Este estudio analiza por primera vez las motivaciones y frenos hacia el autoconsumo fotovoltaico en el universo de propietarios de viviendas unifamiliares de áreas periurbanas. Pertenecen a un nivel socioeconómico medio y medio-alto, y gozan de un nivel de formación mayoritariamente universitario, bien medio o superior. El estudio y sus conclusiones se circunscriben a esta tipología de viviendas y propietarios y, por tanto no son extensibles a la población general.
Esta primera luz que se arroja sobre el sector, permite identificar importantes claves acerca del potencial del autoconsumo residencial en España, y las vamos a desgranar en este artículo.
Hemos de resaltar que el autoconsumo, sin duda, llegará a muchos más hogares en los próximos años, incluyendo comunidades de propietarios, pero el mercado ha comenzado a nacer en este relativamente amplio nicho.
El sol en España: un activo natural ocioso.
Los encuestados son conscientes de manera generalizada de que España en un país privilegiado que goza de un activo natural de gran valor, y que incomprensiblemente no se usa. Se siente muy atraídos por la idea de incorporar a sus viviendas la energía del sol, pero les surgen innumerables dudas derivadas de la falta de información al respecto: ¿Cuánto cuesta una instalación? ¿Es legal? ¿Cuánto cuesta el impuesto al sol? ¿Cuánto me puedo ahorrar de la factura de la luz? ¿Tengo que poner batería? ¿Cuánto dura en funcionamiento la instalación? ¿Qué garantías tienen los componentes? ¿Dónde me informo?...
Lo interesante es que, a pesar de ese cúmulo de dudas resultantes de la falta de información, el sentimiento que prevalece es el de interés por la instalación y por la búsqueda de información que les oriente y permita decidir.
Este sentimiento de estar desaprovechando un activo natural ilimitado está totalmente fundado. En viviendas similares a las de nuestro estudio español, en Alemania hay más de 1.600.000 instalaciones residenciales. La diferencia de irradiación solar media entre ambos países es tal que la producción media de una instalación en España casi duplicaría la producción media de una igual en Alemania o el Reino Unido.
Un mercado apreciable.
Según datos de Eurostat y del Ministerio de Fomento, en España hay unos 6 millones de viviendas unifamiliares. Probablemente alrededor de 2 millones correspondan a la tipología inicial descrita (vivienda periurbana de clase media y media alta, propiedad de personas con buen nivel de instrucción). Las restantes corresponderían a otras tipologías o a entornos rurales, que aunque son también potenciales instaladores de soluciones fotovoltaicas, no son objeto, por el momento, de nuestro observatorio.
La primera revelación interesante es que 16,4% de los encuestados se declara decidido a instalar en su vivienda una instalación de autoconsumo fotovoltaico en el corto o medio plazo. Pongamos en los próximos tres años. Proyectando esta cifra sobre el parque estimado de viviendas de nuestra tipología resulta que 320.000 viviendas se sumarán al autoconsumo en ese periodo. Esto representa un valor estimado de unos 3.000MM€. Y para que ese mercado pueda desarrollarse se necesitará nueva mano de obra capacitada que lo desarrolle (ingenierías, instaladores, comerciales, técnicos de mantenimiento…) Se estiman esas necesidades en unos 8.000 nuevos empleos en el sector.
Como se ve, estas estimaciones, que son ciertamente prudentes, dibujan un sector muy prometedor.
Motivaciones y frenos: la economía manda.
Aunque sólo un 15% de la muestra se define como bien informado, los encuestados más afines a la propuesta del autoconsumo y que ya han iniciado un proceso de información, esperarían que una instalación les reportase unos ahorros del 50% con respecto a su factura de la luz actual. Esa es una cifra tótem y es la que activa el interés por la solución fotovoltaica, o lo bloquea. Creen que les costará alrededor de 6.000€ y asumen que para lograr esos ahorros la instalación deberá incorporar una batería que almacene la energía generada y no consumida en las horas de sol, para aprovecharla para el consumo nocturno.
En resumen, la principal motivación es económica: ahorrar el 50% de la factura de la luz. Y el principal freno, también: el coste de la instalación.
Esto no quiere decir que no entren en juego otros factores, porque -como veremos más adelante – la sensibilidad medioambiental lo hace, y no con poca importancia.
Temores y mitos.
Como señalamos, la inmensa mayoría de la muestra carece de buena información o tiene grandes lagunas. El 50% se considera poco o nada informado. El 60% cree que existen aún barreras como el impuesto al sol, duda de si es o no legal y le atribuyen gran complejidad burocrática a la tramitación de los permisos, etc. El 46% de la muestra considera que los costes de la instalación con compensan los ahorros que produce y el 60% tiene dudas de que vaya a funcionar correctamente y sin problemas.
Esto contrasta claramente con la realidad. Ya no hay impuesto al sol, se han eliminado las barreras al autoconsumo y simplificado los trámites, las instalaciones son extraordinariamente rentables, funcionan durante décadas sin dar problemas, y no tienen mantenimiento. Lógicamente, estas afirmaciones tan rotundas se refieren a instalaciones hechas por empresas solventes, con componentes de calidad donde el fabricante responde, garantiza por escrito y tiene presencia física en el país. O sea, oficinas físicas a dónde dirigirse en caso de incidencias.
La amenaza del cambio climático
La mitad de los encuestados se definen como muy preocupados por el cambio climático. Viendo el vaso medio lleno, parece que la cifra es muy alta, pero la del vaso medio vacío, lo es también.
¿Y qué tan intensa es esa preocupación? ¿Qué estarían dispuestos a hacer, movidos por ella? Pues no gran cosa. Ese 50% se reduce a casi un 40% si nos quedamos con los que estén dispuestos a hacer algo por reducir las emisiones de CO2, que represente un esfuerzo para él, y a menos de un 28% si representa un gasto.
Así las cosas, el estudio permite dibujar unas tipologías de ciudadanos muy interesante, en función de sus actitudes hacia el cambio climático y hacia el autoconsumo, que de manera resumida son las siguientes:
Grupo de Alejados y no interesados: Personas que nunca han pensado en ponerse una instalación ni tienen interés en hacerlo. Representan nada manos que la mitad de la muestra y se corresponde con ese 50% de escépticos medioambientales.
Grupo de Potenciales: Sensibilidad medioambiental. Creen que acabarán algún día poniéndose la instalación pero no han empezado a informarse. Son algo menos de un cuarto de la muestra.
Grupo de Convencidos. Han pasado por la categoría de potenciales pero se han informado y han decidido instalar en el corto/medio plazo. Pongamos, 3 años. Son un 16,4% de la muestra y representan el segmento pionero de la nueva sensibilidad y vanguardia de la transición energética.
Grupo de_ No Convencidos_. Al igual que los anteriores, tiene sensibilidad medioambiental, se han informado, pero por alguna razón, desisten de ir adelante con la instalación.
Esto dibuja un interesante modelo dinámico movilizado por vectores de información. Todo aparenta funcionar como si la información sobre el cambio climático convirtiese a nihilistas y negacionistas en Potenciales. Una vez que éstos se adentran en la información técnica y funcional de la instalación (precios, rendimientos, garantías…) o bien se deciden o temporalmente desisten. Las proporciones de cada uno de estos grupos se asemejan mucho a una secuencia geométrica de razón ½. Así, ½ de la muestra son alejados y escépticos; ½ de estos son potenciales, y ½ de los potenciales se convierte en Decididos mientras que el otro ½ desiste. Una curiosa armonía numérica que por el momento, no parece significar nada especial y que veremos si futuras ediciones del Observatorio confirman o desmienten.
En resumen, la mayor fuerza impulsora de este sector es, sin duda, la información. Es interesante que los poderes públicos competentes informen a la población y no se adentren en políticas de subvención que frecuentemente son funestas, además de no ser necesarias. El autoconsumo fotovoltaico es ya rentable, con mucho, y no precisa subvención.
El mercado debe actuar más activamente: importadores, fabricantes, ingenierías, instaladores… tienen la ocasión de activar un negocio que como dice esa odiosa expresión tan repetida, “viene para quedarse”, de modo que en este momento el que dé primero, dará más de dos veces. Es el momento de construir entre esas empresas serias que hemos venido para quedarnos un mercado basado en la calidad, la garantía de nuestros trabajos (diseños, componentes, instalaciones), la honestidad de nuestros legítimos márgenes que se expresa en unos precios razonables. Iniciar un mercado reventando a la baja los precios con productos de mala calidad que se cuelan por las grietas del desconocimiento del cliente, es una irresponsabilidad temeraria que no se justificaría ni en mercados sobresaturados, y un inexplicable disparate en un mercado como el que queremos construir, con un brillante futuro para todos los actores de buena fe que estamos en él.
Ernesto Macías es director general de Solarwatt España.
Dabama
13/04/2019