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Las inversiones en combustibles fósiles, el 'caballo de Troya' de las entidades financieras

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Para cumplir con los acuerdos climáticos de París, hay que contar con un elemento fundamental, la financiación, qué papel debe jugar el dinero y el mundo financiero. “Es la herramienta que debe facilitar el cambio” hacia una economía baja en carbono para frenar el cambio climático, según ha destacado la directora del Instituto para el Desarrollo Sostenible y las Relaciones Internacionales (IDDRI), Teresa Ribera, en el Foro de Sostenibilidad organizado por la Fundación Alternativas.

"El Acuerdo de París ha supuesto un importante cambio en la sociedad civil, un pilar muy importante para la negociación climática de las partes", ha explicado Carlos Sallé, director de Políticas Energéticas y Cambio Climático de Iberdrola "pero también hay muchas iniciativas en todo el mundo que nacen de alianzas globales, no solo de países, sino de empresas y de fondos de inversión, que están aglutinando fuerzas para dar el impulso que necesitan".

Desde el fondo soberano noruego hasta Michael Bloomberg, el alcalde de Nueva York, pasando por grandes empresas y aseguradoras, el movimiento por la desinversión fósil es el que más rápido crecimiento ha experimentado de todos los movimientos de desinversión de la historia. De hecho, se calcula que alcanzará los 6,1 billones de dólares en los próximos cinco años.

"La sociedad está demandando que haya estabilidad en el mundo, que las empresas no se basen en el dividendo de los accionistas solo, sino también en los beneficios que reporta a la sociedad, y por tanto hay que unir el dividendo financiero con el dividendo social", ha añadido Sallé.

Iberdrola lo tiene claro. La compañía fue el mayor emisor de bonos verdes a nivel de empresa durante 2016 y realizó todas sus emisiones públicas en este formato a lo largo de 2017, entre las que destaca el bono verde híbrido cerrado el pasado mes de noviembre, con el que la empresa inauguró este mercado en España. Durante el pasado ejercicio también se firmó el primer crédito verde realizado a nivel mundial para una compañía energética, suscrito entre Iberdrola y BBVA por importe de 500 millones de euros.

Pero ¿está el sector financiero trabajando en esa misma línea? "Tenemos que jugar un papel muy importante en el cambio de la sociedad, sí, pero ya estamos en un proceso de transformación por la crisis económica, que trajo como consecuencia una crisis de reputación, de confianza", ha señalado Federico Gómez, director del área de Sostenibilidad del Banco Santander, "y el sector debe ser el catalizador para responder a la presión que reciben de los stakeholder, que están demandando que se introduzcan los criterios ASG (ambientales, sociales y de gobierno corporativo), y debemos traducirlo para que todos lo entiendan".

"Los cuatro retos a los que se enfrentan las entidades financieras europeas son los bajos tipos de interés, el tsunami regulatorio (como consecuencia de la crisis económica), las tecnologías disyuntivas y la reputación", ha añadido Pablo Zalba, presidente del ICO, "y además no hay que olvidar que una importante parte de la ciudadanía responsabiliza a las entidades financieras de la crisis económica, pero hay hitos que animan a que haya más actividad al respecto”, como ha ocurrido con la emisión de bonos sostenibles, un mercado que ha crecido un 43 % en España entre 2016 y 2017.

"No hay que elegir entre una financiación ambiental/social y una financiera, tienen que ir de la mano", ha recalcado por su parte Inés García-Pintos, responsable de RSC e Innovación de CECABANK, "pero ciertamente los bancos no son una ONG, están para hacer dinero por los que habría que responder a la pregunta ¿por qué nos puede interesar las iniciativas bajas en carbono o en medio ambiente? Pues porque el cambio climático al que nos enfrentamos introduce riesgos en las inversiones que se han hecho y si algo no le gusta al sector es la incertidumbre".

Según el último informe de la asociación Global Sustainable Investment Alliance, las inversiones responsables han alcanzado los 22 billones de euros a nivel mundial a finales de 2016, con un crecimiento del 25% bianual. Además, suponen el 26,3% del total de activos bajo gestión, y actualmente es una fuerza importante en los mercados financieros mundiales. De entre todos, destaca Japón, la región de más rápido crecimiento, debido a una mayor información y a la intensa actividad inversora de los inversores institucionales, seguidos de Australia, Nueva Zelanda y Canadá.

En España, cada vez con más peso

Ya en el plano nacional, todos han coincidido en que las inversiones en España en activos bajos en carbono son cada vez más relevantes. "El 62% de los planes de pensiones incluyen criterios de sostenibilidad, según confirma la Dirección General de Seguros, y si lo hacen es porque son inversiones más fiables, duraderas y largas", ha añadido García-Pintos, "además, no considero que sean pocas, los fondos suman más de 185.000 millones de euros, y los activos sostenibles en España han crecido un 17% entre 2015 y 2016, aunque aún están muy por debajo de lo que ocurre en otros países europeos, como Reino Unido".

Sin embargo, todos han coincidido en que falta mucha concienciación en la sociedad, en que falta mucha formación, se necesita expertise. "Se necesitan señales claras a las entidades financieras sobre la reducción de inversiones en combustibles fósiles, y una de esas señales tiene que surgir principalmente de las administraciones públicas, de la regulación, no tiene sentido que el sector financiero haga ese esfuerzo mientras que desde el Estado se siguen subvencionando energías sucias", ha dicho el representante de Iberdrola, "como por ejemplo, que queramos cerrar las dos únicas centrales de carbón que tenemos en nuestros activos, que además no tienen peso en el mix eléctrico, y aún así se quiera mantenerlas en funcionamiento. No tiene sentido. Si se quiere hacer así, que al menos se incluyan las implicaciones ambientales que supone tenerlas activas".

"Debería haber una coherencia entre las señales que se piden a las entidades financieras y las ayudas que continúan recibiendo las energías 'marrones' por parte del Estado", ha corroborado la representante de CECABANK, "pero también debería haber una fiscalidad favorable a las inversiones sostenibles y el capital tiene que facilitar el entorno adecuado". Aún así,

Pese a todo, el sector financiero tiene miedo a una nueva burbuja, "la de la sostenibilidad o la de las inversiones verdes", por eso piden a los reguladores que recomienden y pongan el foco en aspectos que hasta ahora eran solo un nicho.

La Comisión Europea señala que se necesitan alrededor de 180.000 millones de euros de inversión adicional cada año para alcanzar los objetivos climáticos en 2030, entre ellos una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero del 40%. Todavía quedan muchas barreras por superar, y la banca tiene mucha tarea por delante.

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