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La realidad es que la Unión Europea es una de las principales locomotoras en la carrera por reducir las emisiones de CO2, pero cuando llega el momento de aplicar a nivel micro estos objetivos macro, entonces empiezan a aflorar las dudas. Y es que la capacidad de empresas y particulares para invertir y destinar recursos a energías 100% limpias es todavía muy limitada y su adopción de forma mayoritaria es difícilmente asumible a corto plazo, teniendo en cuenta que los combustibles fósiles representaron el 71% de la energía bruta disponible en la Unión Europea, según Eurostat. Por este motivo, para avanzar en la transición energética es importante tener en cuenta algunas fuentes de energía alternativas clave para esta carrera.

Hablamos, por ejemplo, del biopropano, un biogás que es químicamente idéntico al propano convencional en su forma de uso y rendimiento energético, pero que proviene de fuentes renovables y residuos orgánicos. Es precisamente este origen orgánico el que hace que el consumo de este gas sea considerado de emisión neta cero, ya que proviene de fuentes que han absorbido CO2, y al consumirse no genera un incremento de este CO2 en el aire.

En comparación con los combustibles de origen fósil, su uso puede tener un gran impacto en la reducción de emisiones, llegando a eliminar hasta el 80% de las emisiones de CO2 del propano convencional y el gasóleo. Si se compara con otras energías fósiles, el impacto es aún mayor. Por ejemplo, el uso de una tonelada de biopropano en lugar de la misma cantidad de gasóleo puede comportar un ahorro de más de 4 toneladas cúbicas de CO2. O, lo que es lo mismo, lo equivalente a las emisiones que genera conducir un coche durante 27.000 kilómetros o de cuatro vuelos entre Londres y Nueva York.

Una de las ventajas del biopropano es que tiene las mismas aplicaciones y permite utilizar las mismas instalaciones que el gas propano convencional, de forma que no es necesaria una inversión inicial en la instalación para aquellas empresas y particulares que ya usan el propano convencional.

Según un estudio de la Atlantic Consulting for Liquid Gas Europe presentado este mismo febrero, en los próximos 30 años, la demanda europea de Gas Licuado disminuirá entre un 25% y un 50% respecto a los 16 millones de toneladas actuales y estima que el mercado del gas licuado en Europa será 100% biopropano en 2050. La futura demanda, que debería equivaler entre 8 y 12 millones de toneladas de gas licuado, podría satisfacerse íntegramente con biopropano producido en Europa, según el mismo informe.

Todo ello será posible en los últimos años gracias a que las compañías energéticas comercializarán y ampliarán la distribución del biopropano a través de una cadena de suministro fácilmente disponible, bien establecida y asequible para los usuarios de energía que no están conectados a la red de gas convencional. Este es un punto especialmente interesante para España, con muchas zonas rurales que a día de hoy todavía consumen energías muy contaminantes como el gasóleo.

Y para que el mercado de biopropano siga creciendo, sobre todo en lugares de difícil acceso, hace falta más apoyo político desde todas las administraciones, algo que ya se está viendo con los proyectos europeos y españoles para apoyar el desarrollo económico y la sostenibilidad ambiental de la llamada España vaciada en el marco de un futuro más verde.

Es importante destacar que el Consejo de Defensa de los Recursos Naturales (NRDC, por sus siglas en inglés) ha manifestado su interés por los biocombustibles y está desarrollando planes para crear incentivos para los combustibles limpios. Su objetivo es asociarse, sobre todo, con la industria de la aviación y otros grandes sectores de transporte e industria para garantizar una buena transición energética hacia un futuro más sostenible. ¿Estamos listos para alcanzar el objetivo de la UE para 2050?

Per Nielsen es CEO de Primagas en España.

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