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Francisco Carro (Tresca): "El precio de la energía en España es una situación lamentable que, a la larga, no va a beneficiar absolutamente a nadie"

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Tresca es una compañía de ingeniería y consultoría fundada por Francisco Carro en 2001 con el objetivo de dar servicios de ingeniería y consultoría en materia industrial, basada en unos claros valores de alta solvencia técnica, cercanía al cliente y capacidad.

El espíritu fundacional era poner al alcance de la pequeña y mediana industria servicios de ingeniería de primer nivel hasta ahora reservados a la gran industria corporativa.

Del mismo modo, aunque Tresca se fundó como un pequeño despacho, siempre tuvo la vocación de convertirse en una compañía de ingeniería de un cierto tamaño que conjugase los valores del inicio con las capacidades que permite el tamaño.

Los primeros años estuvieron marcados por el desarrollismo de los polígonos industriales en España, momento en el que Tresca daba servicios a la pequeña y mediana industria en el diseño de nuevas plantas industriales de sectores tan diversos como la química, alimentación o la industria manufacturera.

En una segunda etapa, a partir del 2010, el rumbo de la empresa vino marcado por el crecimiento en tamaño, la participación en grandes proyectos internacionales o la orientación a la innovación y a sectores cada vez mas complejos del mundo industrial.

Hemos estado charlando con Francisco Carro quien asegura que "es importante resaltar que nunca hemos variado la filosofía de la compañía, basada a nivel corporativo en accionariado 100% independiente de terceros y, por otro lado, en no participar en la construcción material de los proyectos. Esta decisión nos ha permitido diferenciarnos de otras empresas que sí han dado el paso a ejecutar proyectos en formato EPC, lo cual, desde nuestro punto de vista, nos restaría imparcialidad".

¿Qué objetivos tiene la compañía para los próximos años? ¿Cuál es su estrategia?

La estrategia seguirá siendo un crecimiento moderado pero constante en el tamaño de la compañía para evitar las ineficiencias del crecimiento rápido, así como continuar orientándonos a proyectos y tecnologías lo más complejos posibles donde los servicios de ingeniería tienen un gran valor añadido.

Es lo que ocurre con nuestros grandes sectores objetivo: la energía en sus facetas más complejas, por un lado, y, por otro lado, la industria pesada.

Concretamente, en energía nos gustan aquellos proyectos donde hay complejidad tecnológica, como el hidrógeno, el amoniaco, las cogeneraciones o los almacenamientos energéticos, mientras que en el sector industrial, nos inclinamos hacia la industria termointensiva y de proceso como es la química, el cemento, el vidrio o la metalurgia.

¿Cuáles son los principales mercados donde opera y en cuáles tienen puestos los ojos?

Nuestro principal mercado es el ibérico, donde facturamos una gran parte de nuestro trabajo. Nos gusta ser líderes en nuestras áreas de conocimiento y estamos seguros de que estas áreas nos llevarán a aquellos mercados donde haya demanda de estos conocimientos.

Siempre hemos creído que si te centras en países en vez de en conocimiento, terminas por vender lo que te demanda cada país, y nosotros queremos vender aquello en lo que somos expertos, no aquello que se demanda en un determinado país.

De momento, nuestra manera de hacer las cosas nos ha llevado a viajar por todo el mundo: facturamos más de 50% fuera de España y hemos desarrollado proyectos en más de 15 países.

**¿Para quién trabajan? ¿Qué perfil de cliente tienen? **

Son varios los perfiles que se repiten en nuestra empresa. El primero y más numeroso es el de la gran industria pesada o de proceso. El segundo perfil lo conforman los fondos de inversión o las grandes consultoras que, en fase de inversión, fusión o adquisición, requieren servicios técnicos muy especializados para la toma de decisiones. Finalmente, el tercer grupo de clientes son las empresas de naturaleza energética, que precisan de nosotros para sus desarrollos o más complejos o más innovadores.

Los precios de las materias primas están frenando el desarrollo industrial y, sobre todo, haciendo subir los precios de los bienes de equipo.

¿Cuáles son los productos/soluciones estrella de Tresca?

Somos una empresa de servicios de ingeniería y consultoría y, como tal, ofrecemos los servicios tradicionales de una empresa de nuestro perfil; si bien uno de nuestros puntos diferenciadores son los servicios de consultoría en materia de industria y energía.

En estos momentos tenemos varios productos estrella. El primero son los planes estratégicos de descarbonización industrial. La industria ya se ha mentalizado de que ha de reducir su huella de carbono y, para eso, está dando los primeros pasos en la contratación de planes estratégicos para definir cómo y cuándo descarbonizar. Nosotros esperamos que estos planes estratégicos se transformen en proyectos de ingeniería en los próximos meses y en ejecución material antes de dos años.

Los planes de descarbonización son un traje a la medida de cada industria en donde no se puede cortar y pegar nada y en los que es necesario un estudio profundo de las plantas para encontrar la mejor solución para ellas.

Y, de un tiempo a esta parte, y derivado de los planes de descarbonización, estamos suministrando a nuestros clientes planes de reestructuración energética para la optimización de la energía desde una visión lo más amplia posible.

¿Cómo le afecta a Tresca esta situación de altos precios energéticos y de escasez de materias primas?

En este punto voy a opinar con prudencia y es necesario aclarar que mi opinión se centra en los efectos que veo en nuestros clientes, pues se trata más de temas de geoestrategia que de ingeniería.

El contexto actual de los mercados eléctricos y, en particular, el precio de la energía en España es una situación lamentable que, a la larga, no va a beneficiar absolutamente a nadie. Desde el punto de vista del corto plazo, pudiera parecer que esta situación puede beneficiar a empresas como la nuestra, que diseñan proyectos energéticos; pero mi opinión es totalmente contraria: algo que perjudica al país terminará haciéndonos daño a nosotros, aunque por el camino hayamos redactado unos pocos proyectos energéticos.

¿Y por qué digo que los efectos serán negativos para todos? Porque los precios altos de la energía inflacionan la economía y ahuyentan la inversión industrial a otros países con precios más bajos.

Nuestro cliente industrial está muy preocupado por la situación del mercado energético, por sus altos precios, su complejidad y por la inseguridad que ocasiona en los modelos de negocio donde la energía tiene impacto importante en la estructura de costes.

El tema de las materias primas es otro cantar, es un problema global que afecta a todos los países. Esta cuestión hay que disgregarla con prudencia y ver cuánto peso tienen las dificultades en la cadena logística, cuánto peso tiene la tensión oferta y demanda y, por último, cuánto de este problema es especulativo y se irá diluyendo con el tiempo. Lo que vemos nosotros es que los precios de las materias primas están frenando el desarrollo industrial y, sobre todo, haciendo subir los precios de los bienes de equipo.

Tresca ya estaba subida al tren de la descarbonización desde hace mas de 10 años, lo único que ha cambiado es que ahora está de moda y antes era una preocupación más aislada.

La gran industria, de un tiempo a esta parte, está teniendo muy presente el ahorro energético y la reducción de la huella de carbono en sus procesos. Nosotros hacemos planes de medición y reducción de la huella de carbono desde hace 10 años aproximadamente. Y tenemos ya experiencia en la implantación de soluciones técnicas y procesos orientados a un ahorro energético y de la huella de carbono.

En el proceso de descarbonización, estamos en un momento en el que la industria y la sociedad comienzan a entender que la descarbonización y el ahorro energético son dos cosas diferentes y han de tener un tratamiento distinto en cuanto a su planificación estratégica.

Ahora la diferencia importante es que la huella de carbono ha saltado a la calle y, en breve, los consumidores buscarán productos con baja huella de carbono, lo cual hará que el mercado cambie. Estoy convencido de que la descarbonización va a suponer el punto de partida de una nueva revolución industrial que cambiará la forma de hacer las cosas en la industria. Y esta habrá de adaptarse.

A nuestros clientes lo principal que les suministramos es información. Información de lo que está pasando, información de lo que les ocurre a otras industrias, información de lo que va a venir en materia de regulación e información de lo que va a suceder en los mercados.

Con toda esa información, sumada a nuestra capacidad técnica, les ayudamos a planificar su reconversión industrial. Y, por último, desarrollamos la ingeniería necesaria para dicha reconversión. Tenemos claro que una empresa de ingeniería en materia industrial lo primero que tiene que suministrar a sus clientes es información para que tomen sus decisiones y, posteriormente, capacidad técnica para ejecutarlas.

El hidrógeno es el vector energético de moda y nos ha sorprendido la velocidad con la que ha calado en los últimos meses.

Ahora llegarán los fondos para desarrollar otras tecnologías limpias para avanzar en la descarbonización. Y ahí ustedes tienen mucho que decir, tanto en hidrógeno como en almacenamiento, ¿qué esperan en el mercado español?

En el camino de la descarbonización y del hidrógeno, ya está escrito lo que va a suceder. Lo que van a hacer los fondos es actuar como un acelerador para que el cambio suceda antes.

Las nuevas tecnologías (como el hidrógeno, el amoniaco o los almacenamientos energéticos) son difíciles de encajar en un plan de negocio con cierta rentabilidad. En la implantación de estas tecnologías existe un “gap” que hace que todavía no sean rentables. Por eso, las ayudas públicas han de usarse para cubrir ese salto temporal de rentabilidad de estas tecnologías. Sin las ayudas este gap podría tardar décadas en cubrirse, lo cual retrasaría el avance tecnológico.

Aterrizando la pregunta en lo que al mercado del almacenamiento energético se refiere, el futuro es claro: España, al igual que otros países, apuesta por energías renovables, que son “no gestionables”.  La única manera de gestionar las renovables es a través de sistemas de almacenamiento. Por tanto, el camino del almacenamiento es obligatorio. Y, unido al almacenamiento, han de desarrollarse los mercados de flexibilidad, tanto en la producción como en el consumo.

En cuestión de almacenamiento, Tresca está participando en proyectos de diferentes niveles de madurez tecnológica. Por un lado, ya hemos proyectado una gran cantidad de plantas de almacenamiento con baterías (BESS) o de plantas hidráulicas reversibles. Por otro lado, estamos también participando en proyectos con menos nivel de maduración tecnológica, como son los almacenamientos energéticos en forma de aire comprimido, aire licuado o hidrógeno con pilas de combustible.

¿Qué pretende aportar Tresca en cuanto al negocio del hidrógeno se refiere?

El hidrógeno es el vector energético de moda y nos ha sorprendido la velocidad con la que ha calado en los últimos meses.

Para nosotros, el hidrógeno, antes de esta nueva moda, ya era una materia prima en nuestras plantas químicas. Nosotros llevamos participando en proyectos relacionados con hidrógeno desde hace más de 15 años, con lo cual este escenario nos ha cogido con experiencia y referencias en proyectos de este tipo. Esta situación es la que ha hecho que en los últimos 24 meses hayamos podido desarrollar mas de 40 proyectos nuevos.

Si somos realistas, lo que Tresca puede aportar al negocio del hidrógeno es esa experiencia y conocimiento reales que otros no tienen todavía. Hace años apostamos por el hidrógeno e invertimos, en su momento, en conocimiento y en proyectos de I+D. El tiempo nos ha acabado dando la razón.

Mas allá de que tengamos experiencia en ingeniería de toda la cadena de valor del hidrógeno, lo que puede aportar Tresca Ingeniería de forma diferencial a sus clientes es, y lo vuelvo a repetir, información sensata para tomar decisiones sensatas.

Un ejemplo: nosotros ahora tenemos una avalancha de consultas y de propuestas de proyectos de hidrógeno por todo el territorio, pero no queremos entrar en todos los proyectos que nos ofrecen. Así que estamos dedicando mucho tiempo a analizar los proyectos que llegan para participar solo en los que creemos que tienen sentido.

Invertimos muchos recursos en conocimiento, vigilancia tecnológica y en tener la máxima información y conocimiento de nuestros sectores, por lo que ahí está nuestro valor: aportar a la ingeniería del hidrógeno mucho conocimiento y, sobre todo, sensatez.

¿No le parece que hay un boom con el H2? Al menos esa es la sensación. ¿Cómo lo ve usted?

Por supuesto que estamos en régimen turbulento con el hidrógeno. Nadie quiere quedarse fuera de la fiesta. Pero, como ya he dicho antes, no todo sirve y muchos modelos de negocio no tienen sentido ni lo van a tener. Nosotros tratamos de evitar participar en proyectos con poco sentido; el objetivo de Tresca es poner a disposición de nuestro cliente el conocimiento, la información y la sensatez para invertir con sentido lógico.

También creo que la expectativa de ayudas públicas ayuda en gran medida a esta situación de embriaguez de proyectos relacionados con el hidrógeno. Sinceramente, esperamos que las convocatorias específicas de hidrógeno no favorezcan la especulación ni la ebullición de un sector ya muy sobrecalentado. Lo que deseamos es que las ayudas públicas en hidrógeno vengan a cubrir, por un lado, los gaps de rentabilidad que existen y, por otro, ayuden a una maduración rápida de la tecnología.

Una velocidad de cambio tan alta generará problemas inflacionarios, técnicos y de otros tipos que habrá que ir solventando.

¿Cómo ven ustedes el mercado futuro del amoniaco?

Es una buena pregunta. El hidrógeno como vector energético del futuro tiene la gran ventaja de que su combustión está exenta de producción de CO2 pero tiene la gran desventaja de su muy baja densidad. Esto hace que se necesiten grandes volúmenes de almacenamiento o bien grandes presiones, como se puede ver en la movilidad.

Por dar un dato numérico, que ayude al lector a entender la situación, en un metro cúbico de hidrógeno a 750 bar (que parece ser la presión que se postula para la movilidad) hay unos 44 Kg de hidrógeno frente a los 121 kilogramos de hidrógeno que hay en un metro cúbico de amoniaco.

En muchos casos, y para muchas aplicaciones, no se puede tener ni una gran presión ni un gran volumen, con lo cual el hidrógeno, a priori, queda fuera del mercado.

Para resolver este problema, se están desarrollando portadores diversos que permitan llevar el hidrógeno de una manera más densa, como son los portadores orgánicos o el mismo amoniaco.

El amoniaco aparece como la gran solución al problema de la densidad del hidrógeno, ya que su energía por unidad de volumen es muchísimo superior sin necesidad de ir a grandes presiones. De hecho, hay aplicaciones concretas, como la movilidad marítima, donde el amoniaco tendrá un gran recorrido.

Tampoco hemos de dejar a un lado que el principal uso de amoniaco es la producción de fertilizantes y estos tienen un gran impacto en los precios de la alimentación, con lo cual el cambio de hidrógeno gris por hidrógeno verde en estos usos ha de ser realizado con moderación para no inflacionar los mercados de alimentos.

Por lo que a nosotros respecta, estamos inmersos en estos momentos en el diseño de dos plantas de amoniaco verde dentro del territorio nacional.

Como ya he dicho, el almacenamiento energético es un camino obligatorio en el desarrollo de las renovables, del mix energético y de los mercados que tantos dolores de cabeza están dando.

Es necesario que España invierta una gran cantidad de recursos en materia de almacenamiento si quiere seguir con la hoja de ruta actual.

En cuanto a las tecnologías de almacenamiento, las hay muy variadas y con diferentes niveles de maduración tecnológico.

Nosotros, fieles a nuestra vocación tecnológica y al igual que hicimos en su día con el hidrógeno, estamos invirtiendo en conocimiento y también participando en proyectos reales relacionados con aquellas tecnologías más complejas y a las que, a la vez, vemos más recorrido en el mercado. Así, en estos momentos, tenemos en desarrollo un importante número de plantas de almacenamiento con baterías desde los pocos megavatios hasta los 50 MW. También estamos en el diseño de plantas de almacenamiento basados en ciclos termodinámicos, como son el aire comprimido (CAES) o el aire licuado.

¿Dónde estamos actualmente en el negocio de las baterías? Llevamos muchos años hablando de ello, pero parece que no arrancan ¿qué es lo que falta para impulsar este negocio tan importante para la integración de renovables y la gestión de la demanda?

Como en el resto de las tecnologías, en las baterías ha existido (y continúa haciéndolo) un gap tanto tecnológico como de rentabilidad.

El gap tecnológico se va cerrando, ya que cada vez tenemos sistemas BESS más eficientes, más seguros y con mejor densidad energética. Y, por lo que respecta al gap de rentabilidad, también se va cerrando y lo hace por dos frentes: por un lado, la industrialización masiva de baterías está haciendo que los precios bajen de forma importante y, por otro lado, los precios de la energía ayudan a reducir el gap económico.

En cualquier caso, la necesidad de un despliegue de almacenamiento para poder avanzar en la expansión de renovables será el empujón definitivo para empezar a ver plantas de baterías en la red.

Por otro lado, no podemos hablar de las renovables y del almacenamiento sin mencionar los problemas de sincronismo de la red. Venimos de un sistema de generación basado en grandes grupos síncronos, los cuales daban una estabilidad dinámica a la red muy importante basada en la gran inercia mecánica de estos grupos.

En los últimos años, con el cierre de las térmicas y el avance de las renovables, estamos desplazando la generación síncrona a un lado y sustituyéndola por una generación basada en electrónica de potencia, la cual no tiene una inercia mecánica de respaldo, por lo que no aporta la misma estabilidad al sistema de potencia.

En los últimos años se ha avanzado mucho en sistemas de baterías basados en generación síncrona sintética. Si el sincronismo sintético o virtual, como lo llaman algunos, termina de funcionar bien en red, será el empujón definitivo a los sistemas de baterías.

Por último, al hilo de los sistemas de almacenamiento se ha de desarrollar la regulación correspondiente a los mercados de flexibilidad y de agregación del consumo.

La descarbonización es un camino seguro. Lo que nadie pone sobre la mesa es el precio a pagar por descarbonizar la sociedad al ritmo que se pretende.

¿Da para tanto el negocio de la descarbonización como se habla?

La descarbonización no es en sí misma un negocio. Es un camino que la sociedad ha decidido tomar para conseguir unos objetivos de neutralidad climática.

La industria y la sociedad van a tener que someterse a los procesos de descarbonización puesto que las autoridades tienen ya habilitadas las herramientas para que el cambio se produzca y nadie se salga del camino. ¿Cuáles son esas herramientas? Por un lado, se aportarán ayudas públicas a aquellos proyectos alineados con la descarbonización y se penalizará la intensidad de ayudas para los proyectos menos comprometidos.

Por otro lado, está surgiendo toda una suerte de regulación técnica que pondrá trabas y obstáculos a aquellas actividades y tecnologías que no vayan por el camino marcado.

Para terminar, como herramienta definitiva y más poderosa, está la llamada fiscalidad verde. Mediante las figuras fiscales los gobiernos dirigen hacia dónde va la sociedad y la economía de tal manera que se penaliza aquello que se quiere evitar y se otorgan deducciones fiscales a los que sigan el camino marcado.

Prueba de ello lo podemos ver en los últimos meses con lo que ha ocurrido con el precio de los derechos de emisión de C02, los cuales se han encarecido de forma alarmante y empiezan a tener impacto en los nuevos diseños de instalaciones en la industria.

Con estas herramientas ejerciendo presión, la descarbonización es un camino seguro. Lo que nadie pone sobre la mesa es el precio a pagar por descarbonizar la sociedad al ritmo que se pretende.

¿Cree que esta crisis de precios energéticos ha sido un toque de atención a la clase política de que el camino escogido no es el idóneo? ¿Qué otros riesgos ve en la transición energética?

La crisis covid provocó un hundimiento de la economía que ha generado la necesidad de inyectar ayudas y dinero público en el sistema. La estrategia de la economía global y, sobre todo, de la Unión Europea ha sido aprovechar esta necesidad de inyección de capital para impulsar la transformación verde de la industria. A mí se me ha quedado grabada la frase de las autoridades europeas diciendo “vamos a resolver un problema abordando otro a la vez”. Es muy gráfica, deja muy clara la hoja de ruta: aprovechar la necesidad de capital para realizar el cambio hacia una sociedad verde.

A todo esto no tengo nada que decir y, en cierta forma, parece buena idea. El problema que estamos sufriendo viene derivado más de la velocidad del cambio que del camino elegido.

Una velocidad de cambio tan alta generará problemas inflacionarios, técnicos y de otros tipos que habrá que ir solventando. De ahí que sea tan importante lo que he dicho antes: asegurarse unos buenos consultores que tengan conocimientos suficientes para tomar buenas decisiones.

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