A medida que las fuentes de energía renovable, como la solar y la eólica, continúan desempeñando un papel crucial en la matriz energética, la capacidad de almacenar y distribuir eficientemente la energía se vuelve fundamental. De esta manera, el Gobierno ha establecido en el borrador del nuevo Plan Integrado de Energía y Clima (PNIEC) 2023-2030 un objetivo de 22 gigavatios (GW) de almacenamiento energético.
De momento no hay un desglose dentro del documento por soluciones —a día de hoy, 6,4 GW pertenecen a bombeo mixto o puro—. Todo dependerá en muy gran medida del desarrollo de las baterías.
"El rápido desarrollo de renovables eléctricas hace necesario acelerar la instalación de sistemas de almacenamiento y gestionabilidad de la demanda, que está siendo una realidad gracias a palancas como el PRTR, o la adaptación del marco normativo en estos últimos años para facilitar este despliegue", señala el documento.
Estrategia
En la Estrategia de Almacenamiento Energético aprobada en febrero de 2021, ya se identificaban los principales retos para el despliegue del almacenamiento energético, las medidas necesarias para su despliegue efectivo en un contexto de creación de un nuevo modelo de sistema energético, con el doble objetivo de neutralidad climática y el aprovechamiento de las oportunidades que conlleva este cambio.
Dos años más tarde, la necesidad de incorporar el almacenamiento se ha visto reforzada con la Recomendación de la Comisión de 14 de marzo de 2023, relativa al almacenamiento de energía y para respaldar un sistema energético de la UE descarbonizado y seguro (2023/C 103/01).
En este sentido, la Estrategia de Almacenamiento Energético ya preveía disponer de 20 GW de almacenamiento energético en 2030 y con el nuevo plan se elevan las previsiones a 22 GW.
Así pues, dentro del PNIEC se prevé el desarrollo de tecnologías tanto stand-alone o autónomas —almacenamiento con baterías que lo que hace es conectarse directamente a la red de transporte y actúa por su cuenta sin necesidad de una planta generadora—, como hibridadas con generación renovable —generalmente plantas fotovoltaicas con baterías—.
Sin embargo, la composición y funcionamiento precisos se desarrollarán en función de la evolución y disponibilidad tecnológicas, así como de las necesidades concretas de la red en términos de características técnicas requeridas para su operación.
Tipos de almacenamiento
Actualmente existen 5 tipologías diferentes de tecnología de almacenamiento energético: químico, de aire comprimido, térmico, hidroeléctrico y baterías. Según se indica en el borrador, "el desarrollo de estas tecnologías permitirá aprovechar el potencial de la gestión de recursos energéticos distribuidos renovables generando beneficios tanto para el sistema, por la mejora de la integración de renovables y gestión de la red, que redundarán en la garantía de la seguridad del suministro; como para garantizar que los consumidores, de forma individual o agregada, directamente o a través de otras figuras, pueden participar en la provisión de dichos servicios".
Así pues, las baterías son uno de los métodos más comunes y conocidos de almacenamiento energético. El almacenamiento en baterías aprovecha la capacidad de almacenar y liberar energía eléctrica a través de reacciones electroquímicas.
El almacenamiento hidroeléctrico es una forma establecida de almacenamiento de energía a gran escala. Consiste en utilizar la energía eléctrica excedente para bombear agua a una ubicación más alta en un embalse durante los períodos de baja demanda. Luego, cuando se necesita energía adicional, el agua se libera, pasa por turbinas y genera electricidad. El almacenamiento hidroeléctrico tiene una alta eficiencia y una capacidad de respuesta rápida, lo que lo convierte en una opción confiable para el equilibrio de la red eléctrica.
El almacenamiento térmico, por su parte, aprovecha la capacidad de algunos materiales para almacenar calor. Hay diferentes enfoques en el almacenamiento térmico, como el almacenamiento de calor sensible y el almacenamiento de calor latente. En el almacenamiento de calor sensible, se calientan materiales como sales fundidas o agua, que luego liberan el calor almacenado cuando se requiere energía adicional. Por otro lado, el almacenamiento de calor latente implica el uso de materiales que cambian de fase (por ejemplo, de sólido a líquido) para almacenar y liberar grandes cantidades de energía térmica. El almacenamiento térmico se utiliza principalmente en aplicaciones industriales y solares concentradas.
galan
29/06/2023