Petróleo & Gas

El disputado voto de Francia para blindar la construcción del gasoducto Nord Stream 2 para Alemania

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Una de las cuestiones que más conflictos ha generado en la Unión Europea es el Nord Stream 2. A lo largo de 2019 debería entrar en funcionamiento el polémico gasoducto, que continúa adelante con su construcción y que transportará gas natural desde Rusia a Alemania. Hasta la semana pasada había una pequeña probabilidad de que se pudiera paralizar el proyecto, ya que el único país europeo realmente interesado en él era Alemania, pero en el último momento ha llegado la ayuda inestimable de Francia para que nada pudiera detenerlo.

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Según explica Gonzalo Escribano, analista y director del programa de Energía y Cambio Climático del Real Instituto Elcano, con el Nord Stream 2 "Alemania asegura así su seguridad energética y refuerza su posicionamiento como hub gasista en el norte de Europa", pese a que "aumentará la dependencia energética alemana y europea de Rusia" una decisión que "se observa con creciente preocupación en Ucrania y Polonia (permitirá a Rusia prescindir del tránsito por ambos), en los países bálticos y en EEUU. Pero también en la Comisión y otros Estados miembros, pues compromete la estrategia europea de diversificar las importaciones de gas ruso (que ya están en niveles récord) y debilita la cohesión intra-UE".

"Ha sido sorprendente lo ocurrido. Ahora Alemania puede casi duplicar su dependencia al gas ruso, que superará y con mucho el 30% actual y todo pese a que había una fuerte oposición del bloque de los países del Este con la construcción de este gasoducto", explica por su parte Javier García Breva, experto en políticas energéticas y presidente de N2E, "una de las razones de que Alemania haya hecho todo lo posible por salirse con la suya podría ser porque está decidido a cerrar el carbón y debe apostar por el gas para asegurarse el suministro, pero ¿por qué Francia ha respaldado a última hora a Alemania? Esa es la gran cuestión".

El pasado 22 de enero, las relaciones franco-germanas vivían un momento dulce al firmar un nuevo Tratado del Elíseo, "un gesto con el que Merkel y Macron (que curiosamente están sufriendo las horas más bajas de su presidencia) querían sellar la amistad histórica entre los dos países", explica García Breva, "en el que se acordaron numerosos temas", en los que se abordaban apartados como la seguridad, la cooperación económica, la investigación, cuestiones de política exterior, educación, cultura, y el cambio climático y medioambiente, entre otros.

"Por lo que el apoyo de última hora de Francia no ha sido en clave energética, sino porque hay muchas áreas donde van a colaborar y es una razón puramente política", puntualiza.

Además, "ha coincidido con otra decisión de la Comisión Europea muy desagradable para ambos países, el veto a la fusión de Alstom y Siemens, lo que ha enfadado a ambos países que van a hacer todo lo posible para que esa fusión se lleve a cabo", explica el experto, "tanto es así que están decididos a que Bruselas cambie de criterio, así que el gasoducto en realidad forma parte de un juego de intereses comunes entre ellos".

El documento que han firmado París y Berlín señala que la supervisión provendrá del "territorio y mar territorial del estado miembro donde se ubica el primer punto de interconexión", según una copia del borrador obtenido por Euractiv. El borrador del texto reemplaza la antigua redacción que establece que las normas de la UE sobre las importaciones de gas se aplicarán en "el territorio de los estados miembros" y/o el "mar territorial de los estados miembros".

"Y mientras todo esto ocurre, el gasoducto se convierte en una auténtica contradicción, porque si la UE está aprobando en su paquete legislativo que se reduzcan las importaciones de terceros países, esta decisión va en su contra", advierte García Breva, "y el gas es un combustible contaminante, hay que tenerlo claro, así que si la Comisión Europea es coherente con poner freno a las importaciones de gas ruso, al igual que así lo aprobó el Consejo Europeo, también es una contradicción el apoyo de Francia". No solo por los objetivos de descarbonización sino porque "entra en contradicción con otros acuerdos franco-germanos como es el reciente firmado para adoptar un enfoque estratégico en la producción de baterías eléctricas. Porque ¿qué tecnología va a sustituir al gas en esta transición energética? El almacenamiento de baterías".

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En los próximos meses se verá hasta dónde llega el aumento de la presión estadounidense sobre el proyecto y en qué medida se materializa la amenaza de sanciones a las empresas implicadas en su construcción. Una mala modulación de las presiones sobre Alemania y un uso excesivo de las sanciones (después de las desplegadas sobre Irán) puede tener efectos contraproducentes y zanjar el debate europeo entre la influencia estadounidense y la rusa con un cierre de filas con Alemania, añade Gonzalo Escribano en el blog del Real Instituto Elcano, y en clave española la pregunta sería: ¿cómo conseguir un trato para Argelia consistente con el garantizado por Alemania al gas ruso?

"De momento EEUU no pierde nada porque no ha ganado nada todavía, las importaciones a Europa de su gas esquisto apenas son significativas si se compara con lo que llega de otros países productores, pero a futuro no va a ganar", concluye García Breva, "pero es que además las relaciones de Merkel y Macron con Trump son muy malas, porque insulta y porque, en palabras de la canciller alemana, EEUU ha dejado de ser un país fiable, aunque no olvidemos que sí que hay un perdedor en todo esto, la Comisión Europea".

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Un comentario

  • Bilbo

    12/02/2019

    Yo creo que hay una razón técnica mucho más simple. Francia y Alemania están empezando a apostar por el hidrógeno, con trenes ya circulando en condiciones reales. La forma más barato de producir hidrógeno es a partir del gas natural.
    El metano, una vez convertido en hidrógeno no es contaminante, y la conversión metano-hidrógeno se puede controlar para que no emita.

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