La crisis de la COVID-19 ha cambiado el mundo tal y como lo veíamos hace tan solo seis meses. El golpe ha sido durísimo sobre todo por las vidas de seres humanos perdidas, pero también por cómo ha afectado a la economía mundial. Por desgracia España es uno de los países más afectados en ambos casos. Decenas de miles de muertos y una economía que se ha desplomado un 17,8% en el segundo trimestre del año.
Las previsiones son pésimas y la recuperación económica va a ser más dura de lo que se pensaba hace unas semanas. La UE aprobó un fondo de recuperación económica que quiere que se destine a los sectores más golpeados por la crisis, pero también para afrontar con garantías el futuro con el foco puesto en dos ejes: digitalización y sostenibilidad. Lo que algunos han llamado el Green Recovery Plan o plan de recuperación verde.
El mundo se enfrenta a un doble reto importantísimo: hacer crecer de nuevo la economía y a la vez hacerlo reduciendo emisiones. ¿Es posible? Claro que sí, pero no todo vale. El buen uso de los recursos económicos es fundamental. Evitar otro Plan E de la era de Zapatero que solo sirvió para tapar agujeros y que los políticos se fotografiasen en las inauguraciones de rotondas, es decir, en gastos que eran evidentemente innecesarios.
Estamos en economía de guerra y con el transcurso de las semanas el tejido empresarial español es cada vez más débil. Ya se habla de seguir extendiendo los ERTE hasta el próximo verano. Pero nadie habla de las pymes, del negocio local, del retail que ha desaparecido y que costará volver a reconstruir. Lo que se conoce por las noticias es lo que sucede en las grandes empresas porque, claro, afecta a cientos o miles de trabajadores y se monta más ruido. Hay muchos casos, lo de Nissan, lo de Alcoa, Alu Ibérica, Arcelor, Celsa, Sidenor, etc.
Pasan los meses y no hay mucho plan para ver qué hacer con los 140.000 millones de euros que nos quiere dar Europa. Una cantidad que finalmente será menor, según cuentan varios medios esta semana. Más complicado todavía.
Ante estas circunstancias (que ojalá nunca tuviéramos que haber vivido) España se tiene que sentar para afrontar su mayor reto. Nadie ha conocido algo igual y la verdad no sé si estamos en disposición de hacerlo en condiciones viendo el panorama político actual. Es urgentísimo. Ya no hay tiempo para tonterías y todos los esfuerzos de unos y otros tienen que dedicarse exclusivamente a salir de esta crisis.
Yo no soy quién, pero teniendo en cuenta mis conocimientos sobre el sector energético, creo que es fundamental tener en cuenta una serie de ideas para poder llevar a cabo ese plan de recuperación verde.
Lo primero de todo es destinar el dinero a lo que realmente es importante. Es decir, a crear empleo y riqueza en la economía. Y ¿quién crea empleo en España? Pues fundamentalmente las pymes, pero lo que logra la gran industria con empleo de calidad tanto directa como indirectamente es fundamental para remontar el vuelo.
Un plan de reindustrialización es lo primero que se debería poner sobre la mesa. Desde la automoción hasta la siderurgia, de la alimentación a la química, del calzado a la cultura, de la cerámica a los metales raros. Y cuidando toda la cadena de valor.
El reparto del dinero se debe hacer con proyectos reales, fáciles de controlar si se ponen los medios y que tengan en cuenta esto: el empleo, la reducción de emisiones y que económicamente sea rentable. Y vale todo, cualquier tecnología que ayude en ambos campos es válida.
Es muy español solo mirar por lo suyo y al de enfrente ningunearlo o despreciarlo hasta tal punto que salga de nuestras vidas. Y eso no aporta nada. Por ejemplo, si existe una tecnología que ayuda a reducir las emisiones, aunque no sea todo lo deseable, aporta y ayuda al objetivo, si encima crea empleo mejor que mejor y si encima no cuesta mucho dinero pues sería redondo.
Las reducción de emisiones es vital y no solo se reducen las emisiones instalando renovables. Existen muchas tecnologías que pueden sumar al objetivo de frenar el calentamiento del planeta. ¿Por qué menospreciarlas? Me refiero por ejemplo a la captura y almacenamiento de CO2, al hidrógeno, ya sea verde o azul, a los combustibles sintéticos, al biogás, etc. La AIE apunta a que una transición de energías limpias limitada al sector energético supondría solo un tercio de ese objetivo de cero emisiones. Para completar los dos tercios restantes habrá que "prestar mucha más atención al transporte, la industria y la construcción, que hoy suponen el 55 % de las emisiones de dióxido de carbono". Y estas tecnologías son necesarias.
En muchos casos es cierto que aún es pronto y que el coste es alto pero ya hay proyectos en marcha. Es primordial que parte del dinero se destine a proyectos de I+D+i que aporten soluciones medioambientales y que atraigan inversiones futuras. La Agencia Internacional de la Energía lo dijo hace unos semanas: sin innovación no se alcanzará el objetivo de reducción de emisiones para 2050. ¿A qué esperamos?
Por otro lado, y bajando ya un poco al terreno. España no está en muchas de estas tecnologías. Da la sensación de ser un convidado de piedra en todo esto. En el negocio del almacenamiento no es que se llegue tarde, es que no hay plan industrial al respecto. Al menos se podría hacer una cosa y es facilitar a los fabricantes de baterías que vengan a España con incentivos fiscales. Hace unos días se informó de que la surcoereana LG Chem estaría interesada en la fábrica de Nissan de Barcelona. Sería un lujo poder contar con ellos. Ojalá salga.
España es uno de los grandes fabricantes de coches en Europa. Pero al vehículo eléctrico le cuesta más que en otros países. Sería muy importante atraer todos los modelos eléctricos posibles para fabricarlos en España. Eso atraería a fabricantes de baterías. Todo va unido. Tampoco estaría de menos dejar a la industria extractora de metales raros investigar el suelo en España. Al menos se participaría en la cadena de valor que va a generar el sector de las baterías en el futuro.
Otro punto muy interesante es la eficiencia energética, que es la prima fea de la familia a la que nadie le hace caso, pero sin eficiencia es imposible lograr reducir las emisiones. El Gobierno ha establecido un buen plan de Rehabilitación Energética de Edificios. Ya era hora. Llevan una década prometiéndolo todos los partidos. Pero ahí está y es bueno. No lo digo yo, lo dice la Comisión Europea. Ahora, toca llevarlo a cabo. Y ahí se pueden destinar fondos procedentes del Green Recovery Plan. Además sería interesante en atraer inversiones, una industria con la que poder hacer de la edificación un sector fuerte de nuestra economía, pero no uno bajo un modelo especulativo, sino que aporte de verdad empleo de calidad y convierta las ciudades en verdaderos ejemplos de sostenibilidad.
Ligado a ello, el mundo de la instalación tiene un gran porvenir en cuanto al negocio del autoconsumo energético y la aerotermia se refiere. Este tipo de instalaciones formarán parte del futuro y pueden crear miles de empleos.
Asimismo, el gas natural también está encontrando soluciones más ecológicas que pueden ayudar al objetivo de reducir emisiones. El biogás, el hidrógeno, mejor verde que azul, ofrecen al transporte una oportunidad. No todo el transporte es por carretera y en coches, por tanto, primando la electrificación, hay que dar cabida al gas en algunos tipos de transporte como el aéreo y el marítimo, o el de camiones por carretera que usen estos biocombustibles para mejorar sus datos de emisiones.
Lo que no debería hacerse es dar ayudas a proyectos de renovables que no sean innovadores. Es decir, que no se destine un euro a instalar fotovoltaica o eólica. Ahora que se ha conseguido que el coste sea el más barato de todo el mercado no se puede destinar el dinero a de los fondos a instalar parques eólicos y grandes huertos solares. Ya hay financiación suficiente en el mercado para ello.
Sin embargo, si son innovadores y pueden ofrecer soluciones determinantes para algunos casos, ahí sí. Por ejemplo, sistemas de almacenamiento con baterías. Investigar en distintos tipos de baterías no solo de ion-litio podría ayudar a la integración de renovables en el sistema de cara al futuro.
En el campo de la electricidad, tampoco sería de menos ver qué posibilidades se le puede dar a la nuclear. Existen nuevas tecnologías como los pequeños reactores que podrían ayudar, amén de que también pueden producir hidrógeno sin emitir. Otro campo relacionado con la nuclear sería la investigación en todo lo relacionado con los residuos.
Luego existen otros grandes emisores como la agricultura y la ganadería en los que se debería poner un foco y ayudarlas a conseguir ser menos contaminantes. Establecer líneas de ayuda será clave.
En definitiva, el objetivo es reducir emisiones, y todo lo que ayude en estos momentos es imprescindible. No se puede descartar nada. Y España tiene todo para poder conseguirlo. Ahora solo falta que exista un verdadero pacto de Estado entre los grandes partidos para que el reparto sea eficiente y efectivo que de verdad ayude a la gente a encontrar trabajo.
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