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Toshiba estudia segregar su negocio japonés de energía nuclear

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La central nuclear de Lugmen, en Taiwan, va equipada con reactores de Toshiba.
La central nuclear de Lungmen, en Taiwan, va equipada con reactores de Toshiba.

La empresa Toshiba medita desligar de la matriz sus operaciones japonesas relacionadas con energía nuclear y establecer otra compañía independiente en el marco de su plan de reestructuración activado a raíz del escándalo contable que salpicó recientemente al grupo.

La decisión se produciría además en un momento en el que la construcción de nuevos reactores nucleares en Japón se ha tornado muy complicada tras el accidente en la planta atómica de Fukushima en 2011, según explicaron hoy a la agencia Kyodo fuentes cercanas al asunto.

Por su parte, Westinghouse, la subsidiaria de Toshiba para sus operaciones en el sector nuclear fuera de Japón, se encargaría de filtrar encargos para esta nueva empresa en mercados emergentes ante las malas perspectivas de negocio en Japón.

Toshiba Power Systems principalmente se encarga en la actualidad de reparar y desinstalar reactores de agua en ebullición (BWR), como los empleados en la accidentada Fukushima, mientras que Westinghouse (adquirida por Toshiba en 2006) manufactura reactores de agua a presión, muchos más demandados a nivel global.

La decisión de Toshiba podría redibujar el panorama del sector nuclear en el archipiélago en un momento en el que los fabricantes nipones están perdiendo competitividad frente a empresas extranjeras.

Toshiba se encuentra inmersa en una profunda reestructuración después de que en febrero se destapara un grave fraude contable por el que la empresa sobrestimó entre 2007 y 2014 sus ingresos por ventas en 224.800 millones de yenes (1.750 millones de euros/1.900 millones de dólares).

La compañía también infló su resultado operativo en 155.200 millones de yenes (1.208 millones de euros/1.312 millones de dólares), en lo que supone uno de los mayores escándalos financieros en Japón de los últimos años.

La empresa con sede en Tokio prevé registrar unas pérdidas récord de 550.000 millones de yenes (4.282 millones de euros/4.651 millones de dólares) en el ejercicio en curso, déficit que se deberá sobre todo a los costes del proceso de reestructuración.

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