Berlín va a continuar su proyecto de conversión de farolas en puntos de recarga. Si en 2013 ya convirtieron 100, ahora quieren multiplicar por 10 el número con un coste muy reducido para tratar de fomentar, sin necesidad de penalizar al coche tradicional, la compra de un vehículo eléctrico.
No es una novedad el tratar de convertir una farola en un punto de recarga para coches eléctricos. En Beijing ya lo habían hecho antes, y son numerosas las ventajas, no solo económicas, que tienen este tipo de proyectos. La primera, que democratizan el punto de recarga al poder ser instalado cada pocos metros sin una instalación muy costosa.
Berlín ya tiene sobre la mesa un proyecto para convertir 1.000 farolas públicas en puntos de carga para coches eléctricos. El coste estimado de esta operación será de 400 euros por cada farola, es decir, una inversión de menos de medio millón de euros para fomentar la compra y el uso de este tipo de vehículos.
Para poder usar estas farolas los conductores de vehículos eléctricos tan solo tienen que adquirir una tarjeta específica que les permitirá acceder al cargador instalado en la farola pero también a más de 2.500 puntos de cargar instalados por toda Europa. Este proyecto lleva en pie desde 2013, cuando ya se convirtieron las primeras 100 farolas, pero el objetivo es multiplicar este número por 10 y conseguir que la gente no vea al coche eléctrico como algo raro sino como una solución a un problema para la salud como es la contaminación de las ciudades.
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