Petróleo & Gas

Por qué no triunfa el 'fracking' en Europa

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El 'fracking' y los hidrocarburos no convencionales han obrado el milagro de cambiar el mapa energético mundial.
El 'fracking' y los hidrocarburos no convencionales han obrado el milagro de cambiar el mapa energético mundial.

En 2009, el Departamento de Información Energética de Estados Unidos señaló que el país norteamericano no sería más un gran importador de gas natural, cuando solo un año antes preveía que continuaría la tendencia al aumento de las importaciones. Es a partir de esa fecha cuando se produce un giro copernicano en la visión de consenso sobre las perspectivas a largo plazo de la producción de gas natural no convencional en Estados Unidos. En este breve periodo de tiempo Estados Unidos se ha convertido en el primer productor de gas del mundo, ha pasado de importar a ser exportador y dispone de unos precios más bajos que hacen más competitiva a su industria frente a la europea.(Ver gráfico). Este cambio ha sido posible por una revolución tecnológica conocida como fracking o fracturación hidráulica.

A esta revolución en el sector del gas, a juicio de los expertos, podría unírsele también la del petróleo. En estos últimos años, el país que más aumentó su producción total de crudo ha sido Estados Unidos. Además, la Agencia Internacional de la Energía estima que los aumentos en la futura producción de petróleo no convencional se traducirán en que a partir de 2025 Estados Unidos podría no necesitar importar petróleo. Es decir, en 13 años sería energéticamente independiente.

Pero, ¿por qué esta revolución del fracking se ha producido en Estados Unidos y no en Europa? En EEUU la revolución del _shale oi_l y el shale gas ha prosperado y ha contribuido a configurar un nuevo escenario en los precios del petróleo. Sin embargo, la UE es diferente y los inversores empiezan a ser conscientes de que el terreno es poco permeable a este tipo de aventuras.

En un reciente análisis de esta cuestión, Bloomberg recogía el testimonio de Marek Madeja, un  directivo de la empresa británica Cuadrilla Resources, que resumía su experiencia reciente de la siguiente manera: “No es fácil. Los costes de perforar en Europa son mucho más elevados que en EEUU y la regulación es mucho más compleja y variable según  los países”.

Su empresa desembarcó en Polonia en 2009 con la intención de poner en marcha varias plataformas en el país, en un momento en el que Estados Unidos estaba viviendo el boom del fracking, que le ha llevado a convertirse en el mayor productor de gas natural del mundo.  Seis años después, la realidad es que Cuadrilla Resources ni siquiera ha logrado perforar su primer pozo en Polonia, y eso incluso aunque se trate del país europeo que se ha mostrado más partidario de esta técnica.

Una carrera de obstáculos

Y es que la transformación que prometía el fracking se ha quedado a medio camino, al menos en Europa. Según Bloomberg, a las difíciles condiciones geológicas que encarecen los costes se suma la burocracia de las normativas propias de cada país y de las que son comunes al bloque europeo. Además, el movimiento popular oponiéndose a su desarrollo por las posibles consecuencias medioambientales ha contribuido a ahuyentar a los inversores. Gigantes petroleros como Exxon Mobil, Chevron o Shell ya han desistido.

"Está claro que en la UE nunca se producirá el gran cambio que ha acontecido en EEUU", destaca Michael Barron, director de la consultora Eurasia Group. Y eso a pesar de que las reservas estimadas en el Viejo Continente no son insignificantes, ya que podrían suponer un 80% de las que existen en EEUU. (Ver gráfico)

Sin embargo, sobre el posible potencial energético prevalecen, por ahora, las prohibiciones sobre  la fracturación hidráulica que han aprobado algunos países, como Francia, Alemania o Bulgaria, o la moratoria que han impuesto otros países hasta que sus efectos sobre el medio ambiente sean más conocidos. (ver gráfico sobre la situación del fracking en los países de la UE).

Bloomberg menciona a España como un ejemplo claro de esto último. Algo que probablemente deje perplejo a más de uno ante la defensa a ultranza del fracking desplegada por los responsables del Ministerio de Industria en estos últimos tiempos. Pero el análisis de la situación resulta meridianamente claro: las reservas se estiman elevadas y se han concedido licencias de exploración a empresas que ya trabajan sobre el terreno, pero no se ha otorgado todavía ninguna autorización ambiental. Además, el gas convencional, transportado desde Rusia o desde otros puntos, sigue siendo la opción más barata.

Después de una década de fracking en los EEUU, muchos europeos siguen considerando la geología como algo no probado y prefieren no asumir los riesgos ambientales. Pero alejándose del esquisto Europa pierde una fuente clave de energía segura. Su dependencia de Rusia en medio del conflicto en Ucrania añade urgencia al debate. Con las energías renovables aún en desarrollo y Alemania huyendo de la energía nuclear, Europa puede simplemente acabar quemando más carbón y poniendo en riesgo sus metas de reducción de emisiones de carbono en riesgo.

En este contexto, los expertos empiezan a salir de dudas y a tenerlo tan claro como los inversores. "El fracking como un camino para la independencia es un sueño que simplemente no se va a convertir en realidad", apunta el analista de Bloomberg Intelligence, Philipp Chladek. "No diría que el shale gas en Europa está muerto, pero es mucho más difícil de lo que la gente pensaba", concluye.

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