Los últimos datos de costes de generación de energía de la consultora Lazard revelan que la vía de escape de la industria del carbón para promover la captura y almacenamiento de carbono (CCS) en las centrales eléctricas de carbón ha desaparecido como una opción económicamente viable.
Durante más de dos décadas, la industria minera y eléctrica del carbón, con cada vez menos entusiasmo, ha promocionado la posibilidad de que la tecnología de captura y almacenamiento de carbono conectada a las centrales eléctricas de carbón podría superar la creciente preocupación pública por los daños al clima global.
En 2017, Lazard estimó que la energía de un ciclo combinado de gas (IGCC) con captura de carbono del 90% costaba 231 dólares por megavatio hora (MWh), precio mucho más caro que la generación solar y eólica. Claramente, Lazard no incluía entonces el costo de transporte y almacenamiento en esa estimación de costos.
En ese momento, la única planta de IGCC con CCS en construcción en EEUU era la de Kemper en Mississippi, que fue diseñada para funcionar con lignito, el carbón más contaminante, y capturar solo el 65% de las emisiones de dióxido de carbono que generara.
Sin embargo, en junio de 2017, el ciclo combinado de Kemper, que costó 7.500 millones de dólares, fue abandonado. El colapso del proyecto Kemper, que muchos defensores de la tecnología CCS habían promocionado originalmente como un ejemplo del progreso de la tecnología en el sector energético, fue visto como una evidencia de que, incluso con el generoso apoyo financiero del gobierno, una planta IGCC con CCS no tenía viabilidad financiera, según opina Bob Burton, editor del boletín de noticias CoalWire, en un artículo publicado en el portal energético australiano reneweconomy.
Después de la debacle de Kemper, ninguna otra compañía eléctrica piensa en apostar por esta tecnología. No es sorprendente, pues, que el análisis de 2018 de Lazard de los costos de generación de energía excluya cualquier evaluación de los costos de las plantas de IGCC.
Si ya no se considera que el IGCC con CCS tenga alguna posibilidad de ser viable, ¿qué le queda al CCS? Según informa reneweconomy, con el archivo de la planta de Kemper, solo quedan dos centrales eléctricas de carbón con unidades de CCS: la problemática unidad de Boundary Dam en Saskatchewan, Canadá, y la planta de Petra Nova en Texas.
Con solo dos proyectos de CCS en el sector eléctrico, los partidarios de la tecnología afirmaron que se podrían lograr ahorros de costes potencialmente importantes en las plantas subsiguientes para hacer de la CCS una opción competitiva. Sin embargo, los datos de 2018 de Lazard ofrecen pocos estímulos para los partidarios de la tecnología.
La consultora estima que la energía de una planta de carbón no subsidiada con una unidad de CCS que captura el 90% del dióxido de carbono costaría 143 dólares por MWh. Desde 2010, las estimaciones de Lazard sobre el costo de la energía de una planta de este tipo han disminuido en solo un 5,9%.
En comparación, durante el mismo período de tiempo, los costes de energía de los proyectos solares y de los parques eólicos a gran escala han disminuido en un 88% y un 62%, respectivamente. En su último informe, Lazard descubrió que en el último año el coste de la energía solar a gran escala se redujo en un 13% y la energía de los parques eólicos terrestres en casi un 7%.
Mientras Lazard señala que la tasa de disminución en los costos de la energía solar y eólica se está desacelerando, la realidad financiera es que las plantas de carbón con CCS han perdido la carrera de costos. De acuerdo con los datos de Lazard, las brechas en el costo de energía entre el carbón con una unidad de CCS y los parques más caros de energía solar y eólica a gran escala en EEUU son ahora de 97 $ y 87 $ por MWh, respectivamente.
Incluso si la afirmación de que otras plantas de carbón con CCS serían un 30% o incluso un 50% más baratas se hiciera realidad, seguiría siendo insuficiente para cerrar la ventaja financiera que las energías renovables han acumulado. Esta es la razón por la que la mayoría de las empresas eléctricas han renunciado a la tecnología y están cambiando su enfoque hacia las energías renovables, las baterías y otras tecnologías.
Incluso las compañías mineras de carbón, que son los mayores beneficiarios potenciales de la tecnología CCS debido al aumento de la demanda de carbón necesaria para dirigir la unidad de CCS que consume energía, no pondrán su propio dinero en proyectos. Por el contrario, ellos y sus lobbies quieren que sean los contribuyentes los que se hagan cargo del negocio de las plantas de carbón con CCS.
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