El Gobierno ya envió a la Comisión de la UE el borrador del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima, con un informe muy bien elaborado en el que, lógicamente, las centrales termosolares ya aparecen en la previsión del mix de generación a 2030.
La propuesta de valor de las termosolares ha sido por fin entendida. Las nuevas centrales termosolares, con un gran volumen de almacenamiento, permitirán captar, almacenar y, posteriormente, generar electricidad de forma complementaria a la generación fotovoltaica, contribuyendo a la estabilidad de la red con su sistema de generación síncrono y de gran inercia, formado por la turbina de vapor y el alternador. Además, por su gran contenido local, el despliegue de las centrales termosolares tendrá un importante efecto macroeconómico, en el PIB y en el empleo, contribuyendo a la convergencia económica de las regiones del sur pero incorporando equipos, componentes y servicios, provistos en parte por empresas de otras zonas del país, contribuyendo así a la deseada transición justa por su gran inclusividad geográfica.
Los objetivos de descarbonización son, sin duda, una razón por la que el PNIEC considera 5 GW adicionales de centrales termosolares, dado que las otras tecnologías con mayor despliegue, la eólica y la fotovoltaica, solo generan cuándo el viento sopla o el sol brilla. En un país soleado como España, la respuesta a qué tecnología renovable generará la electricidad desde la puesta de sol a su salida al día siguiente, tiene hoy una clara respuesta: las centrales termosolares. Las centrales hidráulicas y las de biomasa serán un complemento necesario, aunque su perfil de despacho será más amplio y no solamente focalizado al suministro durante la tarde-noche.
Pero no solo los objetivos de descarbonización son el motivo para otorgar a las centrales termosolares un significativo papel a lo largo de la próxima década, particularmente cuando se vayan clausurando las centrales térmicas de carbón y las nucleares. Es la competitividad económica de las centrales termosolares frente a las tecnologías de respaldo fósil.
Su coste de producción de electricidad actual, con las referencias de los últimos concursos internacionales adjudicados, la sitúan muy cerca de los costes de los ciclos combinados. Pero las centrales termosolares, con solo 5 GW instalados en todo el mundo, tienen por delante un gran recorrido en reducción de costes –alguien recuerda cuanto costaba la FV cuando solo tenía 5 GW instalados (hoy tiene más de 500)– y, por otra parte, es más que previsible que tanto los costes del gas como de las emisiones se incrementen notablemente.
Las centrales termosolares también podrían prestar un servicio de almacenamiento a la red ante los vertidos, así como de exportaciones a precios muy bajos, que se derivarán del elevado incremento de potencia previsto de energías no gestionables, necesario en cualquier caso para la descarbonización. Con inversiones mucho menores que las de baterías o bombeos, los sistemas de almacenamiento térmico de esas centrales pueden recuperar esa energía sobrante para generar cuando el sistema lo necesite.
Decíamos al principio que las centrales termosolares aparecen “lógicamente” en el horizonte del PNIEC. Esperamos haber justificado brevemente el por qué.
Luis Crespo es presidente de Protermosolar y ESTELA.
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