Antonio Brufau, presidente de Repsol, ha lanzado una clara advertencia durante la presentación del Anuario Estadístico 2024 de la compañía: los altos precios energéticos en Europa están erosionando su competitividad industrial frente a potencias como Estados Unidos y China.
“El coste energético en una planta industrial en Estados Unidos es de 13 euros por megavatio hora, mientras que en España supera los 45 euros. Con esta diferencia, resulta casi imposible que nuestros productos compitan en el mercado global”, explicó Brufau, señalando el impacto negativo que esto tiene en sectores estratégicos como el químico o el refinero.
Brufau destacó que el año 2024 ha estado marcado por una serie de dinámicas clave en el sector energético. A pesar de una desaceleración en la demanda de petróleo en China, el consumo global de crudo aumentó en más de un millón de barriles diarios, impulsado por economías emergentes. Sin embargo, el panorama global también estuvo influido por tensiones geopolíticas como el conflicto en Oriente Próximo y las disputas comerciales entre Estados Unidos y China, que han afectado los flujos del mercado.
En Europa, la tendencia hacia la estabilización de los precios energéticos tras el shock inicial provocado por la invasión rusa a Ucrania en 2022 ha sido una noticia positiva, pero insuficiente. Según Brufau, los costes del gas y la electricidad en Europa siguen siendo desproporcionadamente altos en comparación con otras regiones. Esta diferencia, según el presidente de Repsol, pone en peligro la capacidad de la industria europea para competir a nivel global y amenaza sectores estratégicos que generan empleo cualificado y estable.
Informe Draghi
Durante su intervención, Brufau resaltó la importancia de los informes de Mario Draghi y Enrico Letta, que abogan por reconciliar la política energética e industrial en Europa. Según estos documentos, la transición energética debe convertirse en una ventaja competitiva que permita fortalecer la autonomía estratégica del continente sin sacrificar la sostenibilidad ni la seguridad de suministro.
"El reto es colosal y no hay tiempo que perder", afirmó Brufau, subrayando que Europa debe invertir en tecnologías rentables y adaptadas a las necesidades del mercado, evitando decisiones ideológicas que puedan perjudicar su desarrollo energético e industrial.
Transición y autonomía
El presidente de Repsol aprovechó también la ocasión para hacer una pequeña reflexión y subrayar tres prioridades clave en Europa: reconocer la realidad geopolítica, puesto que los recursos energéticos y minerales no están distribuidos de forma uniforme; adaptar el mix energético a la demanda real, basándose en datos concretos y tecnologías eficientes; y fortalecer la autonomía estratégica, reduciendo su dependencia energética externa para aumentar su resiliencia económica.
“La industria europea genera empleo de calidad, con puestos estables y bien remunerados. No podemos permitirnos que los altos costes energéticos sigan debilitando nuestra competitividad”, afirmó Brufau. Según él, la transición energética debe ser una herramienta para fortalecer la economía europea, no para socavarla.
Brufau concluyó haciendo un llamado a la acción: “En un contexto geopolítico complejo, necesitamos diseñar una transición energética basada en datos y tecnología. Europa debe recuperar su protagonismo industrial y garantizar una transición justa e inclusiva que beneficie a todos”.
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