El proceso de descarbonización necesita a los usuarios y consumidores en el centro. Esta es precisamente una de las máximas de la Alianza por una Energía Sostenible y Accesible en el Hogar (AESAH), que agrupa a toda la cadena de valor del sector de la calefacción y el agua caliente para impulsar una transición energética realmente inclusiva apostando por la neutralidad tecnológica. El objetivo es claro: contribuir de manera decisiva a la neutralidad climática en 2050 sin dejar atrás a quienes viven en edificios antiguos, en zonas rurales o en viviendas donde la electrificación total es técnica o económicamente inviable.
La descarbonización de los hogares españoles -responsables de cerca del 20% del consumo energético final- no será viable si no se articula desde el realismo y desde las necesidades cotidianas de los ciudadanos. La transición energética ha de construirse teniendo en cuenta la diversidad del parque edificatorio, la dispersión geográfica, la capacidad adquisitiva de las familias y la viabilidad técnica de las soluciones en cada caso. Y en este escenario, los combustibles renovables emergen como una de las alternativas más accesibles, escalables y socialmente aceptadas.
Combustibles renovables, una realidad al alcance de la mano
El sector está preparado para ser parte de la solución: dispone de tecnologías maduras, eficientes, compatibles con combustibles renovables y capaces de integrarse en cualquier vivienda, incluida esa mayoría construida hace décadas y difícil de rehabilitar.
La sustitución de los combustibles fósiles por combustibles renovables, combinados con calderas de alta eficiencia, ofrece una solución realista, inmediata -la mayor parte de las tecnologías aceptan esta energía renovable sin que el consumidor tenga que hacer ningún cambio- y eficiente, con amplio apoyo social.
De hecho, según la encuesta “Medidas de eficiencia energética y su coste: impacto y actitud de los hogares españoles”, impulsada por Sedigas y AGL en 2023 y realizada por 40dB, más del 85% de los consumidores españoles apoyan el desarrollo y comercialización de combustibles renovables o de origen orgánico que no requerirían sustitución masiva de equipos e instalaciones.
Esta alternativa contribuye a la descarbonización de una manera accesible y sin los altos costes asociados con la electrificación total de los hogares, entre los que hay que considerar inversiones en generación, distribución y almacenamiento, así como cuestiones relacionadas con el difícil, si no imposible, acceso que estas tecnologías tienen en zonas rurales y ultraperiféricas en nuestro país.
Contexto nacional: diversidad habitacional y limitaciones estructurales
Para la renovación de los edificios se deben tener en consideración los intereses y realidades de la ciudadanía. Así lo manifestó la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) en el evento de presentación de la AESAH, este mes de junio, resaltando la importancia de involucrar a los usuarios en el proceso: “Tenemos que intentar facilitar este proceso a los consumidores, estando ahí para contarles en un lenguaje que ellos entiendan qué cambios son, qué implicaciones tienen para ellos y una vez que ya estén concienciados, intentar acompañarles para que tomen la mejor decisión posible”, recordó su Project Officer de Energía, Cayetana Crespo.
Declaraciones que enlazan con lo descrito en la guía oficial para la trasposición de la Directiva sobre la eficiencia energética de los edificios (EPBD, 2024/1275), la cual elimina cualquier incertidumbre interpretativa aclarando qué debe entenderse por “caldera de combustibles fósiles” y estableciendo que aquellas que funcionen con combustibles renovables podrán seguir utilizándose más allá de 2040. Y es que, tal y como destaca el documento, el carácter renovable de los sistemas de calefacción no vendrá determinado por la tecnología utilizada, sino por la naturaleza del combustible que los alimente.
Las calderas de condensación de alta eficiencia, ya implantadas en millones de hogares, representan una opción asequible y eficaz para mejorar la eficiencia energética y reducir las emisiones.
Así lo trasladó también la directora de la División de Innovación y Sostenibilidad en la Edificación del Ministerio de Vivienda y Agenda Urbana, Ainhoa Díez de Pablo, quien afirmó que “es fundamental la implicación de todos los agentes” en el proceso de descarbonización, y que “solo apostando por una o dos tecnologías no vamos a llegar a lo que necesitamos”.
La realidad edificatoria en España
La realidad edificatoria y social española exige soluciones realistas y pragmáticas atendiendo a su tipología, eficiencia global del sistema e impacto en la red, y zonas climáticas. Más del 66% de las viviendas de España se encuentran en edificios verticales (bloques).
La instalación de bombas de calor en este tipo de estructuras se ve limitada por el espacio disponible, la normativa del edificio o de las comunidades de propietarios, y la proximidad de los equipos en patios interiores, lo que podría afectar a su rendimiento. En la mayoría de los casos para rehabilitación de vivienda en altura, es prácticamente imposible la sustitución de la caldera por una aerotermia.
En cuanto a las zonas climáticas, España es un país con climas muy diferentes, y en algunos casos, las bombas de calor pueden llegar a perder rendimiento y no aprovechar al máximo sus posibilidades de ahorro económico y renovabilidad.
Además, en términos de renovación de equipos, hay que tener en cuenta el elevado coste de cambiar calderas por sistemas eléctricos como las bombas de calor. En contraste, el reemplazo por calderas eficientes -en los casos en que sea necesario- es hasta 5 veces más económico, con un coste de aproximadamente 1.500€ y un tiempo de instalación de 1-2 días.
La renovación de edificios debe ser económicamente asumible, y los consumidores deben tener acceso a información clara y objetiva sobre las opciones disponibles. El sector está preparado para ser parte de la solución: dispone de tecnologías maduras, eficientes, compatibles con combustibles renovables y capaces de integrarse en cualquier vivienda, incluida esa mayoría construida hace décadas y difícil de rehabilitar.
La descarbonización no puede convertirse en un ejercicio teórico. Requiere escuchar al ciudadano, entender las limitaciones del parque de viviendas y apostar por soluciones que combinen sostenibilidad, confort, seguridad y coste razonable.
Andra Vasiu es portavoz de la Alianza por una Energía Sostenible y Accesible en el Hogar (AESAH).






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