Los objetivos de descarbonización a los que España se ha comprometido son claros: en 2050 las emisiones de gases de efecto invernadero deben ser entre un 80% y un 95% más bajas que en 1990. Ya para 2030, el compromiso europeo se sitúa en lograr una reducción del 55%. Hoy en día, la electrificación es una vía imprescindible y urgente para avanzar hacia estos objetivos, quizás la única solución que nos va a permitir avanzar al ritmo adecuado para poder alcanzarlos en el tiempo requerido.
Y es que el sector eléctrico es el que más ha demostrado su poder descarbonizador reduciendo progresivamente sus emisiones hasta la fecha y siendo el que más va a hacerlo en los próximos 10 años por su capacidad de integrar energías renovables. Concretamente, en 2030 el 80% de la producción eléctrica estará libre de emisiones y este porcentaje será del 100% antes de 2050.
Por ello, no hay duda de que la electrificación es el motor y el garante de la descarbonización. Seguir apostando por ella en 2021 sin titubeos es nuestra gran oportunidad como ciudadanos, para nuestra economía y nuestra sociedad, además de una obligación como país. 2021 es el primero de los años de una nueva década que será clave para asegurar el cumplimiento de los objetivos a los que nos hemos comprometido.
Los beneficios de la electrificación vienen en forma de mejora de la calidad del aire, de reducción de la dependencia energética del exterior, de mayor eficiencia energética, de un abaratamiento de la factura energética, y de creación de nuevos empleos de valor añadido, entre otros. Porque la electricidad, además de limpia y eficiente gracias a las renovables, a las infraestructuras eléctricas, a los equipos eléctricos de climatización o al vehículo eléctrico como solución de transporte, es también la opción más versátil y económica a largo plazo.
Sin embargo, los consumidores eléctricos han estado penalizados hasta ahora por tener que asumir, en exclusiva, el esfuerzo inversor que fue necesario acometer para desarrollar las energías renovables en nuestro país y llevarlas hasta los niveles de madurez actuales. Gracias a esos esfuerzos se ha conseguido que estas sean hoy tecnologías plenamente competitivas, y que, en estos momentos, el camino hacia la descarbonización sea posible, para toda la sociedad, gracias a la electricidad.
Ahora, la aprobación del Anteproyecto de Ley para la creación del Fondo Nacional para la Sostenibilidad del Sistema Eléctrico (FNSSE) avanza en la buena dirección aportando soluciones en dos vías: por un lado aporta coherencia al proceso de descarbonización para toda la sociedad al involucrar a todas las energías para alcanzar los objetivos de la transición energética hacia una sociedad más sostenible y descarbonizada; por otro lado, garantiza la sostenibilidad financiera de sistema eléctrico, imprescindible para poder seguir liderando el proceso de descarbonización.
De esta forma, el reparto de los costes de las energías renovables trae consigo una reducción de la factura de la electricidad. Este efecto, en un primer momento, si no es directamente positivo, será neutro para el consumidor, ya que bajará el precio de la electricidad pudiendo subir el de los hidrocarburos. Sin embargo, al hacer que la electricidad sea cada vez más barata – se anuncia una rebaja del 13% en los próximos 5 años –, se motivará el cambio paulatino hacia los usos eléctricos de algunos procesos que no lo eran, como la calefacción y el transporte, generando una reducción incuestionable en la factura energética.
Por eso, la creación del FNSSE es una buena noticia para consumidores y empresas. Porque la electricidad es un servicio esencial en los hogares, y reducir su coste permitirá al consumidor mejorar su economía reduciendo un gasto del que no puede prescindir, y recibir una señal clara del tipo de energía por la que debe apostar. Por su parte, las empresas podrán apostar por la electricidad gradualmente si sus procesos productivos lo permiten, siendo una gran oportunidad especialmente para pymes y autónomos.
Por tanto, este mecanismo aporta, por fin, una señal de precio adecuada que, a su vez, permite que se actúe de forma coherente con la consecución de los objetivos de descarbonización. De esta forma, el FNSSE supone un impulso para el proceso de transición energética, el abaratamiento de la factura eléctrica para el consumidor, aporta sostenibilidad y equilibrio financiero al sistema eléctrico constituyéndose como un apoyo incuestionable para la descarbonización del país, y proporciona señales claras para la necesaria electrificación de la economía aportando certidumbre, lo que permitirá la movilización de las inversiones necesarias en los próximos años.
Pero, sin perder de vista las oportunidades que ofrece la electrificación, no debemos olvidar que, ante todo, es una obligación. Actualmente, el consumo de electricidad supone solo un 23 % del total de energía consumida. Esta cifra debería triplicarse para alcanzar los objetivos de neutralidad climática a 2050. Por ello, sin un incremento de la electrificación no llegaremos a los objetivos de descarbonización, una necesidad y un compromiso adquirido a nivel nacional y europeo que engloba a todos los sectores de la sociedad. 2021 debe ser el año que vea el despegue definitivo de la electrificación en nuestra sociedad.
Juan Virgilio Márquez es portavoz del Foro para la Electrificación.
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