La movilidad eléctrica ya no es una promesa de futuro: es una realidad que se acelera día tras día en España y en toda Europa. Las cifras de matriculaciones de vehículos eléctricos crecen y la infraestructura de recarga se esfuerza por acompañar este ritmo (y de hecho, lo supera en muchas ocasiones). Pero esto ya no es suficiente, la transición energética nos exige dar un paso más. Debemos transformar las estaciones de recarga en auténticos hubs energéticos capaces de producir, almacenar y gestionar energía limpia para este y otros usos.
La aceleración de la movilidad eléctrica está redefiniendo no solo el transporte, sino también la arquitectura energética del país. Las estaciones de recarga ultrarrápida, hasta ahora concebidas como puntos de consumo intensivo, están evolucionando hacia un nuevo modelo: hubs energéticos. Se trata de infraestructuras capaces de producir energía renovable, almacenarla, gestionarla de manera inteligente y prestar servicios a la red. Para el conductor, este modelo se traduce en una experiencia de recarga más fiable, económica y sostenible. La certeza de que su vehículo se alimenta con energía renovable refuerza la confianza en la electromovilidad y acelera su adopción.
Beneficios
Pero los beneficios van mucho más allá del individuo. La implantación masiva de hubs energéticos tiene un impacto directo en la seguridad energética nacional, en la reducción de emisiones y en el cumplimiento de los objetivos europeos de descarbonización. Además, dinamiza la economía local al generar empleo en sectores de alto valor añadido: ingeniería, instalación fotovoltaica, mantenimiento de baterías y gestión digital de la energía.
¿Cómo lograrlo? Para empezar, con el despliegue de paneles solares fotovoltaicos en electrolineras para aprovechar este abundante recurso en España, donde la mayoría del territorio recibe una irradiación media anual superior a los 1.600 kWh/m². Gracias a ellos, parte de la electricidad para la recarga se produce in situ, reduciendo la dependencia de la red en horas punta y disminuyendo la huella de carbono de cada kWh entregado al vehículo.
Pero no solo eso, toda la energía sobrante se puede almacenar y configurar la electrolinera con inversores bidireccionales que facilitan la integración directa con sistemas de almacenamiento, generando un microgrid autónomo y optimizado. Todo esto no solo reduce la potencia máxima demandada a la red, lo que limita los costes (económicos y medioambientales) por términos de potencia, sino que también permite garantizar continuidad del servicio en caso de incidencias en el suministro.
Almacenamiento y rentabilidad
Y siguiendo con la idea de proveer a otros dispositivos, se podría usar esa energía almacenada para participar en mercados de balance y regulación de frecuencia, aportando flexibilidad al sistema eléctrico y convirtiendo a la electrolinera en un agente activo de la red, en lugar de ser una carga pasiva. Esto proporciona estabilidad y puede reducir tensiones en la infraestructura de distribución.
Incluso, en un futuro cercano, los hubs energéticos podrán habilitar funcionalidades de Vehicle-to-Grid (V2G) -del vehículo a la red-, donde los automóviles actúan como unidades de almacenamiento distribuido. Esto abrirá un nuevo escenario en el que la flota eléctrica, conectada en estaciones de recarga o en entornos urbanos, aportará reserva de capacidad, regulación de frecuencia y soporte a la integración de renovables intermitentes.
Desde el punto de vista económico, este modelo de electrolineras como hubs energéticos abre nuevas vías de rentabilidad y sostenibilidad financiera. La integración de generación fotovoltaica y almacenamiento reduce significativamente los costes operativos ligados a la energía, al mismo tiempo que limita la exposición a la volatilidad de precios en los mercados mayoristas.
Además, permite a los operadores diversificar ingresos mediante la participación en mercados de flexibilidad y servicios auxiliares, optimizando el retorno de la inversión y reforzando la viabilidad a largo plazo de las infraestructuras. En un sector con fuertes necesidades de capital, esta combinación de ahorro energético, eficiencia operativa y generación de valor adicional es un factor clave para atraer inversión y acelerar el despliegue masivo de la red.
España lo tiene todo
Sea como sea, está claro que la movilidad verde no puede entenderse de manera aislada: forma parte de un sistema energético cada vez más distribuido, digitalizado y descarbonizado. Las estaciones de recarga ultrarrápida, concebidas como hubs energéticos con generación solar, almacenamiento y gestión inteligente, representan (o representarán) la infraestructura crítica para conectar estos mundos.
España tiene todos los ingredientes para liderar este cambio: sol abundante, una creciente penetración del coche eléctrico y un tejido empresarial innovador. Lo que necesitamos ahora es voluntad y visión estratégica desde todas las áreas de la empresa y la administración pública. Estamos convencidos de que muy pronto lo estaremos viendo en nuestras ciudades.
Bastien Verot es coCEO de Electra en España






Sol Mediterráneo
29/11/2025