Consumatum est. Son las palabras que Jesús dijo en la Santa Cruz antes de morir. Su obra encomendada había llegado a su fin. Casi dos milenios después, el Gobierno y Alcoa también dieron por finalizada su obra. En este caso, se podría decir que maquiavélica. La subasta de interrumpibilidad para el ejercicio de 2017 había sido creada únicamente para salvar Alcoa. Y así ha sido.
El gigante norteamericano del aluminio ha conseguido hacerse con 5 bloques de 90 MW en la subasta celebrada este lunes en el IFEMA de Madrid. Tres de esos bloques pertenecen a la planta de San Cipriao (Galicia) y los otros dos, un bloque para cada planta de Avilés y A Coruña.
Todos contentos. Alcoa se queda en España y no se monta lío. El PP respira en Galicia y el PSOE hace lo propio en Asturias. Estaba cantado. Y pactado. Nunca se habían puesto sobre la mesa 10 bloques de 90 MW para subastar. Solo hay oferta para 11 bloques.
La competencia ha sido mínima, por no decir que no ha existido. Pero Alcoa ha conseguido lo que quería. Fuentes de la multinacional del aluminio reconocen a la agencia EFE "no estar muy descontenta". Olé. No habrá lío.
Los dos años anteriores salió llorando del resultado de la subasta. El primer año Soria les dio la oportunidad de enmendar un poco la plana y les hizo una segunda subasta ad hoc. El año pasado, ante la advertencia del Gobierno de que no se iba a repetir eso, decidió no pujar y salió muy mal parada, con solo 3 bloques de 90 MW y el resto en bloques de 5 MW.
Pero Alcoa ha hecho los deberes este año. Puso en funcionamiento la maquinaria de lobby. Se vio con la CNMC en abril, concretamente con el director de Energía. También ha tenido reuniones con el Ministerio en varias ocasiones.
Al final, el Gobierno, con Alberto Nadal a la cabeza, decidió subastar 10 bloques de 90 MW, para que al menos Alcoa consiguiese 5 bloques y saliese contenta de la subasta. Para ello, tuvo que reducir drásticamente el precio de salida de los bloques de 90 MW y de 5 MW. Una decisión política y no técnica. Al final, el Gobierno del PP ha convertido la subasta de interrumpibilidad en un paripé.
Al haber subastado 10 de los 11 bloques posibles, la competencia ha brillado por su ausencia. Tendremos que esperar al resultado final de la subasta para conocer el precio medio de adjudicación, y si finalmente han sido por asignación directa.
Alcoa optaba en el mejor de los casos a obtener 139,5 millones de euros, pero ese precio es imposible de conseguir porque es el de salida para los 450 MW. Fuentes cercanas a la subasta aseguran que la cantidad podría rondar los 125-130 millones de euros. Una cifra nada desdeñable, a la que hay que sumar lo que obtenga en los bloques de 5 MW hasta el próximo viernes.
La compañía ha decidido no hacer declaraciones sobre el resultado de la subasta hasta que no haya finalizado la misma y la CNMC haya validado el resultado. Pero sin duda, los hechos que ha informado este diario desde agosto se han consumado.
Los otros cinco bloques de 90 MW se han repartido de la siguiente manera: Asturiana de Zinc se ha llevado sus dos bloques a los que optaba y Arcelor, Celsa y Ferroatlántica, cada uno el suyo correspondiente.
Al final todos contentos. Es lo que pretendían el Gobierno y Alcoa. Sonrisas, excepto en la cara de los consumidores que tendrán que pagar de su bolsillo los 500 millones de la gracia de la subasta de interrumpibilidad.
PD. Ahora las grandes empresas electrointensivas deberían justificar una mayor producción en sus plantas, mayor creación de empleo o algo para que a los consumidores no se les quede cara de tonto. Sería lo justo.
Harto de este periódico
15/11/2016