El mercado marginalista de electricidad está en boca de todo el mundo. Ante la alta escalada de precios de los últimos años, ha sido un tema muy en boga en los diferentes medios, las más de las veces para ser objeto de severas críticas. No se termina de entender eso de que todas las tecnologías que producen cada hora del día electricidad cobren el precio de la tecnología más cara a esa hora, máxime cuando en demasiadas ocasiones en el último año resulta ser la generación con gas, lo cual trae unos precios ciertamente elevados en la coyuntura geoestratégica que afronta el mundo en estos momentos.
Así que en este breve artículo me propongo recordar aquellas razones principales que dan sentido a esta forma de organizar el mercado, es decir, a la del sistema marginalista. Porque el hecho de que hayamos tenido un mercado marginalista durante casi veinte años en la Unión Europea no se basa en una mera discrecionalidad del regulador comunitario, sino que tiene un trasfondo racional que es necesario tener en cuenta.
Lo más probable en un futuro próximo en la fecha en que publicamos el presente ensayo es que se produzcan cambios relevantes en la organización del mercado eléctrico en Europa, según ya han señalado voces autorizadas de la burocracia comunitaria
Por lo que me parece interesante poder explicar, antes de que los cambios oportunos se puedan llevar a cabo por la Comisión Europea, y al menos para que quede para la historia de nuestro sector, el “porqué” y las razones que había detrás del sistema marginalista, y que se tuvieron en cuenta hace ya unos veinte años al diseñar el mercado europeo único de la energía.
Vamos a desarrollar seis aspectos que resultan muy clarificadores para entender por qué el mercado marginalista era una opción adecuada a medio y largo plazo para organizar económicamente el mercado eléctrico.
- El precio de equilibrio en mercados eficientes es un precio marginal.
- El precio marginal está presente en muchos mercados y productos.
- El precio marginal incentiva la generación más competitiva.
- El precio marginal permite organizar la oferta ordenada por orden de mérito.
- El precio marginal responde a costes de oportunidad, no a costes fijos ni variables.
- El precio marginal permite un suministro fiable y estable a largo plazo, que potencia la transición energética.
El precio de equilibrio en mercados eficientes es un precio marginal.
En el estudio de la teoría microeconómica se tiende a considerar que los mercados competitivos están en equilibrio cuando existe un precio de equilibrio que cruza la oferta y la demanda, y permite a todos los competidores, cuando ven transacciones a dicho precio, conocer el precio de referencia que les permita tomar decisiones correctas sobre cuánto producir (oferentes) y cuánto adquirir (demandantes).
Si no se cruzasen las curvas no existiría ninguna transacción de referencia, pero en cuanto las valoraciones de una parte de mercado se cruzan en un punto de equilibrio este permite dotar de información muy valiosa al resto de agentes compradores y vendedores.
El mercado se vuelve eficiente cuando tiene una señal clara de precios, pues a partir de ahí se ajustan los costes de los vendedores y las valoraciones de los compradores.
Veamos a continuación una gráfica muy sencilla para entenderlo. En este ejemplo gráfico la curva de demanda está compuesta por seis vendedores que ofrecen su mercancía entre 13 y 2 unidades monetarias. A la par que se visualizan seis compradores que valoran esa mercancía entre 1 y 12 unidades monetarias. En la práctica lo ordinario es que aquellos compradores y vendedores que tienen una valoración similar, en este caso en 6 unidades monetarias, realicen la primera transacción del mercado.
Una vez existe dicho precio de referencia es fácil visualizar lo que sucederá: todos los vendedores que tienen ofertas por debajo de dicho precio tenderán a vender su mercancía al mismo, ganando un mayor margen (en este ejemplo los que estaban dispuestos a vender a 4 y 2 venderán a 6). Mientras que todos los compradores que tienen demanda por importes superiores tenderán a comprar la mercancía a dicho precio, ganando la diferencia entre su mayor valoración y este precio (en este ejemplo los que estaban dispuestos a comprar a 9 y 12 comprarán a 6).
De esta forma se alcanza un precio de mercado en dicho punto de intersección, y los productores que tengan mayores costes tendrán que reinventar su estrategia empresarial para adaptarse al precio de mercado. Mientras que los compradores que valoraban por debajo de ese precio de mercado tendrán que buscar bienes alternativos o sustitutivos, o bien analizar si pueden reelaborar sus presupuestos de compra para la valoración de mercado de esta mercancía.
Fuente: elaboración propia 1
Este precio de equilibrio, que se tiende a dar en la mayor parte de los mercados que conocemos, es un precio marginalista, aunque muchas veces pasa inadvertido. Y ello porque, como acabamos de ver con nuestro ejemplo, todos los vendedores “inframarginales”, es decir, que tienen valoraciones (probablemente por sus costes) inferiores al precio de equilibrio, han ganado dicho precio marginal.
El precio marginal está presente en muchos mercados y productos
Por esto mismo que acabamos de ver, es decir, porque los mercados económicos competitivos tienden al equilibrio entre oferta y demanda cuando se alcanzan precios de equilibrio que dan la señal de mercado necesaria a compradores y vendedores, los mercados en las economías eficientes tienden a ser marginalistas.
Pensemos en la mayor parte de productos de carácter más o menos homogéneo que nos rodean, y veamos cómo existe un precio marginal detrás de ellos**. Si por ejemplo vamos a comprar pepinos al mercado, lo más posible es que los pepinos de calidad similar de los diferentes puestos del mercado tiendan a tener el mismo precio, cuando sin embargo también es muy posible que los diferentes productores de pepinos tengan costes muy diferentes.**
Quizá allí se venden pepinos de una misma categoría tanto de productores que son empresarios autónomos como de otros que sean medianas o grandes empresas agrícolas, con lo cual ya podemos imaginar que sus costes y márgenes pueden diferir muchísimo. Pero el precio marginal tenderá a ser uno mismo para todas las transacciones.
De esta forma los productores de pepinos más eficientes logran un mayor margen de beneficio. Mientras que los menos eficientes podrán obtener pérdidas y tendrán que reenfocar su proceso productivo o bien salir del mercado.
El precio marginal incentiva la generación más competitiva
Esto mismo que acabamos de ver en el ejemplo de los pepinos sucede en el mercado eléctrico mayorista, con su sistema de precio marginal. Y no parece ser precisamente maligno, sino que más bien tiene una lógica que beneficia al mercado a medio y largo plazo.
Y ello porque la señal de precios sirve de faro que orienta a los productores menos competitivos a reorientar sus recursos y estrategia hacia un escenario de costes que esté por debajo del precio de mercado, o bien a dejar de producir e invertir sus recursos en otros procesos que puedan ser de mayor valor para la sociedad.
En los mercados mayoristas eléctricos nacionales, dado que las tecnologías de generación renovable (principalmente solar y eólica), así como la tecnología nuclear (que puede proveer una banda base con continuidad regular) se tenderán a encontrar por debajo del precio de equilibrio de un mercado marginalista (por ello se denominan tecnologías inframarginales) el modelo de mercado tenderá a incentivar la inversión en las susodichas. Porque incentivará que los inversores se vean atraídos a buscar un mayor retorno de su inversión entrando en estas tecnologías inframarginales.
De lo cual se deriva que manteniendo en el medio y largo plazo este marco estable el juego entre la oferta y la demanda se dirigirá al mercado a la tan deseada transición energética, sustituyendo de esta forma la generación de origen término por generación menos contaminante.
El precio marginal permite organizar la oferta ordenada por orden de mérito
En buena medida podemos afirmar que la oferta de electricidad responde a un modelo de orden de mérito, y el mercado marginalista permite organizar este orden a fin de que el precio marginal fije en cada momento qué tecnologías serán las que entren a proveer de energía a los consumidores del sistema eléctrico.
Como todos conocemos, la energía eléctrica a gran escala, como en el caso de un sistema eléctrico nacional desarrollado, no puede almacenarse para ser consumida más tarde, sino que en cada momento del tiempo real la oferta debe ser la adecuada a la demanda. Así también otra característica obvia de la electricidad es que la energía eléctrica es similar indistintamente de cuál haya sido la tecnología que la haya generado, esto es, nuestros aparatos electrodomésticos van a funcionar igual con corriente eléctrica producida en una central nuclear o en un molino eólico.
Estas dos características básicas hacen que los oferentes de electricidad tengan que concurrir en el mercado de manera horaria cada día (porque en cada momento en tiempo real puede variar la demanda) y que siendo homogéneo su producto se ordenen sus ofertas de venta en función del precio de cada tecnología, lo cual se denomina en economía “orden de mérito”.
Así por ejemplo, pensemos que en una hora del día se ofertan 10 MWh de energía nuclear a 10 €/MWh, 10 MWh de energía renovable a 10 €/MWh, y 10 MWh de energía generada en base a gas natural a un precio de 80 €/MWh.
Si la demanda es de 20 MW a dicha hora del día el resultado del orden de mérito será que solamente la energía nuclear y la renovable se cruzarán. Mientras que el mismo esquema de oferta con 10 MWh de demanda daría lugar a que solo la Nuclear fuese la oferta ganadora y por el contrario una demanda en esa hora de 30 MW haría que las tres tecnologías entrasen en funcionamiento.
Con el sistema de precio marginal las tecnologías que entran en funcionamiento en el orden de mérito obtienen una retribución que compensa su inversión.
Si por ejemplo en vez de usar un precio marginal usásemos un precio promedio las tecnologías con costes superiores al precio promedio tenderían a sufrir pérdidas y se desincentivaría esa generación, que saldría del sistema eléctrico y podría dar lugar a una oferta inferior a la demanda, incurriendo en un mercado ineficiente que daría lugar a escasez y cortes de suministro.
Por otro lado, recurrir a un precio “pay as bid” en el cual cada tecnología de generación necesaria para cubrir la demanda cobrase en función de su oferta daría lugar a que cada oferente tendiese a ofertar no según sus costes (cómo en el sistema de mérito) sino según el precio que estime que puede alcanzar la demanda, lo cual tendería a aproximar en cada hora del día el precio medio “pay as bid” al precio que hubiese salido en un mercado marginalista, ya que aquellos oferentes con menores costes intentarán ofertar a cómo creen que va a ofertar el oferente marginal que casa el total de demanda. Para impedir esto se tendría que entrar en una intervención para regular un precio máximo de cada tecnología, y la ciencia económica nos enseña que los precios máximos dan lugar irremediablemente a falta de inversión y a escasez en el medio y largo plazo.
Además tengamos aquí en cuenta la alta volatilidad que tiene el mercado eléctrico mayorista, ya que a cada hora de un mismo día puede haber muy diferentes tecnologías funcionando, pueden existir condiciones muy diferentes de oferta y pueden darse diferentes condiciones de contorno determinadas. El precio marginal horario permite ordenar a cada hora este maremágnum de factores de manera tan económicamente óptima y eficiente que difícilmente otro sistema de mercado podría hacer lo mismo con idénticos o mejores resultados.
El precio marginal responde a costes de oportunidad, no a costes fijos ni variables
En conjunción con el resto de los puntos ya estudiados, hay que tener en cuenta además que en el mercado mayorista eléctrico europeo con sistema de precio marginal los generadores eléctricos no valoran sus ofertas de manera libre, en función de sus costes fijos (inversión inicial, trabajadores, etc…) o de sus costes variables (combustible, mantenimiento, etc..), ni tampoco como ellos libremente quieran (intentando adivinar un precio de mercado en equilibrio). Sino que están constreñidos a ofertar en función de sus costes de oportunidad.
Esto significa que cada oferente debe arrojar su oferta al mercado según el coste alternativo que le supondría no producir energía en ese momento, así como el ingreso alternativo al que renuncia al producir energía en dicho momento. Por ejemplo el coste alternativo al no producir con gas es el que le supone tenerlo almacenado y mantener las instalaciones a puntos, y el ingreso alternativo de producir con gas es el de, en vez de utilizarlo para generar, venderlo en el mercado al precio que exista en ese momento para el gas.
Resulta importante tener esta regla del mercado mayorista eléctrico en cuenta, porque el precio marginal de la tecnología que casa el total de demanda a cada hora del día en el mercado (y que por tanto cobran todos los generadores a esa hora) no es función de la estructura de costes fijos o variables del generador marginal (lo que le cuesta el combustible, o sus costes de amortización, o sus costes de mano de obra, etc..) sino que retribuye el coste de oportunidad de esa tecnología en ese momento concreto, lo cual debería tender a crear situaciones de mercado eficiente.
El precio marginal permite un suministro fiable y estable a largo plazo, que potencia la transición energética.
Finalmente cabe indicar que gracias a este sistema marginalista, estructurado en base al resto de aspectos que hemos ido viendo hasta ahora en el presente ensayo, consigue dar forma a un sistema de mercado robusto que asegura el abastecimiento de energía eléctrica todas las horas del día y en todo momento.
Es decir, “in fine” asegura la fiabilidad del suministro de forma constante, ya que los generadores entrarán con sus ofertas a coste de oportunidad en todo momento y cobrarán el coste de oportunidad de la tecnología marginal.
Esto evidentemente incentiva que los inversores estén dispuestos a invertir a largo plazo y mantener en operación centrales eléctricas, apostando por las tecnologías que estimen más competitivas. Un sistema eléctrico sin suficiente inversión a medio y largo plazo no será un sistema estable ni tampoco fiable, dará lugar a escasez y falta de suministro.
Vamos a utilizar aquí un ejemplo de otro sector muy diferente para visualizar por analogía cómo el sistema marginalista asegura la existencia de suministro continuado y fiable. Pensemos en una central de reservas hoteleras al por mayor en España, que pide a miles de hoteles que le den un único precio mínimo (que pueden medir con su coste de oportunidad medio anual) para cada noche de estancia de la habitación de hotel, a fin de tener siempre disponibilidad de oferta.
Tendrían que ser habitaciones de categoría determinada, muy homogénea, sin que existiesen grandes diferencias. Y pensemos que esta central de reservas promete a los hoteles que participan, a cambio de que le den su mejor oferta para todo el año, pagar en cada momento el precio marginal.
Resolvamos el ejemplo para entender mejor este mercado marginal. Evidentemente por muy similar que sea la calidad de las habitaciones, habrá unas que estarán en levante, otras en la costa atlántica, otras en islas, otras de hoteles más grandes, otras de hoteles más pequeños, etc… con muy diferentes estructuras de costes fijos o variables, y afectadas por muy diferentes aspectos en cuanto a estacionalidad, insularidad, capitalidad, demografía, espacio natural, etc… Sin embargo, al saber que van a recibir en cada día del año por cada habitación vendida no necesariamente el precio que han ofertado (su coste de oportunidad) sino el precio de la oferta marginal, que casa con el valor más alto de la demanda en dicho momento, incentivará como mínimo tres cosas: la primera es que darán su mejor oferta (coste de oportunidad), para evitar tener los mínimos días posibles sin vender habitaciones, y sabedores de que aunque haya días que se cruce la venta al precio mínimo otros muchos días del año se beneficiarán de cobrar el precio marginal; la segunda es que harán todo lo posible por mantener oferta todo el año, ante el incentivo económico del mercado marginal; y la tercera es que tenderán a ser eficientes para mejorar su margen respecto del precio marginal. Lo que gana el cliente de la central mayorista (por ejemplo agencias de viajes que dan servicio al cliente final usuario de las reservas de hotel) es que tiene asegurada todo el año una oferta robusta a un precio competitivo generado gracias a la centralización y fijación marginal del precio.
Lo mismo sucede con tecnologías como la nuclear o las renovables, cuyo coste de oportunidad es muy bajo, y requieren inversiones a largo plazo. Pero gracias al mercado marginalista eléctrico obtienen una garantía de cobrar el precio marginal muchas horas del año y a cambio ofrecen a la sociedad un suministro estable y respetuoso con el medio ambiente (la banda base de la nuclear, y la energía renovable cuando las condiciones meteorológicas son las adecuadas). Es decir, aunque haya horas del día a lo largo del daño en las que puedan obtener pérdidas o apenas ganen dinero, ello no desincentivará su inversión, porque otras horas cobrarán el precio marginal.
En definitiva, resulta adecuado cuestionar y estudiar los mejores métodos económicos en todo momento para organizar el mercado eléctrico mayorista en Europa, pero no hay que olvidar que existen sólidos fundamentos en los que se asienta el modelo de mercado marginal y por ello durante muchos años ha servido para desarrollar un mercado optimo y eficiente en buena parte de la Unión Europea.
Finalmente debemos indicar aquí que el precio del mercado marginalista diario no suele ser el que marca de manera directa el precio del consumidor final. Sino que marca la referencia de precio diaria y horaria para los agentes mayoristas, normalmente generadores y comercializadores, con efectos muy valiosos como hemos visto para ordenar oferta y demanda al por mayor, a ámbito nacional e incluso europeo con el acople de mercados. Pero el cliente final, ya sea una industria, una empresa mediana o un hogar, tienen a su alcance contratos de precio fijo o con fórmulas que mantengan una estabilidad en el tiempo para su coste energético. Estos contratos los realizan los comercializadores, que les aseguran condiciones estables y cubren el riesgo de volatilidad del precio del cliente final_ (si bien actualmente en España los suministros acogidos a la tarifa regulada tienen un precio indexado horario, algo que probablemente tenderá a desaparecer en un futuro próximo, con un modelo más tendente a precios fijos como los ofrecidos por los comercializadores, que garanticen una seguridad y estabilidad a los clientes)._
Andrés Muñoz Barrios es Licenciado en Derecho y Máster en Economía Aplicada.
Iases
03/10/2022