El Gobierno español ha puesto sobre la mesa su Propuesta de Plan de Desarrollo de la Red de Transporte de Energía Eléctrica para el período 2025-2030, un documento estratégico y vinculante que traza la hoja de ruta para la modernización y expansión de la infraestructura eléctrica nacional. Esta planificación es crucial, no solo para garantizar la seguridad y calidad del suministro, sino para materializar los ambiciosos objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) con vistas al horizonte 2030, que sitúan a España a la vanguardia de la transición energética en Europa.
La descarbonización de la economía exige un sistema eléctrico robusto y flexible, capaz de integrar una inmensa cuota de generación renovable y facilitar la electrificación creciente de la demanda, aspectos que vertebran las actuaciones propuestas.
En este contexto de transformación, uno de los pilares funcionales y objetivos prioritarios del nuevo Plan de la Red de Transporte (RdT) es el aumento significativo de la capacidad de las interconexiones eléctricas, tanto con los países vecinos como entre los sistemas insulares y peninsular. El PNIEC establece que la cobertura de consumo eléctrico debe alcanzar el 81% con fuentes renovables para 2030, una meta que requiere minimizar los vertidos de energía limpia y maximizar la capacidad de aprovechamiento de la red, siendo las interconexiones un elemento clave para lograr esta eficiencia.
Plano internacional
En el plano internacional, la planificación 2025-2030 reafirma el compromiso de España con el mercado energético europeo, dando continuidad a las infraestructuras de interconexión con Francia y Portugal.
Con el país galo, el plan avanza en la culminación de proyectos clave, destacando el estratégico enlace submarino de corriente continua por el Golfo de Vizcaya (2 x 1.000 MW), cuya puesta en servicio se estima a finales del año 2028. Este enlace permitirá que la capacidad de interconexión entre España y Francia alcance los 5.000 MW en 2030. Adicionalmente, se contemplan dos nuevos enlaces de interconexión terrestre en corriente continua: uno entre Navarra y Landes (Olza – Cantegrit) y otro que unirá Aragón y los Pirineos Atlánticos (Aragón – Marsillón), si bien estos dos últimos están previstos para un horizonte posterior a 2030.








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