“¿Qué costes de transición hay que pagar? No pequemos de soberbia, preguntemos al mercado” (Jesuitas contra Dominicos, Salamanca, siglo XVII; MAFO, en el Congreso, 1998)
En la primera entrega, calificamos al Protocolo Eléctrico de 1996 como el Antiguo Testamento de la regulación eléctrica en nuestro país. Pues bien, el Marco Legal Estable de 1987 (MLE) era el Tanakh: los rollos canónicos hebreos, de los que bebe la Biblia.
Durante la vigencia de este marco, según el Ministro Piqué (comparecencia de noviembre de 1998, en la Comisión de Industria del Congreso), “la remuneración de la generación por MLE estaba entre 9,1 y 9,2 PTA/kWh” (en el entorno de los 55 €/MWh). 55 €/MWh fue el precio del ‘pool’ en 2015.
Y parafraseando al Ministro Piqué, esta vez en su comparecencia en el Congreso del mes siguiente -diciembre de 1998-, “antes de empezar conviene que todos recuperemos memoria histórica”; para ello, nos apoyaremos en las cifras y plazos que dio aquel día el Ministro en sede parlamentaria:
- 7 billones 466.949 millones de pesetas (000 millones de euros): ingresos asegurados de las Eléctricas “a lo largo de los próximos 15 años” (1998-2012), con el MLE. Con sus centrales de generación instaladas a 31 de diciembre de 1997.
- Algo más de 550.000 millones de pesetas (3.500 millones de euros): inversiones realizadas y garantizadas, que el MINER no incluyó en los cálculos de los CTC.
- 4 billones 958.379 millones de pesetas (29.800 millones de euros): ingresos de las Eléctricas en esos mismos 15 años (1998-2012) “bajo el régimen en competencia”, para un precio-sombra de 6 PTA/kWh (estimación MINER).
- 2 billones 508.570 millones de pesetas (15.000 millones de euros): restando, lo que las Eléctricas dejan de percibir con el cambio normativo.
- 285 millones de pesetas (4.900 millones de euros): primera quita (-32,5%), aplicada sobre la cifra anterior.
- 1 billón 693.285 millones de pesetas (10.200 millones de euros): compensación parcial máxima reconocida a las Eléctricas.
- 276 millones de pesetas (1.800 millones de euros): incentivo al consumo garantizado de carbón autóctono, equivalente a una prima máxima promedio equivalente a 1 PTA/kWh (6 €/MWh). Disposición transitoria cuarta de la Ley 54/1997.
- 1 billón 988.561 millones de pesetas (12.000 millones de euros): retribución fija máxima reconocida como CTC, que las Eléctricas podrán recuperar, durante un plazo máximo de 10 años (1998-2007). Disposición transitoria sexta de la Ley 54/1997.
Estas comparecencias en el Congreso del Ministro Piqué, a finales de 1998, vinieron motivadas por el anuncio y comunicación a la CNMV, como hecho relevante, por parte de las Eléctricas, en septiembre de aquel año, del acuerdo alcanzado entre el MINER y el Sector Eléctrico para adelantar la liberalización, seguir reduciendo las tarifas y titulizar parte de los CTCs.
En concreto, en lo referido a los CTCs, sobre el saldo pendiente de cobro a 31 de diciembre de 1998, el acuerdo contemplaba:
- Cobro garantizado y adelantado (inmediato) del 64% de los CTCs no asociados al consumo de carbón autóctono, mediante titulización: 1’03 billones de pesetas (6.200 millones de euros).
- Quita (segunda) del 16% de los CTCs no asociados al consumo del carbón autóctono, a cambio de la seguridad del punto anterior: 257.000 millones de pesetas (1.500 millones de euros).
- Recuperación del 20% restante y de los CTCs asociados al consumo de carbón autóctono de acuerdo con el sistema de liquidación que estaba en vigor, hasta 2007: 320.000 millones de pesetas (1.900 millones de euros).
Las eléctricas conseguirían garantizar y adelantar a 1999 el cobro íntegro, a tocateja, de la mitad de la cifra máxima de CTCs negociada vía Protocolo en diciembre de 1996: 6.000 millones de euros; libres de la incertidumbre del ‘pool’ eléctrico, del posible impacto de la liberalización y de la hipotética entrada de competidores.
Además, la peseta del incentivo al carbón la tenían garantizada, al menos hasta 2007, si seguían consumiendo carbón autóctono: otros 1.500 millones de euros. Más los 1.300 millones de euros cobrados por CTCs en 1998, primer año (226 mil millones de pesetas).
La diferencia hasta los 12.000 millones iniciales (3.200 M€), todo lo cedido ante el regulador, había que salir a ganarlo al mercado. Por una simple regla de tres, esas quitas equivalían entonces a 4 €/MWh (por encima de los 36 €/MWh del precio-sombra). Si en el período 1998-2007, el precio medio acumulado del mercado acababa siendo igual a 40 €/MWh, esos 3.200 millones de costes varados se recuperarían vía mercado.
Lo cierto es que el precio final medio acumulado del mercado eléctrico, en el período 1998-2007, acabó siendo de 44 €/MWh, 8 €/MWh mayor que el precio-sombra (+22%).
Nota: hasta ahora, todo el análisis se ha hecho con el texto primigenio publicado en el BOE de la Ley 54/1997. Daría para otra trilogía valorar el impacto de cada cambio de la Ley, hasta la derogación de los CTCs.
Pero, ¿qué ocurrió entre septiembre y diciembre de 1998? ¿Qué otras comparecencias hubo en el Congreso, entre el segundo protocolo y la promulgación del cambio normativo? ¿Por qué no hubo titulización de los CTCs?
El 11 de noviembre de 1998, con motivo de las noticias sobre la posible titulización de los CTCs, comparecieron en la Comisión de Industria del Congreso los Presidentes de los dos órganos reguladores: D. Amadeo Petitbó, del Tribunal de Defensa de la Competencia; y D. Miguel Ángel Fernández Ordóñez (MAFO), de la Comisión Nacional del Sistema Eléctrico (CNSE).
Petitbó, además de hacer una llamada a la prudencia y concluir que era necesario un esfuerzo adicional de precisión, planteó 3 posibles escenarios:
- El importe de la titulización resulta superior a los CTCs reales. En ese caso, “ocurriría algo relevante; las eléctricas ya instaladas obtendrían ingresos extraordinarios que sin ningún tipo de duda distorsionarían la competencia”; “nuevas barreras de entrada”.
- El importe de la titulización es inferior a los CTCs reales. “En este caso las empresas harían oír su voz; claramente perjudicadas las eléctricas que ya están instaladas en el mercado”; “las empresas entrantes dispondrían de algunas ventajas competitivas”.
- “Absolutamente teórico e irreal”, que el importe de la titulización coincidiera exactamente con los CTCs reales. “Las empresas recuperarían los CTCs avanzadamente, ello reforzaría su poder financiero, imponiendo una suerte de barreras de entrada”.
Solamente una titulización insuficiente sería positiva para la competencia; pero a costa de perjudicar a las ‘incumbentes’. ¿Tiene eso sentido?
¿Pedirían las eléctricas titulizar 6 mil millones de euros, para salir perjudicadas y dar ventajas competitivas a los nuevos entrantes? ¿Aceptando, además, una quita de 1.500 millones de euros?
Como que no. El escenario 2 de Petitbó no estuvo nunca en las cabezas de los responsables de las Eléctricas.
La posterior comparecencia de MAFO como Presidente de la CNSE, junto con el informe del Regulador que presidía, fue determinante -¿demoledora?- para el futuro de la titulización de los CTCs. Su conclusión puede resumirse en esta frase: en la CNSE “hoy, ni siquiera defenderíamos que se titulizara una peseta”.
En el mencionado informe de octubre de 1998, la CNSE “aconseja” al Gobierno que no acepte “la petición de las eléctricas” de titulizar un billón de pesetas de CTCs. De ir por esa vía, “no habría posibilidad de reducir dicha cantidad en el futuro”. “La titulización de los CTCs dejaría a los Consumidores desprotegidos y a los próximos Gobiernos, hipotecados”.
Para la posteridad, en su intervención dejó estas dos frases combinadas: “no hay mayor impuesto que la factura eléctrica”; “como no paguen la factura eléctrica, se quedan sin luz”.
MAFO advirtió en sede parlamentaria que, por cada año que se extendiera la vida útil de las centrales de generación que recibieron CTCs, por encima de lo que aparecía en las ‘sábanas de cálculos’, sus propietarios recibirían ingresos adicionales, beneficios directos en vena. Y si la cantidad recuperada por extensión de vida útil supera el valor de los activos en el momento de calcular los CTCs, no es necesaria ninguna ayuda para soportar la competencia; más bien, la competencia le viene bien a inversiones ‘maduras’ que han sido bien amortizadas, que han sabido envejecer (como los buenos vinos).
Una semana después, el 19 de noviembre, compareció el Ministro Piqué ante la misma Comisión de Industria del Congreso, como veíamos al inicio de este artículo: “a la vista de los argumentos que plantean tanto la CNSE como diversos grupos parlamentarios, les anticipo un esquema que, sin impedir la titulización, permita corregir los hipotéticos y muy improbables excesos de CTCs”.
La nueva enmienda incluyó una “cláusula de salvaguarda”: en ningún caso las eléctricas cobrarán con el nuevo sistema (1 billón titulizado + 320 mil millones por diferencias) una cantidad mayor de la que hubieran cobrado, hasta 2007, de haberse mantenido el sistema de diferencias originalmente previsto en la Ley, para los 1,69 billones (artículo 107 de la Ley 50/1998, de Acompañamiento).
La prima de riesgo impuesta a la titulización, como consecuencia de esta enmienda, fue tan elevada que la hizo inviable. Y sin garantía del Estado, a diferencia de la moratoria nuclear, la titulización nació muerta. Dos años después, la Comisión Europea le acabo de dar la puntilla.
Eso sí. La segunda quita, de 1.500 millones de euros, fue efectiva desde el 1 de enero de 1999. A pesar de no prosperar la titulización, esa cifra no se volvió a reintegrar en la cifra máxima de CTCc pendientes de cobro.
Los CTCs no dejan indiferente a nadie. Marcaron una época en nuestro sector. Deberían ser materia obligatoria, no sólo en Escuelas de Negocios o en cursos de post-grado energéticos; también en las Facultades de Derecho, las de Periodismo y las de Económicas. Incluso, en las Escuelas de Ingeniería. Ójala nunca olvidemos nuestra Historia, para no volver a repetir errores del pasado. Quizá nuestro fallo colectivo fue ése: que nunca antes nos habíamos enfrentado a un reto conjunto de tal magnitud, con tantas implicaciones y de tan largo plazo, incluso para los ‘nascituri’ renovables. Si hubieran aparecido en la época de los griegos clásicos, sin duda los CTCs estarían dentro de la Caja de Pandora.
El Contador Inteligente es un alto directivo del sector energético que propuso hacer un blog en este diario digital y que por cuestiones de confidencialidad se le ha dado este nombre.
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