Un informe publicado por Rainforest Action Network (RAN), BankTrack, Red Ambiental Indígena, Oil Change International, Sierra Club y Honor The Earth, respaldado por más de 50 organizaciones de todo el mundo, revela que a pesar de la crisis climática urgente, 2017 fue un año de retrocesos por parte de los bancos privados.
El informe, Banking on Climate Change 2018 , es el noveno documento anual que clasifica las políticas y prácticas bancarias relacionadas con el financiamiento de algunos de los sectores de combustibles fósiles más intensivos en carbono, financieramente con alto riesgo y ambientalmente destructivos. El informe también detalla los impactos negativos de estos sectores en los derechos humanos, los derechos indígenas y la salud y el bienestar de la comunidad.
Sigueron a 36 de los bancos más grandes del mundo. El informe encuentra que las instituciones canalizaron 115.000 millones dólares en combustibles fósiles ‘extremos’ en 2017, un aumento del 11% respecto a 2016. El mayor motor del aumento en la financiación provino del sector de las arenas bituminosas, donde la financiación creció en un 111% de 2016 a 2017. El alza masiva en el apoyo bancario para las arenas bituminosas alcanzó casi los 47.000 millones y llevó a las arenas bituminosas a superar al carbón como el sector de energía extrema en carbono más financiado.
Con algunos de los repuntes más agudos en el financiamiento desde 2016, Royal Bank of Canada, Toronto Dominion Bank y JPMorgan Chase pasaron a todos los bancos chinos para convertirse en los mayores financiadores de los combustibles fósiles extremos el año pasado. JPMorgan Chase incrementó 21 veces la financiación para la extracción de carbón y cuadriplicó su financiación del petróleo de arenas bituminosas.
Entre los 36 bancos, solo uno español, el banco Santander. Según los datos del informe, la entidad que preside Ana Patricia Botín está colocada en el puesto 27 con 4.241 millones financiados en los tres últimos años. En 2017 prestó a proyectos altos en carbono un total de 816 millones de dólares, muy lejos de los más de 13.000 millones que financió el Royal Bank of Canadá.
El informe revela que, si bien algunos bancos europeos se han dado cuenta de los riesgos y han impuesto restricciones a su financiamiento de combustibles fósiles, los principales actores en otros lugares del planeta han hecho poco para adoptar políticas que alineen sus actividades con el Acuerdo de París.
“En un momento en que algunos bancos europeos como BNP Paribas e ING están adoptando políticas que restringen fuertemente sus préstamos a algunos de los peores combustibles fósiles, bancos estadounidenses y canadienses como JPMorgan Chase y TD se mueven hacia atrás al unísono con sus líderes políticos equivocados. Si queremos tener alguna posibilidad de detener un cambio climático catastrófico, se debe poner fin a esta expansión con la eliminación completa de estas fuentes de energía peligrosas. Los bancos deben rendir cuentas e implementar políticas que protejan contra el financiamiento extremo de combustibles fósiles”, asegura Alison Kirsch, coordinadora de Investigación de Clima y Energía en Rainforest Action Network.
Los estudios de caso detallados en el informe -desde el gasoducto de arenas bituminosas Line 3 propuesto por Enbridge en Minnesota hasta el proyecto de la terminal de exportación Jordan Cove LNG y su oleoducto asociado en Oregón, hasta la flota de plantas de carbón que la compañía japonesa Marubeni está planeando en el sudeste asiático- resaltan que los bancos carecen de políticas efectivas para evitar que financien estos proyectos de compañías altamente contaminantes.
El informe se centra en la financiación de combustibles fósiles extremos, que se definen como: arenas alquitranadas, Ártico y petróleo de aguas ultraprofundas; la minería del carbón y la energía térmica de carbón; y exportación de gas natural licuado (GNL) en América del Norte.