Aquí estamos, en nuestro segundo paso de contador.
Si recordáis, en nuestra primera entrega de este blog, abriendo boca y abriendo mes, con ayuda del simulador de la CNMC, comprobamos que con Rajoy pagamos un 20% más por la electricidad que con Zapatero.
En los comentarios de los lectores nos decíais que esa subida habrá ido destinado a reducir el déficit; y así es. Pero en los dos primeros años de Rajoy, el déficit siguió creciendo: ¡casi 9.000 millones de euros! (prácticamente la mitad de los 20.000 millones aún pendientes de pago). Y en 2015, a cambio de un superávit de 500 millones, nos ha subido la luz el 5,5%. ¿No hubiera sido mejor tener un déficit de 50 millones a cambio de una bajada de la luz del 0,5%? (la subida del IPC ha sido nula en 2015).
En cualquier caso, y puesto que el tema de los precios de la luz es recurrente -al que volveremos en unos meses-, hoy queríamos hablar sobre uno de los componentes de nuestro recibo de la electricidad, como os adelantamos en el primer artículo: el Impuesto Especial sobre la Electricidad, el IEE.
Si echamos un vistazo al (último) recibo, es fácil encontrarlo. El Impuesto Eléctrico (IEE) es un impuesto especial, al tipo 5,11269632%, que se aplica sobre la facturación de electricidad suministrada; esto es, sobre el término de potencia (contratada) y sobre el término de energía (consumida).
Al ser el IEE un impuesto especial, está sujeto al IVA (21%); pagamos IVA también por el IEE. Luego el efecto del IEE (IVA incluido) equivale a un sobrecargo del 6,186%. Nada desdeñable.
En España, se aplican impuestos especiales sobre 6 productos: bebidas alcohólicas, tabaco, matriculación, hidrocarburos, carbón y electricidad.
Con carácter general, los impuestos especiales gravan el consumo de aquellos bienes que generan unos “costes sociales”, que no han sido tenidos en cuenta en la fijación de sus precios. Deben ser sufragados por los consumidores que inducen esos costes. Y tienen una finalidad ‘extrafiscal’, como instrumento de políticas sociales, sanitarias, medioambientales...
El IEE surgió a finales de 1997; apenas un mes después de la promulgación de la Ley 54/1997, del Sector Eléctrico. A través de la Ley de Acompañamiento de aquel año (la Ley 66/1997); qué nostalgia, aquellas ‘leyes escoba’ que acompañaban a los Presupuestos Generales del Estado...
En la exposición de motivos, aparece la justificación de su creación: “tiene como objetivo básico la obtención de los ingresos necesarios para compensar la supresión del recargo en concepto de coste específico asignado a la minería del carbón”. El IEE surge así como un recargo, destinado a la minería del carbón (autóctono, nacional).
En la gráfica adjunta aparece la evolución de la recaudación por IEE (1998-2015e), según los informes de la AEAT. La recaudación de este impuesto se ha multiplicado por tres en sus 17 años de vida.
En 1998, en España había una veintena de centrales térmicas de carbón, con 11.500 MW de potencia instalada: 1.900 MW de carbón importado; el resto, de carbón nacional (3.300 MW de lignito, 6.000 MW de hulla-antracita y los 300 MW de Elcogás). En 1998, en España se producía más electricidad quemando carbón que fisionando átomos de uranio.
Las centrales de carbón nacional funcionaban 6.500 horas (el año tiene 8.760); de lunes a viernes sin parar. Uno de cada tres kWh eléctricos consumidos en España se generaba con carbón nacional (50.000 GWh). Se le pagaba a las eléctricas una peseta por cada kWh producido con carbón nacional. En 1998, se le pagó a las eléctricas, por consumir (y almacenar) carbón nacional, 330 millones de euros. La recaudación por IEE fue de 500 millones.
Desde el 1 de enero de 2015, ya no se incentiva el consumo de carbón nacional. El Real Decreto de 2010 que regulaba dicho incentivo (134/2010), quedó sin efecto el 31 de diciembre de 2014. En España aún hay 10.000 MW de carbón; pero sólo 4.000 MW mantienen mezclas con un peso relevante de carbón nacional. En 2015, el carbón aportó 50.000 GWh al ‘mix’ de generación (sólo por detrás de la nuclear); de eso, menos de la mitad se generó con carbón nacional, sin primas ni incentivos. Pero los españoles seguimos pagando el IEE: 1.400 millones en 2015, más otros 290 millones (el 21% de IVA).
En el mismo tiempo que la recaudación por IEE se ha multiplicado por tres, la producción con carbón nacional ha caído a menos de la mitad. Cuanto menos carbón nacional usamos y menos minas quedan abiertas, más pagamos por IEE.
En línea con ese descenso del uso del carbón, desde el año 2014, los grandes consumidores industriales están exentos de pagar el 85% del IEE; lo que, según la AEAT, ha tenido un coste recaudatorio de unos 100 millones entre 2014 y 2015 (introducido en la Ley 16/2013, de octubre). Si dicha exención se hubiera aplicado, con carácter general, a todos los consumidores y no sólo a los grandes, la recaudación en 2015 hubiera sido de 220 millones y no de 1.400. Sería más coherente y justo.
En la pasada legislatura, se ha renovado la ley eléctrica: de la 54/1997 hemos pasado a la 24/2013; pero seguimos pagando un recargo desfasado. Por doble motivo: primero, desde el punto de vista del origen de los costes sociales, ya que más del 60% de la electricidad que consumimos no emite CO2 (a diferencia de lo que sucedía en 1997); segundo, porque el peso del carbón nacional en la cobertura de la demanda es menguante (apenas el 10% actualmente, comparado con el 40% de finales de los ’90).
Con una parte muy pequeña de los 1.400 millones de euros del Impuesto Eléctrico y voluntad política, problemas de hoy en día, como la pobreza energética, quedarían resueltos de un plumazo, sin necesidad de incrementar el coste de la factura del resto ni de establecer complejos sistemas de compensación. Y aún quedarían fondos para fomentar nuevas tecnologías y fuentes de energía que en este siglo han reemplazado al carbón: el autoconsumo, las baterías, las renovables de última generación… Este impuesto necesita una reforma y hasta una reconversión. La alternativa, eliminarlo y ahorrárnoslo.
El Contador Inteligente _es un alto directivo del sector energético que propuso hacer un blog en este diario digital y que por cuestiones de confidencialidad se le ha dado este nombre. _
Once Luces
19/02/2016