Las islas Galápagos se suelen asociar con los reptiles del mismo nombre o con sus inmensas tortugas. Lo que no todo el mundo sabe es que se han convertido en un referente mundial en cuanto a desarrollo de plantas híbridas eólico-diesel, y que hay un _cachito _de tecnología española involucrado (a decir verdad, hablamos de más de 100 toneladas de ingeniería eólica Made in Spain).
En octubre de 2015, el Parque Eólico San Cristóbal, ubicado en la misma isla del mismo nombre del archipiélago de las Galápagos, cumplió su octavo año de operación con éxito. Durante estos ocho años ha generado gracias a los vientos del Pacífico 25,5 millones de kWh de energía eléctrica limpia, que equivale al 30% del consumo total de la Isla San Cristóbal, gracias a tres aerogeneradores de 800 kW españoles.
En el mundo existen más de 20.000 islas pobladas y una de cada diez personas vive en una. Algunas son muy grandes como Nueva Zelanda, o muy pequeñas como San Cristóbal, pero la población de todas ellas necesita electricidad. Hasta ahora, su casi única opción para generarla han sido los motores de combustión (excluyendo las islas más grandes). A su vez, muchas de estas islas están amenazadas por el aumento del nivel del mar debido al cambio del estado de climático, lo que puede incluso llevar a su desaparición. Este es el caso de las Islas Salomón (descubiertas por navegantes españoles en el siglo XVI). La pasada semana se supo que este archipiélago ya ha perdido cinco islas –por suerte todas deshabitadas– por la elevación del mar, y se han perdido importantes extensiones de otras dos, donde la población ha tenido que reubicarse por la destrucción de los poblados.
Por todo ello, hoy en día la presión cada vez más grande para ir reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero está impulsando que se quiera construir sobre esa experiencia piloto en las Galápagos, un entorno delicado y exigente en términos de soluciones sostenibles. Analizando y optimizando la integración de la eólica no sólo con generadores diesel, sino también con paneles fotovoltaicos y baterías, se quieren generar nuevas soluciones tecnológicas para que estas plantas híbridas sean asequibles y estén disponibles para todas las islas a nivel mundial.
Esta solución permitirá reducir los costes de generación eléctrica, la dependencia de los combustibles fósiles y las emisiones de CO2 que genera su combustión, que son la causa principal del cambio climático y el aumento del nivel del mar. Lo que vendría a ser arrimar el ‘ascua a su sardina’, o en este caso más bien ‘el molino a su viento’.
Precisamente, la semana pasada se ha puesto en marcha una planta de I+D híbrida Offgrid en la Plana (Zaragoza) que aúna la tecnología de generación predominante en las islas (motores de gasóleo) con eólica, fotovoltaica y sistemas de almacenamiento. El objetivo es estudiar la capacidad de la integración de todas estas tecnologías para seguir la curva de demanda eléctrica y ver las posibles combinaciones entre ellas para conseguir su optimización.
En la planta de la Plana se van a hibridar un aerogenerador de 850 kW, 245 kW fotovoltaicos, 666 kW en tres motores diesel, y 500 kWh/500 kW de capacidad de almacenamiento, en un entorno desconectado de la red.
De esta forma se espera que para 2018 se puedan empezar a hacer proyectos diseñados a medida para las necesidades y recursos presentes en islas y lugares sin redes eléctricas de todo el mundo, de tal manera que pueda ser una herramienta estratégica triplemente útil para reducir los costes de generación eléctrica, para la lucha contra el cambio climático y para la electrificación de amplias zonas del planeta.
Una vez que se pase de la fase experimental a proyectos concretos, este tipo de soluciones tendrán un enorme potencial en todo el planeta, incluidas las islas españolas, dónde ya tenemos una experiencia piloto híbrida hidro-eólica en la isla del Hierro en Canarias. Además, en Canarias, si por fin se empezase a construir el cupo de 450 MW previsto en la Reforma Energética, también se podría mejorar la sostenibilidad de la hibridación de los grupos de combustibles fósiles existentes con la eólica y otras renovables, así como ahorrar en adquisición en combustibles (con la consiguiente disminución en esta partida de los costes regulados del sistema eléctrico español).
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