El abaratamiento eléctrico y del petróleo alivia los gastos del agricultor en gasóleo o fertilizantes, pero los productores relativizan el ahorro en las facturas durante la pandemia y lo atribuyen a factores como el clima o el menor consumo.
La tendencia a la baja de las fuentes energéticas, que repercute en la inflación y en el índice de precios de consumo (IPC), también se refleja en los costes agrícolas, y más en un sector económico en el que los márgenes de beneficios de sus profesionales son ajustados, limitados por el precio en origen de los alimentos.
Fuentes de las organizaciones agrarias y de las comunidades de regantes reconocen, en declaraciones a Efe, que los precios de los insumos son inferiores a los del año pasado, pero cuestionan que el petróleo sea la única razón, ya que, por ejemplo, las lluvias reducen los costes del regadío.
Por el contrario, la humedad provoca enfermedades y plagas, que incrementa los gastos en fitosanitarios, como en el cultivo de cereal.
BAJADA DEL GASÓLEO
El precio de venta al público del “gasóleo B” o agrícola se ha reducido un 26 % en un año, según los últimos datos de la Comisión Nacional de los Mercados y de la Competencia, que situaban la cotización en 0,681 euros/litro a finales de mayo.
“Esto supone una reducción del 36 % si lo comparamos con el precio más alto del año pasado, en noviembre o del 33 % en julio”, de acuerdo con la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), que admite su efecto en el gasto de las explotaciones.
Sin embargo, el impacto varía según el tipo de explotación, porque es mayor en las de regadío que en las de secano y mayor en las granjas extensivas que en las intensivas, y además cuando ha descendido la cotización del carburante ha sido por su inferior consumo (en marzo, el petróleo llegó a niveles de 1973).
En el caso de los fertilizantes, han disminuido, pero menos; el director de servicios técnicos de COAG, José Luis Miguel, y UPA indican que cuando se desplomaron los precios del petróleo o gas natural ya se había producido un gran uso de ellos en España y se habían completado las campañas de abono.
Por ello, se espera que el abaratamiento se note en los fertilizantes de los cultivos de primavera, como maíz, patata y remolacha, y para los leñosos como olivar, viñedo y algunos frutales.
MENOS DEMANDA DE ELECTRICIDAD
La electricidad ha experimentado un descenso de precio por la menor demanda y por el abaratamiento en la generación en las centrales de ciclo combinado.
Los agricultores dedicados al regadío han percibido el ahorro en gasóleo o electricidad, pero también por otra razón: las lluvias abundantes reducen las necesidades de riego extra.
El presidente de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes (Fenacore), Andrés del Campo, subraya que los costes energéticos a simple vista han caído mucho, pero recuerda que esto beneficia a los agricultores que tienen contratos con las eléctricas que vencían y que han tenido que renovarse.
Del Campo afirma, sin embargo, que durante la pandemia ha habido compañías eléctricas que han sido conscientes y han ofrecido a regantes precios más bajos para contratos nuevos.
Fenacore reivindica desde hace años que la factura eléctrica sea modificada en lo que respecta al calendario de horas “valle y punta”, porque estima que perjudica mucho al agricultor, especialmente en períodos en que no riega.
En cualquier caso, Fenacore, COAG y UPA insisten en que las cuentas del agricultor y del ganadero dependen de la remuneración por los alimentos que producen y apuntan que la subida en el supermercado o en la tienda tradicional, durante la pandemia, no ha resuelto el problema de los precios bajos en origen.
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