El cierre de las dos unidades de Almaraz (Almaraz I previsto para noviembre de 2027 y Almaraz II en octubre de 2028) generará aumentos de las emisiones y de los costes de suministro.
Así lo refleja el análisis publicado por la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), en el que Diego Rodríguez (UCM y Fedea) valora si, en las circunstancias previstas hasta el final de esta década, resulta más prudente retrasar el cierre.
Para ello, el autor enfatiza dos condiciones que entiende esenciales. Por un lado, "que deben ser las consideraciones de interés general las que dirijan la decisión, y no intereses particulares por muy legítimos que estos sean".
Las consecuencias del cierre de Almaraz
Por otro lado, que dicha decisión "debería basarse en un análisis realista de la situación esperable del sector eléctrico en 2030, que no tiene por qué corresponderse completamente con los objetivos delineados en el Plan Nacional Integrado de energía y Clima (PNIEC)".
De hecho, en relación con el mix de generación eléctrica, el autor indica que "resultan de imposible cumplimiento los objetivos de despliegue de capacidad eólica y de almacenamiento contenidos en el PNIEC".
El autor señala que, aunque exista incertidumbre sobre el orden de magnitud, un cierre de las dos unidades de Almaraz "generará aumentos de las emisiones y de los costes de suministro".
La principal razón sería que la energía no suministrada por ellas tendría que ser cubierta, en una proporción "muy superior" a la prevista en el PNIEC, por un funcionamiento "más intenso" de los ciclos combinados. En concreto, en el trabajo se analiza cómo en horarios fuera del periodo de máxima generación fotovoltaica, la demanda "sería satisfecha en mayor proporción por el uso del gas natural, tanto por un aporte de la generación eólica inferior al previsto como por la falta de la capacidad de almacenamiento necesaria para trasladar energía de una parte del día a otra".
El aumento de los costes de la energía se extendería a los servicios de ajuste, que vienen reflejando un crecimiento constante en los últimos años, agravado tras el apagón de abril de 2025, según apunta la publicación.
Con independencia de otras soluciones técnicas que puedan ir instalándose en el futuro, con sus correspondientes costes, el autor considera que "sigue siendo esencial el papel de los generadores síncronos tradicionales, especialmente cuando no son emisores de gases de efecto invernadero, como es el caso de los grupos nucleares".
A su juicio, el efecto negativo sobre los costes del suministro eléctrico, experimentado ya en otros países que han cerrado sus parques de generación nuclear, "no favorecería el avance de la electrificación, que es condición necesaria para el éxito del proceso de descarbonización".









Sol Mediterráneo
08/09/2025