Es la conclusión de un trabajo realizado por el catedrático de la Universidad Nacional Autónoma de México, Gerardo Ceballos, junto a varios colegas de la Universidad de Stanford, que han cartografiado la distribución geográfica de más de 27.600 especies de pájaros, anfibios, mamíferos y reptiles; la mitad de las especies vertebradas terrestres conocidas.
Esta extinción es, además, diferente de las cinco que la precedieron, dado que todas las anteriores fueron causadas por fenómenos naturales y está siendo originada por el ser humano.
Por otro lado, las conclusiones recogidas en el panel del cambio climático de la ONU de 2018 daban al planeta un margen de 12 años para reducir las emisiones en un 45% respecto a los niveles de 1990.
Ya hemos aumentado la temperatura global en un grado; si superamos el grado y medio, los científicos auguran una serie de graves consecuencias en cadena. Hay que actuar de inmediato y la innovación tecnológica, junto al desarrollo de nuevos marcos regulatorios y la educación, se convierten en activos fundamentales para transformar el sistema económico actual.
La descarbonización de la economía para hacer frente al cambio climático exige un fuerte impulso al uso de las energías renovables y la descentralización de los modelos tradicionales de gestión y suministro de energía. Expertos y gobiernos coinciden en destacar la transformación digital como el aliado clave para lograrlo.
El mundo debe apostar de manera decisiva por las energías renovables y gestionarlas con herramientas digitales, lo que las hará más accesibles, eficientes y distribuidas. Los edificios y las viviendas deberán generar su propia energía limpia, que los ciudadanos intercambiarán a través de redes inteligentes de distribución.
Para afrontar estos retos hará falta un plan en escala mundial, un “New Deal”, un gran programa de inversiones que estimulará de paso el empleo y que, en este caso, vendrá apoyado por el propio sector privado.
El precio de producción de la energía solar sigue cayendo y ya está por debajo del gas. Los costes fijos seguirán bajando exponencialmente y las energías fósiles, mucho más costosas de explotar, ya están en crisis. Esto lo podemos comprobar en los planes de inversión de las multinacionales de energía, como por ejemplo ENEL, que incluye en su plan estratégico 2020-2022 un objetivo de producción de 68% cero emisiones de CO2.
Además, los inversores de todo el mundo ya han retirado de esa industria 11 billones de dólares en cuatro años. De hecho, las estimaciones hablan de unas pérdidas potenciales de unos tres billones de dólares por activos que quedarán obsoletos: los derechos de explotación dejarán de tener valor porque no se ejercerán; los combustibles no se extraerán porque será demasiado caro hacerlo y los oleoductos caerán en desuso,
En este contexto, los analistas afirman que la burbuja del petróleo estallará pronto. En concreto, los expertos hablan del año 2028, que es cuando se espera que el14% de la energía consumida en el planeta sea solar y eólica. Cuando Alemania alcanzó esa cifra, la inversión en energía nuclear y combustibles fósiles empezó a caer con fuerza.
La tarea de los gobiernos será entonces invitar a los inversores a financiar la gran transformación. El dinero busca la rentabilidad, y ahora mismo no tiene a dónde ir, en una situación de bajos tipos de interés, estas inversiones podrían ser una apuesta segura.
La Tercera Revolución Industrial
Las energías renovables son cada vez más baratas y al mundo le irá bien si las abraza en masa, pero ¿cuál es el otro elemento esencial para esa revolución?
Lo que está claro es que los grandes cambios de paradigma de la historia surgieron de la combinación de tres grandes componentes: nuevas formas de comunicación para unir a grandes colectivos, nuevas formas de movilidad para hacer eso posible y nuevas fuentes de energía que alimentasen lo anterior.
En la Tercera Revolución Industrial, que es la que vivimos hoy, las tres palancas de cambio conviven en un mismo elemento: la Red. El internet de la comunicación converge con el internet de la energía renovable y el internet de la movilidad y de la logística, que conecta vehículos eléctricos que pronto serán autónomos alimentados por energías renovables.
Todo ello convive en un espacio moldeado por el internet de las cosas (IoT), en el que los edificios inteligentes actúan como nodos de recolección de datos para el sistema y como pequeñas plantas de generación de energía. El cambio de paradigma que aporta la Tercera Revolución Industrial es rompedor.
Diversas iniciativas en estos ámbitos ya están empezando a contrastar su éxito, como “Net Zero Iniatitive”, un proyecto impulsado por la Universidad de Monash, la mayor de Australia, y premiado por la Secretaría de las Naciones Unidas para el Cambio Climático) en el COP24 (Cumbre del cambio Climático de Katowice, Polonia). Supone una trasformación completa del uso de energía mediante el desarrollo de una micro-red eléctrica de última generación, con el objetivo de terminar con las emisiones contaminantes en 2030.
También existen proyectos de innovación como ROMEO, liderado por Iberdrola, que utiliza tecnologías cloud y de Internet of Things (IoT) para reducir costes de operación y mantenimiento en parques eólicos marinos (offshore). En esta línea también se sitúa SENSIBLE (Storage ENabled SustaInable Energy for BuiLdings and communities), cuyo fin es integrar diferentes tecnologías de almacenamiento de energía tanto en la red de distribución como en hogares y edificios para aumentar la autosuficiencia, la calidad del suministro y la estabilidad de la red con el fin de crear modelos de negocio sostenibles.
Las tecnologías de redes digitales están mostrando beneficios para integrar una mayor cantidad de generación renovable, reduciendo el impacto ambiental y los costes de operación, a la vez que mejoran la seguridad en el suministro. Y la seguridad en el nuevo entorno digital o ciberseguridad es precisamente uno de los temas que cobrarán más relevancia a medida que se vaya acelerando la transición energética, tanto para luchar contra el uso ilícito de datos por parte de terceros, como para evitar ataques a las infraestructuras del sistema energético desde la red.
**Maurizio De Stéfano es **Director de Energía y Utilities en Minsait del Grupo Indra.
JELorenzo
13/12/2019