El sueño de captura y almacenamiento de carbono (CCS) continúa manteniendo la esperanza de la industria del carbón y sus patrocinadores políticos para el futuro, pero ¿a qué precio? La abogada australiana en Environmental Justice Australia, Bronya Lipski, considera que hay tres razones sólidas por las que CCS no es una opción para reducir la contaminación climática y luchar contra el cambio climático.
Una: no funciona.
A nivel mundial y en el hogar, la CCS no ha cumplido las expectativas de reducir las futuras emisiones de dióxido de carbono. Los sucesivos fracasos le han costado lágrimas tanto a empresas como a gobiernos. Entre estos cabe destacar los siguientes:
Southern Company, propietaria de la planta Kemper de “carbón limpio” en Mississippi, Estados Unidos, se gastó unos 7.500 millones de dólares antes de su desconexión tras años de investigación y fallos tecnológicos;
La planta de CCS de Boundary Dam en Saskatchewan, Canadá, que consiguió la mitad o menos de la mitad del CO2 que prometió capturar, superó con creces el presupuesto y tuvo que afrontar pagos multimillonarios en dólares por no cumplir con los términos contractuales.
El proyecto ZeroGen CCS de 4.300 millones de dólares australianos que el gobierno de Queensland abandonó después de perder 96,3 millones en fondos para modernizar la central eléctrica de Stanwell.
Para las comunidades que viven alrededor de las centrales eléctricas, las promesas de CCS son atractivas porque sugieren que las vidas de las centrales eléctricas de carbón pueden prolongarse de una manera que se mantengan los empleos y se reduzca la contaminación.
Según Lipski, la vida de las centrales térmicas de carbón no deberían prolongarse. Son centrales viejas y poco fiables que necesitan ser eliminadas para proteger el clima y la salud de las personas. La gente necesita certeza acerca de su futuro, no una falsa esperanza para apuntalar una tecnología que ya superó su fecha de caducidad.
Dos: es poco probable que los inversores financien la CCS porque es más costoso producir energía con CCS que sin ella.
No supone un incentivo para el sector privado invertir en una tecnología que es poco probable que proporcione un rendimiento financiero decente a corto y medio plazo.
CO2CRC, la organización australiana de investigación CCS, que recibe considerables fondos del gobierno, promueve la inversión en la modernización de las centrales eléctricas de carbón existentes en Victoria’s Latrobe Valley.
Incluso esta organización partidaria de la CCS estima que los retro-ajustes de CCS costarán entre 1.480 y 2.450 millones por caldera, y eso es para una central eléctrica de lignito de “alta eficiencia”. Australia no tiene centrales eléctricas de “alta eficiencia” y es poco probable que las construya.
Incluso si tales proyectos se pusieran en marcha en Australia, con toda seguridad los gastos se cargarán directamente a los consumidores, que ya pagan unas facturas eléctricas astronómicas.
Tres: incluso si la CCS tuviera éxito a corto plazo y se empleara a gran escala, no frenaría la contaminación del medio ambiente por CO2 .
Para que CCS sea exitoso a largo plazo, los sistemas de almacenamiento que contienen el carbono deben durar para siempre a fin de evitar fugas. Para decirlo de otra manera, para que CCS funcione, necesita aferrarse a la contaminación capturada para siempre.
Las instalaciones de CCS o los sitios de almacenamiento eventualmente derramarán o liberarán contaminación de carbono a la atmósfera y el medio ambiente. Además, podrían fallar en un momento en que los efectos del cambio climático no pueden revertirse.
Tales fugas representan riesgos tóxicos para la contaminación del aire para las personas y el medio ambiente.
La fuga de CO2 y el aumento de los niveles de contaminantes tóxicos del aire como el dióxido de nitrógeno y el dióxido de azufre, debido a los combustibles fósiles adicionales requeridos para el proceso de CCS, podrían causar costosos impactos adversos para la salud humana y agrícola, incluyendo la acidificación y eutrofización de la tierra y el agua.
Incluso si la tecnología funcionó bien, no hay absolutamente ninguna garantía de que enormes reservas de carbono no causen el mismo problema para el que fueron diseñadas.
En resumidas cuentas, la captura y almacenamiento de carbono falla tanto desde una perspectiva tecnológica, como desde una perspectiva económica y de reducción de la contaminación.
1 comentario
Estoy totalmente de acuerdo con el artículo. Las soluciones de final de tubería siempre son una engañifa que intentan demostrar que funcionan y que así permitirían que algo cambiara para que todo siguiera siendo igual. Pero es que no funcionan y son inviables. Es como intentar demostrar que los plásticos de los envases son reciclables. No lo son, con ese plástico nunca fabrican los mismos envases de conformaban el residuo, con ellos fabrican esas bolsas del Carrefour de las que ya tienes dos o tres en tu casa y las que vendrán. Las soluciones de final de tubería no sirven más que para lavar la imagen de las empresas que contaminan y darle esperanzas banas a las personas que trabajan en esa industria.