La Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha dado su visto bueno a los cierres de las centrales térmicas de carbón leonesas de La Robla, propiedad de Naturgy, y de Compostilla II, de Endesa.
En sus informes sobre el cierre de ambas centrales, el organismo regulador no plantea observaciones a la propuestas de resolución del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico para autorizar a Naturgy Generación el cierre de los grupos 1 y 2 de la central térmica de La Robla, en el término municipal de La Robla (León), y a Endesa Generación, a la clausura de los grupos 3, 4 y 5 de la central térmica de Compostilla II, en el término municipal de Cubillos del Sil (León).
El proceso de cierre y, en su caso, desmantelamiento de una central de generación exige una serie de trámites previos, entre ellos el informe de Red Eléctrica de España (REE), como operador del sistema eléctrico, antes de su autorización por el Ministerio, cuando, como en este caso, la competencia corresponde a la Administración estatal.
Además, la CNMC emite un informe preceptivo en el que analiza la propuesta de resolución del Ministerio y puede o no realizar observaciones a la misma. Para la clausura de cualquier central de generación eléctrica, las empresas titulares deben presentar un plan ordenado de cierre y la justificación económica para ello.
AUTORIZACIÓN DEL MINISTERIO Y PLAZOS PARA CIERRE Y DESMANTELAMIENTO
A partir de la autorización del gabinete dirigido por Teresa Ribera los propietarios dispondrán de seis meses para su cierre y de cuatro años para el desmantelamiento completo de las instalaciones, indicó el organismo presidido por José María Marín Quemada.
En el caso concreto de Compostilla II, Endesa plantea el cierre de tres grupos de generación, que representan un total de 1.051,7 megavatios (MW) de potencia instalada y fueron puestos en marcha en la década de los setenta y los ochenta. En 2007 y 2015, ya se autorizó el cierre de otros dos grupos más antiguos.
En el año 2000, la central inició la co-combustión de carbón con coque de petróleo y la incorporación de carbones de importación. Además, progresivamente ha ido reduciendo el uso de carbón autóctono, cuya calidad ha empeorado en términos de contenido en azufre y cenizas. La central, a partir del 1 de julio de 2020, incumplirá los límites legales de emisiones y, por tanto, no podrá seguir en funcionamiento. Para adaptarla técnicamente se tendrían que realizar fuertes inversiones.
Como consecuencia de las restricciones ambientales, la reducción de márgenes y el aumento de la generación mediante energías renovables, las instalaciones han tenido una escasa producción en los últimos años, según confirma el operador del sistema.
Por su parte, el grupo 1 de La Robla entró en servicio en 1971 con una potencia neta de 264 MW y el grupo 2 en 1979 con una potencia neta de 355 MW.
Entre los años 2000-2004 la central operaba, de promedio, 6.450 horas equivalentes a plena carga. Sin embargo, durante los últimos cinco años, ha tenido un factor de utilización promedio de solo 2.780 horas equivalentes. En particular, en 2018, el grupo 2 ha registrado 2.307 horas equivalentes de funcionamiento a plena carga (el grupo 1 ninguna), lo que ha supuesto una producción de 819 gigavatios hora (GWh).
Según el análisis del operador del sistema, el funcionamiento de la central no se considera necesario para cubrir ninguna contingencia previsible ni en la red de transporte ni en la de distribución.
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