El gran objetivo del denominado Paquete de Invierno es descarbonizar la economía europea. La energía es clave para llevar a cabo este proceso en el seno de la UE, pero el carbón y cómo sobrevivirán las centrales térmicas en los próximos años se ha convertido en el gran frente abierto en las instituciones europeas.
Todo el mundo quiere participar. Desde la Comisión Europea abogan porque haya unos pagos por capacidad que sean justos y necesarios para cada mercado, que no se excedan de lo más estrictamente necesario. Y es que al carbón hay que darle una solución.
Bruselas aboga por un límite de 550 gramos de CO2 kWh para poder optar a percibir los mecanismos de capacidad, con un periodo de cinco años de adaptación para las centrales existentes actualmente desde que entre en vigor la norma. Pero tanto el lobby eléctrico, como varios países miembro de la UE no quieren saber nada de límites.
Los 550 gramos de CO2 dejarían casi la totalidad de las centrales térmicas de carbón sin ese dinero, vital para que sigan en funcionamiento. Pero en Alemania no se pueden permitir ese lujo. Los ciclos combinados de gas de última generación sí entrarían dentro de los límites pero el carbón se queda fuera. Entonces, ¿qué sucede con Alemania, Polonia, Grecia y otros países del Este de Europa que tienen una fuerte dependencia del carbón?
Estos países, a los que habría que sumar España, no quieren establecer límites, mientras que Comisión y Parlamento sí.
No menos importante es el frente que hay abierto con el nuevo mercado de emisiones. Hasta ahora el precio de los derechos de emisiones ha sido bastante bajo, pero el precio va a subir, por lo que será más caro contaminar en Europa.
El Parlamento Europeo exige establecer en 450 gramos de CO2 kWh el límite de las instalaciones para poder acceder al fondo de innovación y al de modernización. Esta medida, un poco más floja que la de los pagos por capacidad, perjudica a muchos países del Este, especialmente a Polonia, que tendría que hacer grandes inversiones para acceder a los fondos.
Más exigencias para el carbón, que tiene un futuro complicado, pero que a su vez tiene bastante fuerza en Europa.
En los próximos meses las negociaciones serán duras, cuentan fuentes de las instituciones europeas. El Parlamento está dividido, y el Consejo Europeo, en el que tiene mucho peso Alemania, aboga por reducir las emisiones de las centrales térmicas pero que al fin y al cabo sigan quemando carbón y generando emisiones.
¿Qué es mejor? ¿Aumentar gasto en centrales nuevas de gas o seguir quemando carbón con ciertos límites? Es lo que tienen que decidir los estados miembro, y a día de hoy no se vislumbra una decisión. Probablemente, la virtud esté en el término medio.
Pero si el carbón sigue funcionando, se mata el gran objetivo de todo el Paquete de Invierno que no es otro que la descarbonización de la economía.
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