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Iberdrola mide los mejores vientos para sus parques eólicos con un láser mágico

Un nuevo sistema llamado LiDAR mide la velocidad y dirección del viento a alturas de entre 40 y 300 metros

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La medición e identificación del viento en la etapa pre-constructiva de un parque eólico es de vital importancia para estimar las producciones esperadas durante toda la vida útil del proyecto. Con ello se pretende conocer de antemano la rentabilidad de la inversión y, también, localizar los lugares óptimos, desde el punto de vista del viento, para ubicar los aerogeneradores en las posiciones más eficientes.

El nuevo sistema remoto LiDAR (Light Detection and Ranging) utilizado por Iberdrola es un dispositivo que mide la velocidad y dirección del viento a distintas alturas mediante impulsos lumínicos. Para funcionar, emite pulsos con un láser vertical de alta frecuencia, que al rebotar en los aerosoles contenidos en el aire y basándose en el principio del efecto Doppler (cambio en la frecuencia de una onda como consecuencia del movimiento relativo entre emisor y receptor), mide la velocidad y dirección del viento a alturas de entre 40 y 300 metros.

Entre las ventajas de esta tecnología frente a las utilizadas tradicionalmente - a través de la instalación manualmente de estaciones meteorológicas de entre 80 y 120 metros - se encuentran la eliminación de los riesgos de trabajo en altura; la menor afección al medioambiente y al campo visual; la reducción del tiempo de tramitación para iniciar las mediciones; la disminución del tiempo de cálculos en cada punto; el menor coste en el suministro e instalación, ya que cada dispositivo equivale a dos torres de medición de 80 metros; y la obtención de datos hasta los 300 metros de altura.

Además, el dispositivo remoto LiDAR, que puede colocarse casi en cualquier lugar -en alta mar, en tierra firme y en terrenos complejos- aporta resultados aprobados por normativa internacional IEC, certificadores y tecnólogos e igual de fiables que los medios tradicionales

Como ejemplo, para un proyecto eólico de 100 MW, con esta tecnología se debe instalar una torre y situar el dispositivo en tres o más punto durante tres meses cada uno de ellos. Mientras que, sin ella, lo normal es instalar cuatro torres de 100 metros durante, al menos, 12 meses.

Medios tradicionales

Esta medición hasta ahora se realiza con estaciones meteorológicas compuestas por torres de acero de alturas comprendidas entre los 80 y 120 metros, donde se instalan sensores meteorológicos a distintos niveles (anemómetros, veletas, termohigrómetros, etc…). Entre sus funciones principales se encuentran registrar la velocidad del viento a la altura de buje de los aerogeneradores proyectados, determinar la dirección de viento predominante para poder definir la orientación de aerogeneradores, averiguar la variación del viento en función de la altura y calcular la densidad del aire.

Para poder identificar adecuadamente el viento en todo el emplazamiento donde se pretende ubicar el parque eólico se necesitan instalar varias estaciones. En concreto una o dos cada 50 MW y a altitudes cercanas a la altura de buje de los aerogeneradores. En el pasado significada situarla a 45 metros desde el nivel del suelo, después a 78 metros y actualmente entre los 115 o 125 metros.

Primeros pasos para elegir una localización

El proceso de evaluación y selección de emplazamientos eólicos, también llamado greenfield eólico, se inicia con una primera aproximación a los terrenos con mayor potencial en función de mapas de recursos eólicos. Se trata de mapas de isoventas de alta resolución que muestran la velocidad promedio anual y la dirección del viento en cada punto. Basado en modelizaciones con datos de satélite reanalizados, en él se pueden destacar las zonas con velocidades anuales de viento por encima de los seis metros por segundo a los 80 metros de altura, consideradas de interés desde el punto de vista del aprovechamiento eólico.

En esta fase inicial de evaluación y selección de emplazamientos, sobre este atlas eólico, se añaden otras capas de restricciones preliminares como limitaciones ambientales generales (Zonas de Especial Conservación, ZEPAs, Parques Naturales, etc); zonas de exclusión ambiental determinadas por el Ministerio para la Transición Ecológica o las comunidades autónomas; núcleos de población y su área de conservación; infraestructuras de transporte (carreteras, caminos, vías pecuarias, ferrocarril...); infraestructuras eléctricas (líneas de alta tensión); mapas de pendientes (modelos digitales del terreno); disponibilidad de acceso y conexión cercana; o mapas de uso de suelo, entre otras.

Una vez que estas restricciones han sido filtradas sobre las áreas de interés eólico, se obtienen las zonas greenfield sobre las que es necesario realizar un estudio de detalle de las restricciones, orografía, y, sobre todo, ajustar y calibrar el atlas eólico con medidas de viento llevadas a cabo con estaciones meteorológicas o dispositivos remotos (LiDAR) instalados en los emplazamientos.

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