Chile, el país con más reservas de litio del mundo y el segundo mayor productor después de Australia, resolvió este miércoles una polémica licitación por la que adjudicó la explotación de 160.000 toneladas del mineral a la china BYD y a la chilena Servicios y Operaciones Mineras del Norte.
El Ministerio de Minería detalló que se trata de una cuota de 80.000 toneladas de litio metálico comercializable (LME) para cada una de las dos compañías, en un plan estratégico para elevar la producción de este mineral, cuya demanda esta creciendo exponencialmente en todo el mundo.
Por estas cuotas, la filial de BYD en Chile presentó una oferta por valor de 61 millones de dólares y la firma chilena, del grupo Errázuriz, por 60 millones de dólares.
"Las dos adjudicaciones permiten obtener la recaudación por cuotas más satisfactoria. El Estado obtendrá 121 millones de dólares por estos contratos sin considerar los pagos futuros por producción", afirmó el ministro de Minería, Juan Carlos Jobet.
La convocatoria inicial proponía licitar cinco cuotas de 80.000 toneladas, pero finalmente solo se adjudicaron dos de ellas por valor de 160.000 toneladas en total, que representan el 1,8 % de las reservas conocidas de litio, según el comunicado.
Las compañías tendrán un plazo de siete años para la exploración geológica y el desarrollo del proyecto, prorrogable por otros dos años, y luego 20 años para la producción.
Pese a tener la mayor reserva mundial de litio, ubicada en el Salar de Atacama, en el desierto más árido del mundo en el norte del país, Chile ha ido perdiendo participación de mercado en los últimos años.
Con cerca del 30% de la producción global, el país latinoamericano fue desbancado en 2017 como el principal productor del mundo por Australia, que ahora tiene el 46%.
Países como China y Argentina han aumentado su competitividad y siguen a Chile con un 10% y un 9% de participación en el mercado respectivamente, según cifras oficiales.
Mientras que para el Gobierno, esta licitación supone una oportunidad de no quedarse atrás en la comercialización del litio, para la oposición y muchos activistas ambientales, es una política que refleja el modelo extractivista que se implantó hace décadas en el país.
El presidente electo, el izquierdista Gabriel Boric, y algunos miembros de la convención que redacta la nueva Constitución de Chile pidieron que se postergara la adjudicación de contratos y defienden la creación de una empresa nacional del litio.
Su propuesta va en la línea del modelo explotación del cobre, que combina empresas privadas nacionales e internacionales con una compañía estatal que se creó en la década de 1970 y que maneja alrededor de un tercio del metal rojo, del que Chile es principal productor.
En 2020, el litio supuso más de 630 millones de dólares de ingresos para Chile, una cifra que dista mucho todavía de las entradas por las ventas cupríferas, que fueron de 38.000 millones de dólares, según cifras oficiales.
Sin embargo, la fiebre por los automóviles eléctricos y la incesante producción de móviles y ordenadores han convertido al litio en un auténtico "oro blanco" que ha aumentado su precio más de un 500% en el último año, según Trading Economics.
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