Electricidad y gas renovable puede ser una combinación perfecta para descarbonizar los sistemas energéticos. Para lograr una reducción del 100% de los gases de efecto invernadero se requieren grandes cantidades de electricidad renovable, si bien la forma más eficiente de hacerlo consiste en combinar esa electricidad con gases renovables como el hidrógeno y el biometano.
El gas renovable tiene múltiples ventajas: añade valor en los sistemas de calefacción de edificios, en la generación de calor de alta temperatura para la industria y en el transporte pesado y aporta flexibilidad en la producción eléctrica basada en energía eólica y solar.
Además, su implementación no requiere de grandes inversiones. En este sentido, las infraestructuras gasistas existentes son indispensables, pues pueden utilizarse para transportar hidrógeno y biometano.
Para el presidente de Enagás, Antonio Llardén, “los gases de origen renovable constituyen una nueva solución energética que tendrá un papel clave en el proceso de descarbonización. Y lo será sin necesidad de grandes inversiones, pues España cuenta con una red de infraestructuras gasistas plenamente operativa para su almacenamiento y transporte”.
Un reciente informe de la asociación europea Gas for Climate señala que el uso de alrededor de 2.900 TWh, en torno a 270 bcm de metano e hidrógeno renovables, en combinación con electricidad renovable supone un ahorro de 217.000 millones de euros en todo el sistema energético europeo en comparación con un escenario de mínima presencia de gas.
En la actualidad, sólo alrededor del 4% del gas que se consume en la Unión Europea es renovable. Sin embargo, las perspectivas de futuro son positivas: la gran mayoría de los países comunitarios dan a los gases renovables un amplio protagonismo en sus Planes Nacionales de Energía y Clima.
En España, por ejemplo, el Gobierno quiere fomentar, mediante la aprobación de planes específicos, la penetración del gas renovable, incluyendo el biometano, el hidrógeno y otros combustibles en cuya fabricación se hayan usado exclusivamente materias primas y energía de origen renovable, según reza el Plan Nacional de Energía y Clima.
Para ello, el Gobierno realizará un análisis exhaustivo de la situación actual y a partir de él comenzará a tomar decisiones. De esta manera, el plan muestra el siguiente camino para desarrollar los gases renovables:
1.- Determinación del potencial de producción teórico, técnico y económico.
2.- Definición de una estrategia para determinar el uso más eficiente y la manera más eficaz de enfocar el aprovechamiento de este recurso.
3.- Diseño de los mecanismos de apoyo que permitan maximizar el aprovechamiento del gas renovable, sustentados si fuera necesario en un sistema de certificación que permita la supervisión y control de las obligaciones, así como mecanismos de flexibilidad que favorezcan la máxima eficiencia en el logro de los objetivos. Sin descartar regulaciones que permitan la inyección de dichos gases renovables en la actual red de gas natural.
También las empresas están trabajando en este ámbito. Por ejemplo, en España, Enagás está impulsando iniciativas de biometano e hidrógeno y ha firmado 14 acuerdos con empresas como Redexis, Repsol, Ferrovial, Ence, Sacyr, etc. para desarrollar proyectos de estos gases renovables. También lo ha hecho con organismos públicos, como el Gobierno de Aragón o el Principado de Asturias.
Estos acuerdos forman parte de su estrategia para contribuir a la descarbonización. En la Actualización Estratégica 2019-2023, presentada el pasado mes de marzo, la compañía ha incluido como una de las principales áreas de crecimiento para los próximos años el impulso de nuevos negocios relacionados con los retos de la transición energética, como son los gases renovables.
Toda esta apuesta institucional y empresarial es fundamental para lograr el impulso definitivo de los gases renovables que pueden ser, junto a la electricidad renovable, clave para combatir el cambio climático.
Un artículo realizado en colaboración con Enagás.
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