La gama de nuevas tecnologías energéticas en desarrollo a nivel mundial es más amplia y parece más prometedora que nunca, pero el panorama de la innovación energética mundial está en un momento crucial en medio de señales de desaceleración del impulso en la financiación y prioridades cambiantes, según un nuevo informe de la AIE.
El informe, El Estado de la Innovación Energética, ofrece una primera revisión global exhaustiva de las tendencias de innovación en tecnología energética, basándose en un nuevo conjunto de datos que abarca más de 150 innovaciones destacadas y una encuesta a casi 300 profesionales de 34 países. Las conclusiones revelan tanto el papel central de la innovación en el avance de las estrategias energéticas e industriales nacionales como las oportunidades clave para mantener el ritmo de progreso.
El informe muestra que la innovación energética ha generado importantes beneficios económicos y de seguridad. Las inversiones públicas en investigación y desarrollo (I+D) en respuesta a las crisis energéticas de la década de 1970, que alcanzaron el 0,1% del PIB, impulsaron la expansión de la energía nuclear y redujeron la dependencia de muchos países de los combustibles importados.
De igual manera, los avances tecnológicos en baterías y vehículos eléctricos han reducido la necesidad de importar petróleo en China, mientras que la innovación en tecnología de esquisto transformó a Estados Unidos de importador de energía a exportador neto. Hoy en día, las estrategias industriales de países de todo el mundo priorizan cada vez más la competitividad económica, la seguridad y la resiliencia, lo que hace que el progreso en innovación sea más importante que nunca.
Diversificación por sectores
En los últimos años se ha observado un aumento constante de la actividad innovadora. El gasto público y corporativo en I+D energética ha crecido a una tasa anual promedio del 6%, aunque las estimaciones iniciales para 2024 indican que el crecimiento podría estar desacelerándose en algunas economías avanzadas. La I+D energética corporativa ha superado el crecimiento económico, especialmente en los sectores automotriz y de energías renovables.
Sin embargo, el gasto en I+D como porcentaje de los ingresos en los sectores del cemento y el acero se mantiene entre un 20% y un 70% por debajo del de los sectores automotriz y de energías renovables, respectivamente, mientras que los sectores de la aviación y el transporte marítimo han reducido la proporción de sus ingresos dedicada a I+D en la última década.
“La innovación es el motor del sector energético, especialmente en la actual coyuntura de rápida evolución, con el mix energético global en constante cambio y tendencias importantes como la electrificación, que tienen efectos de gran alcance”, declaró Fatih Birol, director ejecutivo de la AIE . “Una amplia gama de tecnologías parece estar a punto de comercializarse, lo que ofrece esperanzas de mejoras en la seguridad energética, la asequibilidad y la sostenibilidad a largo plazo. Sin embargo, necesitamos inversión, tanto pública como privada, para ampliar las soluciones innovadoras. La recuperación de la inversión puede que no siempre sea rápida, pero será duradera”.
La financiación de capital riesgo (CR) para tecnologías energéticas se multiplicó por más de seis entre 2015 y 2022, alcanzando niveles equivalentes a toda la I+D pública en energía en conjunto. Esta afluencia de capital privado ha respaldado a unas 1.800 startups energéticas. Incluso si solo una fracción de estas empresas prospera, podrían tener un impacto significativo en los sistemas energéticos mundiales para la década de 2030.
Sin embargo, esta tendencia de inversión se revirtió en 2023 y 2024, con una disminución de la financiación de CR de más del 20% debido al endurecimiento de las condiciones financieras. El único sector que registró un crecimiento en la financiación de CR durante este período fue la inteligencia artificial, que ofrece potencial para acelerar la innovación energética, pero también podría desviar capital del sector energético.
China y Europa apuesta por tecnologías limpias
Los esfuerzos de innovación también se han globalizado cada vez más. China superó a Japón y Estados Unidos en 2021 como el país líder en patentes de energía, con más del 95% de sus patentes centradas en tecnologías de bajas emisiones. Desde el año 2000, las patentes globales de tecnologías de bajas emisiones han crecido 4,5 veces más rápido que las de combustibles fósiles.
Los patrones de inversión difieren entre regiones: China destina aproximadamente la mitad de sus patentes de energía y el 90% de su financiación de capital riesgo a tecnologías de fabricación en masa, como baterías y electrolizadores. Europa tiene un enfoque similar, pero es más activa en proyectos de ingeniería a gran escala, mientras que Estados Unidos mantiene una cartera de innovación diversificada en tecnologías de energías fósiles y limpias.
La financiación pública y privada destinada a proyectos de demostración de tecnologías energéticas a gran escala durante esta década ha alcanzado cerca de 60.000 millones de dólares. Estos proyectos son cruciales para la comercialización de tecnologías emergentes, pero enfrentan retrasos debido a la inflación y la incertidumbre política. La mayoría de los proyectos aún no han alcanzado la decisión final de inversión y el95 % de la financiación para demostraciones se concentra en Norteamérica, Europa y China.
Los sectores con necesidades urgentes de innovación para validar opciones de bajas emisiones, como la industria pesada y el transporte de larga distancia, representan tan solo el 17 % del total. En un momento de cambio de prioridades gubernamentales, la acción coordinada puede, no obstante, garantizar que una cartera global de proyectos supere el "valle de la muerte" de las tecnologías clave para cumplir los objetivos climáticos.
El informe destaca la importancia de mantener el impulso y abordar las deficiencias estructurales del sistema global de innovación. La inversión pública en I+D en energía se sitúa actualmente en poco más del 0,04 % del PIB en los países miembros de la AIE, menos de la mitad del nivel registrado a principios de la década de 1980, a pesar de los nuevos desafíos en materia de seguridad energética y clima.
El informe recomienda políticas específicas para aumentar el gasto público en I+D en energía, apoyar a los desarrolladores de tecnología durante los ciclos económicos y fortalecer la cooperación internacional para comercializar proyectos de demostración de energía limpia. La evolución de la innovación energética global desempeñará un papel decisivo en la resiliencia económica a largo plazo de los países y su capacidad para alcanzar los objetivos energéticos y climáticos.
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