Las ventas de vehículos eléctricos están despegando y alcanzarán más del 10 % en 2020. El director general de Audi abogó recientemente por la "Technologieklarheit" (la claridad tecnológica): nada de gasolina, nada de diésel, nada de híbridos (enchufables), nada de gas y nada de hidrógeno en los turismos, solo vehículos eléctricos de batería. Muchos otros fabricantes de automóviles y camiones afirman ahora públicamente que el futuro de casi todo el transporte por carretera se basará en vehículos eléctricos de batería, incluso en el caso de los camiones de largo recorrido.
Esto nos lleva a preguntarnos por qué la Directiva sobre Energías Renovables de la UE (RED por sus siglas en inglés) sigue permitiendo a los Estados miembros alcanzar sus objetivos utilizando exclusivamente un tosco martillo como es la mezcla de biocombustibles. De hecho, 25 de los 27 países de la UE solo permiten a los proveedores de combustible cumplir sus objetivos de combustibles renovables para el transporte con la mezcla de biocombustibles. Se trata de un enfoque que se remonta a la era del motor de combustión interna.
El evidente atractivo de autorizar únicamente la mezcla de biocombustibles es que la industria de los combustibles no se ve obligada a cambiar, le basta con mezclar cada vez más biocombustibles. Es el camino de menor resistencia. Los principales actores siguen siendo las mismas compañías productoras de combustibles fósiles, un par de empresas mezcladoras de biocombustibles y las estaciones de servicio existentes.
Pero seguro que podemos hacerlo mejor en vistas del inminente aumento de vehículos eléctricos. Lo que necesitamos no es un aumento gradual de los biocombustibles, sino pasarnos directamente al combustible imprescindible del transporte del futuro: la electricidad renovable.
La electricidad renovable no es un combustible de sustitución que se pueda mezclar. A diferencia de la infraestructura de los combustibles fósiles, la electricidad renovable se produce de forma mucho más descentralizada. La carga de los vehículos eléctricos también estará descentralizada, a veces se hará en puntos de carga rápida de la red pública, aunque tendrá lugar mayoritariamente en casa o en el lugar de trabajo.
La revisión de la directiva sobre las energías renovables nos ofrece una ventana de oportunidad. La UE debe hacer posible que los proveedores de combustible de todos los países de la UE utilicen también la electricidad renovable para cumplir sus objetivos.
Un sistema de créditos negociables debería ofrecer igualdad de condiciones a los distintos combustibles renovables, acabando con el monopolio de los biocombustibles como combustible renovable de elección. Los Países Bajos ya cuentan con un mecanismo de créditos de este tipo, así como Alemania. Francia introducirá un sistema de créditos para la electricidad renovable a partir de 2022, mediante una enmienda de su normativa sobre biocombustibles.
Los proveedores de combustible de cualquier lugar de la UE deberían tener la opción de cumplir sus objetivos utilizando todos los combustibles renovables disponibles, incluidos los créditos de la electricidad renovable. Los operadores de los puntos de carga de la red pública deberían poder generar esos créditos y venderlos a los proveedores de combustibles fósiles. Algunos proveedores de combustible podrían incluso empezar a operar sus propios puntos de carga para vehículos eléctricos en sus gasolineras, en lugar de pagar por biocombustibles. Asimismo, tanto los conductores que carguen sus vehículos eléctricos en casa como los empresarios que ofrezcan a sus empleados la posibilidad de cargarlos en el trabajo también deberían poder vender créditos por la electricidad renovable cargada.
Pero recordemos que el objetivo de la Directiva sobre Energías Renovables es el fomento de la energía procedente de fuentes renovables. Por lo tanto, todo posible mecanismo de créditos debería incentivar también la carga de vehículos eléctricos con electricidad 100% renovable. Un vehículo eléctrico es de por sí más limpio que un coche que funciona con diésel o gasolina (incluso incluyendo en el cálculo las emisiones derivadas de la producción de la batería), pero el ahorro de emisiones de los vehículos eléctricos puede multiplicarse si se incentiva su carga con electricidad renovable.
Ha llegado el momento de que la UE deje de usar la única y tosca herramienta de la «mezcla de biocombustibles» y de que abra una nueva caja de herramientas con algunos instrumentos más refinados. El mecanismo de créditos por la electricidad renovable es una idea entre otras posibles. La buena noticia es que la Estrategia de Movilidad Sostenible e Inteligente de la Comisión Europea parece ir en la misma línea. La Comisión debería cumplir estos planes y ajustar el mecanismo de contabilización cuando revise su Directiva sobre Energías Renovables en junio. Es hora de pasarse a herramientas más sofisticadas.
Geert De Cock es manager de Electricidad y Energía en Transport & Environment, una ONG que defiende la movilidad limpia.
Deja tu comentario
Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Todos los campos son obligatorios