Estimada vicepresidenta.
¿Estamos de acuerdo en que desde que en 2020 “sobrevivimos” a la pandemia estamos pasando por la mayor época de disrupción de los últimos 150 años?
La guerra en Ucrania, la crisis del gas, la volatilidad de los precios de la energía, la transformación digital y tecnológica, la necesidad de una transición energética efectiva y los desafíos geopolíticos han roto los planes de futuro que teníamos pensados hace menos de cinco años. El actual contexto de incertidumbre geopolítica ha hecho que el sector energético sea el más estratégico para el desarrollo económico, empresarial y social de nuestro país. Apoyarlo es asegurar nuestro futuro como país.
Pero tenemos un problema: el desmantelamiento de la energía nuclear. Es importante recordar que en 2024 la nuclear fue la segunda fuente de energía que más aportó al mix energético con un 19,57% del total. Desde hace décadas es una fuente clave en el sistema eléctrico español. Proporciona electricidad de manera estable y fiable asegurando el suministro en todo momento. Esto es esencial para garantizar la estabilidad del sistema eléctrico y evitar apagones o fluctuaciones en el precio de la electricidad. En 2024 volvió a ser la tecnología que estuvo operativa más horas a plena potencia (83,27%), lo que aportó electricidad de base y constante que ofreció robustez al sistema eléctrico.
Es más rentable manenerlas
En términos de seguridad, la tecnología nuclear ha avanzado enormemente en las últimas décadas. Las centrales nucleares en España cumplen con estrictas regulaciones de seguridad establecidas por organismos nacionales e internacionales. Además, el desarrollo de nuevas tecnologías, como los reactores modulares pequeños y la cuarta generación de reactores nucleares, están orientados a mejorar aún más la seguridad y eficiencia de esta fuente de energía en el futuro.
Desde el punto de vista económico, el mantenimiento de la energía nuclear permite contener la volatilidad de los precios del mercado eléctrico, evitando la dependencia de combustibles fósiles cuyo coste puede verse afectado por crisis internacionales. Cuanto más competitivo y estable sea el precio de nuestra energía, más competitivas serán nuestras empresas y más capacidad de atracción de inversión extrajera tendremos. El ejemplo paradigmático son los data centers.
Otro aspecto fundamental es su impacto medioambiental en términos de emisiones de gases de efecto invernadero. España tiene el compromiso de reducir drásticamente sus emisiones para cumplir con los objetivos climáticos establecidos por la Unión Europea. Las plantas nucleares no emiten CO2 durante su operación, lo que las convierte en una alternativa clave para lograr un mix energético más limpio y sostenible. Según un informe de PwC las centrales nucleares han evitado la emisión de más de 400 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera en los últimos 12 años, lo que equivale, según sus datos, al total de las emisiones del parque automovilístico español de los últimos siete años.
Geoestratégicamente, desempeña un papel clave en la autonomía energética de España, reduciendo nuestra dependencia de mercados externos y garantizando una mayor seguridad en el suministro.
Previsiones difíciles de cumplir
Pero las nuevas previsiones incluidas en la revisión del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) no retroceden lo más mínimo en el plan de cierre progresivo de las centrales nucleares, programado entre 2027 y 2035. ¿De verdad el Gobierno de España cree y confía en que en los próximos años vamos a tener una cobertura energética que sustituya al 20% de la energía que generamos hoy, cuando las estimaciones es que nuestro país duplique la demanda de energía en 2050?
Si se cumple el calendario de cierre del parque nuclear español entre 2027 y 2030 se cerrarán Almaraz 1 y 2, Ascó 1 y Cofrentes. Esto supone perder un 12% de la electricidad generada en nuestro país. ¿Cómo cree el Gobierno de España que se reemplazará ese porcentaje por otras fuentes de energía? Porque no es viable su sustitución por renovables en el corto y medio plazo. Han avanzado mucho, sí. Pero van con retraso en su implantación si pensamos en los objetivos de renovables y almacenamiento que marca el PNIEC.
¿De verdad nos vamos a pegar un tiro en el pie? ¿Nos vamos a jugar el futuro de nuestro país tan a la ligera y a contracorriente de lo que hacen nuestros socios europeos? Mientras España plantea abandonar la energía nuclear en Europa se toman decisiones para alargar la operación de sus plantas -que tienen las mismas características que las nuestras- hasta los 60 u 80 años de vida. Nosotros solo las extenderemos como máximo hasta los 47 años. ¿Ha evaluado el Gobierno las terribles consecuencias de suministro y económicas que tiene el cierre de la energía nuclear? Porque hasta la mayoría del Congreso de los Diputados ha instado al Gobierno a prorrogar la vida útil de las centrales nucleares.
Como empresario del sector y con una vocación y compromiso claro en el desarrollo de la energía solar, considero que, en este contexto de incertidumbre internacional, de transformación y de volatilidad de los precios de la energía, no hay debate con la energía nuclear. La sostenibilidad económica de las centrales nucleares puede asegurarse mediante inversiones en modernización y medidas regulatorias que permitan su operación en condiciones viables, económicas y seguras. La industria nuclear genera empleo de alta cualificación y contribuye significativamente al desarrollo tecnológico y científico del país. Por lo tanto, hay que mantenerla, extender su vida útil y potenciarla. Los años que sean necesarios hasta que, de verdad, garanticemos un reemplazo o su desarrollo tecnológico nos demuestre que puede seguir siendo una energía limpia de futuro.
Vicepresidenta, el escenario geopolítico ha cambiado. Y eso nos obliga a cambiar la decisión de su desmantelamiento. Cambiar no es malo porque mantener la energía nuclear es una decisión estratégica y necesaria. No vayamos en contra de lo que dicta la Unión Europea. No vayamos en contra de nuestro futuro. Su continuidad es esencial para garantizar el suministro eléctrico estable y limpio, además de para reducir la dependencia energética, contener los precios del mercado eléctrico y cumplir con los objetivos climáticos. Volver a apostar por la energía nuclear y alargar la vida útil de las centrales es una decisión pragmática y estratégica que complementa el desarrollo de las energías renovables y contribuye a la sostenibilidad del país.
Pablo Abejas es CEO de Visalia.
Iases
17/02/2025