Después de años de crisis, de paro, de reducción de los ingresos de la unidad familiar, de subidas de impuestos, de aumentos continuos de los precios de la luz y de las gasolinas, las familias van a tener, por fin, un más que merecido respiro. Y no sólo por la electoralista bajada de impuestos anunciada para enero de 2015, sino también y principalmente, porque tras años de continuas subidas, los precios de la electricidad, del gas y de las gasolinas, van a cerrar el año 2014 o recibir al 2015 con bajadas generalizadas de precios.
Según nos anunciaba hace unos días el ministro de Industria, Energía y Turismo, José Manuel Soria, la factura eléctrica para un consumidor doméstico medio terminará este año con una bajada de alrededor de un 4,9%, una bajada superior a la del año pasado, que se saldó con una bajada del 3,7%. Una buena noticia que llena de orgullo al ministro, que no duda en ponerse la medalla al vincular el abaratamiento de la factura a la reforma del sistema de tarifas que entró en vigor el pasado mes de abril, a través de la cual se sustituyeron las subastas Cesur que fijaban el precio a futuro de forma trimestral por un mecanismo que liga la factura o Precio Voluntario al Pequeño Consumidor (PVPC) al precio real del mercado.
Y parece que la tendencia se mantiene, al menos durante el primer semestre del año. El precio de la electricidad tiene un peso cercano al 37% en el recibo final de la luz, mientras que el resto corresponde a impuestos y costes regulados, conocidos como peajes. El Ministerio de Industria ha anunciado que congelará la parte regulada en 2015, de modo que la evolución al alza o a la baja del recibo dependerá del comportamiento del mercado eléctrico. Y este, según el informe del regulador, muestra que los contratos a plazo de electricidad con vencimiento en el primer trimestre de 2015 registran caídas del 3,9%, que se atenúan en el segundo trimestre, hasta el 1,5%. La tendencia cambia en el tercer y cuarto trimestre, para los que se registran subidas del 1,5% y del 1,4%, respectivamente. Así que las previsiones son razonablemente optimistas.
La caída del precio del crudo llega a la gasolinera
A pesar de las polémicas que han suscitado el efecto cohete y el efecto pluma o la sensible diferencia entre la caída del precio del crudo y la de la gasolina en la estación de servicio, la realidad es torticera y nos dice que, los precios de los combustibles cerrarán el año con una bajada superior al 14%, según la estadística publicada por la Comisión Europea. Un litro de diésel cuesta hoy una media de 1,16 euros -frente a los 1,35 euros de enero-, mientras que el de gasolina asciende a 1,21 euros, 19 céntimos menos que en enero. Esta diferencia equivale a un ahorro de 9,5 euros al repostar para un depósito de 50 litros. La disminución de los precios de las gasolinas se elevan al 19,5 % y el 20 %, respectivamente si se comparan con los máximos de septiembre de 2012.
La caída del precio de los carburantes es consecuencia directa del fuerte abaratamiento registrado por el barril del petróleo desde el pasado mes de junio, hasta situarse en el nivel actual de los 60 dólares. El mercado de futuros prevé que el coste de esta energía se mantenga estable en los primeros meses de 2015, si bien hay quienes como el Banco de España sitúan sus proyecciones de precios en torno a los 68 dólares durante el conjunto del ejercicio. El comportamiento de los carburantes también se verá influenciado por el tipo de cambio del euro frente al dólar.
El año finaliza con un escenario de enfrentamiento entre el Gobierno y las grandes petroleras en torno a la traslación del precio del crudo al surtidor de la gasolinera. El Ejecutivo, tal y como anunció hace pocas fechas el ministro de Industria, estudia nuevos cambios normativos para reforzar la competencia en el sector, mientras las empresas aseguran que repercuten el precio del crudo en su totalidad, como así parece. La diferencia estriba en que el componente del crudo sobre el precio final solo repercute en un tercio, ya que más de la mitad del precio de las gasolinas corresponde a los impuestos y el resto son costes de transporte, distribución y márgenes comerciales.
Buenas previsiones para el gas
Al contrario que en el caso de la factura eléctrica y de los carburantes, el recibo del gas se ha incrementado este año un 0,5%, según las cifras que maneja el Ministerio de Industria. Esta subida, sin embargo, es sustancialmente inferior a las registradas en los últimos años, cuando la factura se encarecía a un ritmo anual superior al 6%. Además, la tarifa de último recurso (TUR) del gas natural, a la que están acogidos unos dos millones de consumidores, bajará alrededor de un 3% a partir del 1 de enero del próximo año.
Esta rebaja para la tarifa del primer semestre de 2015, basada en un cálculo todavía provisional, está principalmente relacionada con la caída de la cotización del crudo, ya que la TUR está referenciada al precio de las materias primas en el mercado. La TUR del gas se forma mediante tres elementos: el precio de la materia prima, referenciado a varios indicadores (hidrocarburos, tipo de cambio, etc.); los peajes, con los que se retribuyen las actividades reguladas del sistema, y los impuestos.
Para la revisión de enero, los peajes se mantendrán congelados, según el borrador de orden del Ministerio de Industria. Por lo que respecta al componente energético, bajará alrededor de un 7% por la caída de la cotización del crudo Brent, que ha repercutido en los principales índices que se toman como referencia para calcular este coste, aunque esta cifra todavía tiene que ajustarse con otras referencias.
La de arena la da el precio de la bombona de butano de 12,5 kilos, que permanecerá congelado en los 17,5 euros hasta el próximo mes de marzo, según la reforma del sistema de elaboración de tarifas aprobado por Industria para este producto. A partir de ese mes el sector espera subidas de hasta un 5% para reducir el déficit del sector.