El gas que inyectó bajo tierra la plataforma Castor frente a Castellón en 2013 produjo una sobrepresión y un efecto de flotación del gas movió la falla de Amposta, que a su vez desestabilizó a otra más profunda, desconocida hasta ahora, causando los sismos de mayor magnitud percibidos por la población.
Así lo concluye un estudio liderado por el Instituto de Diagnóstico Ambiental y Estudios del Agua (IDAEA) y el Instituto de Ciencias del Mar (ICM), ambos pertenecientes CSIC, que ha desvelado los mecanismos que produjeron los seísmos que tuvieron lugar tras la inyección de gas en el almacén Castor en 2013 y que condujeron a su cierre cuatro años más tarde.
La decisión de abandonar este almacén, que obligó al Estado a asumir los costes de construcción, se tomó en base a las conclusiones de un informe que el Gobierno encargó al Instituto Tecnológico de Massachusets (MIT, por sus siglas en inglés).
El informe del MIT achacaba la ola de terremotos a la inyección inicial de gas que se efectuó para permitir la puesta en marcha de este antiguo yacimiento de petróleo como almacén de gas, pero no esclarecía las causas de los sismos de mayor magnitud.
El trabajo del CSIC, que publica la revista Geophysical Research Letters, sitúa los terremotos a una profundidad entre 4 y 10 kilómetros, muy por debajo de donde se inyectó el gas (a 1,7 kilómetros de profundidad).
Según el investigador del IDAEA Víctor Vilarrasa, "a la profundidad del almacén de gas cabría esperar terremotos de baja magnitud, ya que las rocas son relativamente blandas y cuando se rompen no lo hacen de forma brusca, sino deformándose progresivamente".
"Sin embargo, -explica- los terremotos en Castor registraron magnitudes altas y fueron incluso percibidos por la población, que es lo que ocurre cuando los seísmos se producen a profundidades mayores, donde las rocas tienen mayor rigidez y liberan más energía al romperse".
Los investigadores no entendían cómo un aumento de presión en el almacén submarino podía haber afectado a la falla profunda porque no están conectados y la sobrepresión no podía llegar tan abajo.
"Los terremotos, que llegaron a superar la magnitud 4 -mayor que cualquiera de las que se han observado en almacenes subterráneos de gas-, ocurrieron varios días después de que parase la inyección, lo que complica todavía más la interpretación de estos sismos", ha admitido el investigador del IDAEA y autor del estudio Jesús Carrera.
Según la investigación, en la que también ha participado el Instituto de Geociencias de Rennes (GR) (Francia), la actividad sísmica detectada cerca del almacén de gas Castor se debió a que la inyección de gas reactivó la falla de Amposta, produciendo un deslizamiento de ésta sin producir terremotos.
Esto hizo que otra falla más profunda, desconocida con anterioridad, se moviera, lo que desencadenó los terremotos.
"A pesar de que no se conociera la existencia de la falla profunda, la falla de Amposta era bien conocida y, dadas sus características, se podría haber predicho la posibilidad de que se reactivara, es decir, que era posible que se pudieran producir movimientos en ella", ha reconocido Silvia De Simone, que trabaja en el GR.
Según la investigadora, "esto pone de manifiesto la necesidad de estudiar bien las zonas en las que se quieren llevar a cabo actividades en el subsuelo profundo antes de poner en marcha cualquier instalación".
En el estudio, los autores especifican que, durante los 15 días que duró la inyección, el aumento de la presión fue la principal causa del movimiento de la falla de Amposta, pero una vez finalizada la inyección, el gas, que es mucho más ligero que el agua, ejerció una fuerza vertical que siguió desestabilizando la falla de Amposta.
El efecto prolongado en el tiempo de esta fuerza del gas es lo que, según los investigadores, explicaría que los terremotos de mayor magnitud se produjeran una vez finalizada la inyección de gas.
Los investigadores han utilizado distintos programas de cálculo para simular la inyección de gas y sus efectos sobre la falla de Amposta, así como las interacciones entre los terremotos, para entender los mecanismos que causaron la secuencia sísmica.
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