La tecnología de plasma única y patentada de Spark ofrece una doble descarbonización para los sectores más difíciles de abatir: un hidrógeno limpio, que reduce las emisiones de CO₂ en un 85% y, al mismo tiempo, produce negro de carbono limpio y de alto valor, esencial para los mayores mercados de materias primas del mundo.
Esta startup francesa, surgida en CentraleSupélec, ha cerrado una potente ronda de financiación para acelerar el desarrollo de su tecnología de plasma destinada a producir hidrógeno limpio a partir de metano, transformando el carbono en un subproducto valioso. La propuesta apunta directamente a los sectores industriales de alta temperatura (metalurgia, vidrio o química) donde la electrificación sigue siendo prohibitivamente cara.
Conversamos con su CEO, Patrick Peters, sobre los objetivos de esta inyección de capital, el camino hacia la industrialización y el papel estratégico del carbono sólido en un contexto europeo de creciente demanda de materiales críticos.
Un primer módulo industrial para 2027
El primer gran objetivo tras esta ronda es concluir el primer módulo industrial de la tecnología, un prototipo a escala que servirá como estándar para futuros despliegues.
“Nuestra prioridad es finalizar la realización del primer módulo industrial de nuestra tecnología, que servirá de estándar para los primeros proyectos industriales a partir de 2027”, afirma Peters. Además, la financiación permitirá certificar los primeros grados comerciales de carbono sólido, un paso clave para asegurar acuerdos de offtake con los grandes consumidores industriales. “La certificación de nuestros primeros grados de carbono es esencial para cerrar los primeros contratos con nuestros socios industriales”, explica.
Una vía económicamente viable frente a la electrólisis
Spark Cleantech sostiene que su tecnología aporta una alternativa más competitiva respecto a las soluciones basadas exclusivamente en electrólisis, que siguen resultando demasiado costosas para ciertos procesos industriales.
“Podemos producir hidrógeno limpio a un coste significativamente inferior al de las soluciones actuales. Al transformar el carbono del metano en un carbono sólido valorizable, en lugar de CO₂, hacemos que la descarbonización sea inmediatamente más competitiva”, declara el CEO.
Esto abre la puerta a la sustitución de combustibles fósiles en usos de alta temperatura donde la electrificación es inviable económicamente.
Su tecnología permite utilizar hidrógeno en procesos donde la electrólisis no es competitiva. El carbono sólido resultante también tiene mercado en sectores estratégicos como las baterías y los polímeros. “Nuestro carbono puede reemplazar materiales tradicionales producidos mediante procesos muy emisores basados en la combustión del petróleo”, afirma Peters.
De la fase piloto al despliegue industrial europeo
El plan de Spark para escalar su tecnología está claramente definido: primero, finalizar y probar el módulo industrial; segundo, instalar las primeras unidades en 2027 en las plantas de socios industriales que ya han firmado acuerdos con la empresa.
“Los primeros despliegues están previstos para 2027 y permitirán validar la tecnología en condiciones reales”. A partir de ahí, la estrategia pasa por expandirse ampliamente en Europa y posteriormente en mercados internacionales. “La estandarización de nuestros módulos nos permitirá acelerar el despliegue manteniendo altos niveles de fiabilidad y seguridad industrial”.
Un actor estratégico dentro del cleantech europeo
Spark Cleantech se posiciona dentro del ecosistema europeo como un complemento a tecnologías como la electrólisis o la captura de CO₂.
“Nos vemos como un actor clave de la nueva generación de tecnologías de descarbonización europeas, complementarias a la electrólisis y al almacenamiento de CO₂”. La empresa destaca que su tecnología también responde a un reto geopolítico: la dependencia europea de materiales carbono, esenciales para baterías, polímeros y aplicaciones industriales avanzadas.
“La demanda de materiales carbono está explotando y Europa tiene dificultades de abastecimiento. Producir localmente un carbono sólido de baja huella refuerza nuestra soberanía energética y material”, señala.
Los primeros acuerdos de colaboración ya están en marcha. “Trabajamos prioritariamente con empresas de la metalurgia, el vidrio y la química. Ya hemos firmado contratos que permitirán probar la tecnología en condiciones reales antes de las primeras instalaciones en 2027”.
Los programas estratégicos de descarbonización europeos cobran cada vez más peso para estructurar una cadena de valor del hidrógeno limpio y del carbono sólido. En esa línea, la compañía afirma estar estrechando su relación con instituciones europeas.
Retos de la descarbonización industrial
El CEO identifica dos grandes frenos: los límites técnicos y los costes. “Para algunos procesos industriales de alta temperatura no existe hoy una alternativa realista a gran escala”, señala. Y advierte que, sin un enfoque económico viable, la descarbonización no será adoptada.
“No podemos pedir a un industrial que multiplique por cuatro el coste de su energía para descarbonizar. La transición debe ser compatible con su competitividad”, afirma.
Aunque la regulación avanza (la UE reconoció en 2025 su hidrógeno como “hidrógeno bajo en carbono”) el CEO insiste en que la política no puede sustituir a la tecnología.
“La regulación ayuda, pero no compensa la falta de soluciones viables. Nuestra tecnología hace que la descarbonización sea accesible para sectores que no tenían alternativas creíbles”, concluye.
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