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La gran banca y los fondos exigen la etiqueta ECO para evitar riesgos en las futuras inversiones

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El camino hacia una transición energética no solo depende de la voluntad política o de las empresas energética que apuesten decididamente por nuevos proyectos sostenibles. Hace falta dinero. Y es ahí donde intervienen las entidades crediticias y los fondos de inversión, pero ¿están interesados en invertir en ella?

"El mensaje del Acuerdo de París para involucrar al sector financiero ha calado y está propiciando numerosas líneas de actuación", ha dicho Margarita Delgado, subgobernadora del Banco de España, durante la mesa redonda 'Las finanzas sostenibles como motor de la transición ecológica' organizada por la entidad pública, "pero los bancos deben saber cómo reaccionar porque las medidas encaminadas a transformar la economía de modo sostenible afectan directamente a la solvencia de las entidades de crédito, que deben identificar, cuantificar y mitigar adecuadamente estos riesgos".

"A la hora de invertir, desde el punto de vista financiero, toma cada vez más relevancia el factor de la 'sostenibilidad'" ha explicado Helena Viñes, directora de Análisis de Sostenibilidad de la gestora de activos de **BNP Paribas, **"pongamos como ejemplo que se valore invertir en una central de carbón en Reino Unido o en Vietnam. El riesgo de esa inversión es mucho mayor en el primer caso porque hay un rechazo social por la conciencia ambiental y unas políticas de descarbonización que dificultarán su rentabilidad. Sin embargo, en el caso de Vietnam, ni la población mostraría su rechazo ni el gobierno se mostraría en contra, todo lo contrario, incluso favorecería la construcción de esta térmica", continúa Viñes, "sin embargo, si tomamos como referencia el riesgo al planeta, ambas inversiones son peligrosas, porque a largo plazo hay un riesgo sistémico, un riesgo en el sistema financiero".

La Unión Europea quiere liderar los esfuerzos internacionales para la construcción de un sistema financiero que apoye el crecimiento sostenible. Este año se deberá conocer el informe definitivo de la Comisión Europea en lo relativo a la normativa sobre financiación sostenible, apoyado en el trabajo realizado por el denominado Grupo de Expertos de Alto Nivel sobre Finanzas Sostenibles. Y es que se estima que si la UE quiere alcanzar los objetivos de clima y energía para 2o30 serán necesarios unos 180.000 millones de euros de financiación al año.

"Pero ¿quién va a poner ese dinero?" ha continuado la responsable de BNP Paribas y miembro del grupo de trabajo de la Comisión Europea sobre estos asuntos, "está claro que no va a venir del erario público".

“Los bancos son los responsables del 70% de la financiación en Europa y son los bancos europeos los que en general están liderando esta transición hacia economías bajas en carbono. Nos queda mucho por hacer pero las entidades europeas van por delante, sin duda” señala por su parte Antoni Ballabriga, director global de Negocio Responsable de BBVA, "recientemente, BBVA se ha comprometido a movilizar 100.000 millones de euros en financiación verde, infraestructuras sostenibles, emprendimiento social e inclusión financiera".

Según los expertos, España reúne condiciones para ser líder en financiación sostenible, porque tiene un grupo de empresas potente, muchas de las del IBEX 35, que pueden actuar como motor en este ámbito que busca alinear el sistema financiero con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de Naciones Unidas.

España está todavía muy retrasada en este terreno, según Helena Viñes, aunque en los últimos dos años se ha dado un impulso grande, en el que están trabajando no sólo las grandes empresas sino también agentes como Inverco, la patronal de los fondos de inversión, si bien las gestoras de fondos apenas han hecho ningún trabajo en este sentido.

Creación de una taxonomía

El problema que les surge a los inversores es hasta qué punto una empresa o un proyecto es sostenible o puede considerarse "verde". Por eso, las entidades demandan la incorporación de una taxonomía, una lista de actividades que se puedan considerar medio ambientales, que sirvan para reducir las emisiones de CO2 de manera significativa.

"Se precisa un lenguaje común, que puedan emplear tanto los emisores de deuda como los inversores potenciales, para que se puedan desarrollar estos mercados y Europa está trabajando en ello" ha aclarado la subgobernadora del Banco de España.

"Es necesario unificar los criterios, por ejemplo, en el caso de los ecocombustibles, en algunas ocasiones se considera que son sostenibles solo los de 2ª Generación, pero en otras incluyen el uranio de las nucleares en esta clasificación", ha advertido Viñes, "nos faltan datos comparables, transparentes de las empresas en esta materia, pero si no nos dan esa información, iremos nosotros a por ellos. Estamos mirando las carteras de valores para conocer qué empresas responden a más del 75% del mercado de carbono. Y si no es suficiente, les preguntamos directamente. En el caso de ExxonMobile, quisimos saber cómo tenían pensado resolver los daños causados en el clima".

Es evidente el atractivo entre los inversores de las emisiones sostenibles es un indicio de la creciente preocupación que existe por los efectos del cambio climático. No solo es una demanda de los clientes de las entidades financieras, que reconocen que "aumenta cada día y de manera exponencial", sino que los factores ASG (cuestiones ambientales, sociales y de gobernanza) "en la toma de decisiones, ya que reducen la volatilidad o la inestabilidad de las inversiones y ayuda a mejorar la rentabilidad a largo plazo".

No obstante, para que los mecanismos de transmisión descritos funcionen adecuadamente es necesario que el volumen de títulos negociados en estos mercados alcance una masa crítica y puedan ser catalogados de un modo consistente.

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