El precio del gas que ha tenido que pagar la industria europea desde 2022, cuando la invasión rusa de Ucrania provocó el clímax de la crisis energética, ha sido de media cinco veces superior al que han soportado las empresas en Estados Unidos y un 30% más elevado que en China.
Ese dato aparece en un análisis sobre la volatilidad del mercado del gas en Europa de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) que subraya los desafíos a los que se enfrenta y se va a enfrentar todavía el Viejo Continente en los próximos años, y que están poniendo en jaque su competitividad frente a sus otros dos grandes competidores globales.
La AIE recuerda que algunos grupos industriales que son grandes consumidores de energía han tenido que recortar su producción e incluso han llegado a cerrar algunas de sus plantas, y se ha complicado la acción de los gobiernos para hacer abordable el aprovisionamiento energético para particulares y empresas.
Detrás de esas dificultades ha estado en los tres últimos años la dependencia, en la inmensa mayoría de los países europeos, de las importaciones de gas, que antes de 2022 llegaba en buena medida desde Rusia por gasoducto, y que ha dejado de hacerlo progresivamente.
El último capítulo fue el 1 de enero con el cierre de los gasoductos por los que llegaba el gas ruso a través de Ucrania, que ha contribuido a que en el mercado de referencia en Europa, el TTF, el precio sea en febrero de 47 euros por megavatio hora, muy por debajo de los techos alcanzados al comienzo de la invasión rusa, pero que a pesar de todo es el nivel más alto en dos últimos años.
El precio del gas para industria de Europa
Uno de los principales factores explicativos para la AIE es que las reservas de gas en la Unión Europea son este año relativamente bajas con 24.000 millones de metros cúbicos, un 36% menos que el pasado año en las mismas fechas.
Eso va a necesitar que, una vez que termine la época invernal, los esfuerzos para llenar los depósitos sean mucho mayores que los de los dos últimos años.
Otro elemento que ha pesado es que desde el inicio de la temporada de invierno, en noviembre, hubo un periodo relativamente largo de poco viento y una insolación limitada, lo que ha redundado en menor producción eléctrica con las instalaciones eólicas y fotovoltaicas.
Leo
24/02/2025