las políticas derivadas del Escenario de Desarrollo Sostenible de la Unión Europea (UE) ponen en nuestras manos una excelente oportunidad para alcanzar un crecimiento económico sostenible, con todo lo que ello implica: una estabilización del clima; un aire más limpio; y el acceso universal a una energía moderna, y con menores riesgos para la seguridad energética. Tal y como señala la Agencia Internacional de la Energía (AIE) en su informe World Energy Outlook, en la situación actual las inversiones, guiadas por las políticas, pueden escribir una historia distinta acerca del futuro.
Teniendo como referencia el conocido Acuerdo de París de 2015, en el que 144 países decidieron unir sus esfuerzos en la lucha frente al Cambio Climático, en la actualidad la pretensión es llegar a un escenario de “baja dependencia” de carbono en el horizonte de 2050, que sólo será posible de la mano de las energías renovables y desde la eficiencia energética. En esta lucha frente al Cambio Climático, la UE se ha marcado como objetivo reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) entre un 80 y un 95% en 2050, respecto a los niveles de 1990. Para avanzar en este sentido, hace pocos días se llegó a un acuerdo entre las distintas Instituciones Europeas para fijar el objetivo de cuota para las energías renovables en el año 2030 en el 32%. Un objetivo ambicioso, pero indispensable para avanzar en la descarbonización de la energía.
Por todos es ya de sobra conocido que el gas natural es un vector energético económico, asequible, seguro, fiable y limpio y con menores emisiones que el resto de energías fósiles. En este sentido, el gas natural puede ayudar a reducir las emisiones de forma rápida sustituyendo el uso de otras energías fósiles que suponen mayores emisiones. Ello, tanto en los sectores tradicionales (las residencias, la industria o la generación eléctrica), como en el sector del transporte, hasta ahora suministrado casi en exclusiva por derivados del petróleo.
No obstante, somos conscientes de que si el gas quiere jugar un papel relevante y sostenible en el mix energético del futuro, tiene que afrontar el reto de la descarbonización y ello significa poder disponer de un gas renovable. ****Un gas con cero emisiones de CO~2~ y totalmente intercambiable por el gas natural, de modo que lo pueda ir sustituyendo de forma paulatina sin que ello tenga ningún impacto en los clientes.
En estos momentos existen diversas tecnologías para la producción de gas renovable. La tecnología más madura hoy es la producción de biogás a través de la digestión anaerobia de todo tipo de residuos, tanto residuos urbanos como residuos agrícolas, ganaderos o de la industria agro-alimentaria. Este biogás se depura mediante un proceso de “upgrading”, de modo que puede ser inyectado directamente a la red de distribución de gas. Decimos que este gas es “cero emisiones” ya que, a pesar de que en el momento de la combustión genera CO~2~, este CO~2~ hubiera sido emitido igualmente por la descomposición natural de los residuos.
Las otras tecnologías están todavía en fase de desarrollo. Por un lado, está la producción de “gas sintético” mediante gasificación de biomasa (también inyectable a la red). Por otro, podemos producir hidrógeno mediante un proceso de electrolisis utilizando electricidad de origen renovable. Este hidrógeno puede inyectarse directamente a la red en pequeñas proporciones (reduciendo las emisiones de CO~2~ que se producen en la combustión, pero sin alterar las condiciones de uso del gas) o hacerlo totalmente intercambiable con el gas natural a través de un proceso de “metanización”.
En Nedgia hemos hecho una apuesta decidida por el gas renovable. En este sentido, estamos trabajando activamente en el desarrollo de proyectos de demostración que nos deben permitir divulgar la viabilidad técnica de estas tecnologías, innovar en los procesos de producción y reducir sus costes. Por otro lado, la participación en diversos grupos de trabajo con otras empresas del sector y con las Administraciones Públicas nos está sirviendo para compartir experiencias y alinear las visiones que los distintos agentes tienen del desarrollo del gas renovable.
En el largo plazo, un mix adecuado de estas tecnologías nos va a permitir cubrir una parte significativa de la demanda total de gas con un gas renovable y sin emisiones de CO~2~. Un gas limpio, que sin duda dará una respuesta competitiva a las exigencias de descarbonización de la energía y contribuirá a alcanzar los objetivos de cuota fijados para las energías renovables.
El gas renovable, aparte de cubrir una parte significativa de la demanda de los sectores tradicionales, puede jugar un rol muy importante en la descarbonización del sector del transporte, suministrando un combustible cero emisiones tanto para turismos, como para vehículos comerciales, autobuses o camiones de recogida de residuos y de largo recorrido. En este sentido, será un complemento indispensable al desarrollo del vehículo eléctrico para el cumplimiento de los objetivos de participación de las energías renovables en el sector del transporte.
Todo ello, manteniendo los beneficios del gas natural en cuanto a la consiguiente mejora en la calidad del aire, por sus menores emisiones de NO~2~ y partículas, y la reducción de contaminación acústica en entornos urbanos, precisamente en un momento clave en el que la atención política sobre esta materia ha aumentado considerablemente debido a que sus impactos en la salud de la población siguen siendo graves.
También hay que resaltar que el gas renovable aporta otros beneficios importantes a la sociedad, más allá de la reducción de emisiones contaminantes. El gas renovable es de producción local, evitando la necesidad de importar energía y potenciando la autosuficiencia y seguridad energética. Ayuda también a resolver de una forma sostenible la gestión de todos los residuos generados por nuestra actividad, siendo un ejemplo claro de lo que debe ser el desarrollo de una economía circular. La producción de gas renovable estará muy atomizada, cerca de donde se generan los residuos y la biomasa, por lo que será un elemento clave para ayudar a desarrollar y estructurar el mundo rural. Y, por último, su desarrollo no requiere inversiones relevantes en nuevas redes de transporte y distribución ya que permite utilizar las redes actuales.
Sin embargo, para el desarrollo a gran escala del gas renovable es necesario avanzar de forma decidida en dos ámbitos.
Por un lado, es necesaria una apuesta firme por la innovación por parte de todo el sector, que permita reducir los costes de producción y permita mejorar la competitividad del gas renovable.
Por otro, hace falta un firme compromiso por parte de la Administración que permita la implantación de unas políticas públicas que incentiven el gas renovable. Es necesaria una visión general, ya que es preciso alinear las políticas de las áreas de Agricultura, Gestión de Residuos, Medio Ambiente y Energía, y de las Administraciones Europea, Central, Autonómicas y Locales. La fijación de un objetivo de cuota de gas renovable para el año 2030 sería un elemento que ayudaría a orientar las medidas que deben tomarse por parte de las distintas Administraciones.
En definitiva, y a pesar de que nos queda aún un largo camino por recorrer, en Nedgia avanzamos para que a medio plazo el gas renovable sea una opción más, segura y plenamente viable, entre las energías renovables. Y para que esto sea realmente factible se requiere, sin duda, el compromiso firme de las distintas Administraciones que nos ayude a poder llegar a afirmar, en el horizonte 2030, que el gas renovable significa ya una proporción relevante de la demanda total de gas del país.
Nuria Rodríguez es directora ejecutiva de Nedgia, filial de distribución de gas natural de Naturgy.
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