La industria del refino español afronta la actual coyuntura, marcada por unos precios bajos del crudo y una recuperación de la demanda, con la ventaja competitiva que le da haber destinado más de 6.500 millones de euros de inversión desde 2008 a modernizar sus instalaciones.
En lo que se puede definir como una apuesta a "contracorriente", fruto también de decisiones aprobadas en años de bonanza, las principales petroleras del país, Repsol y Cepsa, destinaron millonarias inversiones a mejorar sus plantas en los años más difíciles cuando la nota dominante en Europa era el cierre y caía el consumo.
"Un exceso de capacidad de refino provocó desde 2009 márgenes de refino muy estrechos y cierres de más de 15 refinerías, las menos competitivas, en Europa. Mientras en España habían acometido grandes inversiones para adaptarse al mercado", explican desde BP España, que también ha renovado sus instalaciones de Castellón.
"Ahora -con 9 plantas con una capacidad conjunta de destilación de 1,56 millones de barriles diarios- podemos presumir de tener el refino más competitivo de Europa", destaca el presidente de la Asociación Española de Operadores de Productos Petrolíferos (AOP), Álvaro Mazarrasa, quien recuerda las "alegrías" que da en la coyuntura actual este negocio especialmente intensivo en energía: el 60 % de los costes de una refinería se van a esta partida.
La lógica de negocio es clara: con el petróleo barato mejoran los márgenes de las refinerías -las plantas donde se procesa el crudo para fabricar combustibles, como gasóleos, gasolinas, querosenos, fuel oil, naftas y butano, entre otros-, que se engloban dentro del negocio de "downstream".
Frente a esto, se complica la rentabilidad del negocio de la búsqueda y exploración de petróleo, el "upstream". Y eso se refleja en las cuentas de las petroleras con Repsol como principal exponente en España.
La petrolera, que ha invertido 4.000 millones en renovar sus refinerías de Cartagena (mayor proyecto industrial de España con 3.100 millones) y Bilbao, recoge en sus cuentas los frutos: en los seis primeros meses de este año su negocio de "downstream" más que duplicó el resultado, un 115 % más, hasta alcanzar los 973 millones de euros.
"La posición del refino de Repsol, una vez finalizado su ciclo inversor, hace posible que la compañía, independientemente del escenario, pueda maximizar el resultado de este negocio", destaca el director ejecutivo de optimización y análisis de Repsol, Manuel Pérez Jurado.
El plan estratégico de la petrolera hasta 2020 tiene por objetivo generar, en el negocio de "downstream", cerca de 1.700 millones de euros al año de flujo de caja libre.
"Hicimos los deberes a tiempo (...) invertimos en el momento más complicado y ahora es uno de los elementos que dan capacidad de resistencia a Repsol", subraya el directivo de la petrolera.
"El refino se ha convertido en el sostén de las cuentas de las petroleras integradas", coincide Mazarrasa.
El impacto también se nota en el plano macroeconómico: las refinerías de España son desde 2012 exportadoras netas de productos con un saldo favorable en 2014 de 2,7 millones de toneladas, "una ayuda a la balanza de pagos", subrayan desde la AOP, que espera que la tendencia de precios moderados del crudo se mantenga en los próximos meses.
La clave estará cuando esta tendencia cambie. "Los márgenes de refino volverán a ser bajos al seguir sobrando capacidad de refino en Europa y competir con grandes refinerías en otras partes del mundo con costes laborales y medioambientales mucho más bajos. El reto es seguir mejorando para sobrevivir en escenarios de bajos márgenes", apuntan desde BP.
Las últimas previsiones recogidas por Cepsa, que ha destinado unos 1.200 millones en los últimos 10 años a renovar la refinería de Huelva y prevé invertir otros 1.200 millones en todo su negocio de refino hasta 2020, sitúan los márgenes de refino en Europa en torno a los 4 dólares a partir de 2017.
"Estamos preparados para poder seguir compitiendo en condiciones complicadas", destaca Mazarrasa quien advierte de otro "riesgo" que pueden afrontar: la regulación.
"Que la carga regulatoria no nos acabe ahogando", concluye.
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