El precio de los derechos de emisiones de CO2 implantado en la Unión Europea se está convirtiendo en una pesadilla para el mercado eléctrico. Su puesta en marcha por Bruselas tenía el objetivo de ser la herramienta clave en la descarbonización de los sistemas energéticos de la UE, pero de momento, esto no se produce. Ni se desplaza al carbón y encima hace subir los precios en el mercado.
La carrera del precio del CO2 en el último año es vertiginosa. Cada vez está más caro. Solo el viernes subió un 7% y superó los 23 euros por tonelada. Se cuadruplica su cotización en un año y es el precio más elevado de los últimos 10 años.
Esto ha hecho que el precio de la electricidad aumente considerablemente en estos últimos meses. En pleno verano, el mayor uso de las centrales térmicas ante el parón de la energía eólica ha hecho que el precio del pool alcance cotas que no se veían desde finales del año pasado.
Y este subidón del precio destroza al consumidor y también, por qué no decirlo, a las comercializadoras eléctricas que compraron a precios más bajos que los actuales y sufren para hacer rentable su negocio.
No solo se sufre en España esta subida del precio del CO2, todos los mercados europeos lo están sufriendo. Para que luego digan que la transición energética no sale cara. Pues mal se empieza cuando se sigue quemando carbón a espuertas y se paga mucho más por ello. El problema es que se desconoce dónde está el límite.
Mientras los especuladores juegan con el CO2, la Unión Europea debate sobre si es necesario fijar un precio suelo y así hacer más rápida esa transición. Pero claro, los países no están del todo preparados. Se necesita más tiempo. Y ese tiempo cuesta mucho dinero. Dinero para invertir en renovables y para pagar los últimos coletazos del carbón.
¿Dónde está el límite para que el gas desplace al carbón? Algunos expertos señalan que estamos cada vez más cerca. Pero todo depende del mercado. En Alemania, desplazar al carbón cuesta más porque es más barato por ejemplo que el que obtiene España de otros mercados internacionales.
Se habla de que el techo podría estar en España en los 25-30 euros por tonelada, mientras que para Alemania sería necesario alcanzar los 35 euros por lo menos. Como se trata de un precio para todos los europeos, las eléctricas seguirán pagando y metiendo el sobrecoste en las ofertas aunque sean solo los ciclos los que entren en el pool.
Es decir, hasta que no se eche al carbón o al fuel (ojo con las islas y los costes extrapeninsulares) del mix eléctrico no se verá una reducción del precio en los mercados eléctricos. Mientras tanto, todo a costa del consumidor. Y la Unión Europea, Bruselas, lo ven con buenos ojos.
¿Y si está mal parido el sistema de comercio de derechos de emisiones de CO2? ¿Y si no debería trasladarse el coste al consumidor? ¿Seguro que quien contamina paga? Sí, tal y como cuenta el economista Juan Ramón Rallo en El Confidencial, la luz sube porque quiere Bruselas. Y quién contamina, paga, pero no pierde, por tanto sigamos contaminando.
Otra pregunta que deberían hacerse en Bruselas es si es necesario que el mercado EUA sea comunitario o mejor por mercados nacionales. Si debería haber distintos mercados de EUA como mercados eléctricos hay en Europa. Y que en cada país cotice hasta donde necesite para conseguir desplazar al carbón y al gas. ¿Por qué tenemos que pagar los consumidores españoles la penosa planificación alemana con su carbón?
Otra clave importante es la directiva de mercado y el límite de emisiones para percibir pagos por capacidad. Sobre la mesa está el límite de 550 gramos CO2 kWh. Si al final se fija ese límite, las térmicas lo tienen complicado para subsistir y por tanto desaparecerían. Pero si se eleva a 700 gramos o a 800 como pretenden algunos países el carbón seguiría funcionando y no sería tan fácil su desplazamiento. Por tanto, el objetivo de descarbonizar los sistemas se alejaría demasiado.
Otro punto interesante es la energía renovable. Cuanto más se instale, antes se favorecerá el desplazamiento del carbón y del gas, pero el problema viene cuando no hay alguna tecnología. La eólica es más de invierno, mal tiempo y borrascas. Mientras la fotovoltaica es todo lo contrario. Verano y sol, mucho sol. Justo en ambas temporadas es cuando sube la demanda y hay más hueco térmico. Pero en el caso de España, falta mucha fotovoltaica para cerrar ese hueco lo máximo posible. Por tanto, es necesaria más energía solar en España. Se podría decir que es lo más urgente del actual sistema.
A mayor producción renovable, menos producción de carbón y gas, y por tanto menos deberían de pagar por lo que emiten, aun así continuarán marcando precios y a ellos se pegará la hidroeléctrica.
En definitiva, que no será fácil ver facturas de la luz baratas en los próximos meses a no ser que al Gobierno de turno le dé por quitar de la factura costes o impuestos como el IEE, el IVA o el de producción eléctrica. Al final, paga el de siempre. Y eso que no tiene la culpa de que otros contaminen.
En España, de momento, no habrá suerte con los impuestos. El Gobierno no tocará el IVA de la luz porque Bruselas lo desaconseja a ver si los consumidores les va a dar por derrochar energía y creerse que es barata. El colmo.
De momento toca esperar. En unos días el Gobierno anunciará su batería de medidas para controlar el precio del pool. ¿Lo conseguirá? ¿Tratará de evitar el mercado de derechos de emisiones? ¿Será capaz de poner el cascabel al gato?
Dabama
10/09/2018