoy circulan en Europa.
Sin embargo, uno de los principales desafíos de esta tecnología es la falta de mano obra a nivel global.
De acuerdo con la AIE, el sector necesitará triplicarla, hasta los 1,3 millones de trabajadores en 2030, en un contexto en el que hay una acentuada escasez de profesionales especializados, sobre todo para la instalación.
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