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En primer lugar, nos encontramos con un mercado internacional de gas y de los derechos de emisión de CO2 muy tensionado. La recuperación económica tras la pandemia, especialmente en países que son grandes demandantes de recursos energéticos como China o India, las tensiones de orden geopolítico y las disrupciones de orden productivo en diversas zonas productoras han provocado un incremento de los precios en el mercado internacional del gas.

Igualmente, el duro invierno sufrido en España, cuyo hito más destacado fue Filomena, produjo que las reservas de gas del país se redujeran de manera significativa. En esta misma línea se han comportado los derechos de emisión de CO2 dentro de la Unión Europea, los cuales han pasado de un valor de 25 €/tnCO2eq en enero de 2020 a más de 60 €/tnCO2eq en la actualidad.

Por otra parte, los meses de verano no son propicios para la energía eólica, la energía renovable que más aporta al mix energético, debido a la ausencia de viento, un hecho que este año ha sido muy acusado. Esta intermitencia en la generación por parte de las renovables es una de las debilidades de nuestro sistema energético actual, el cual se ve muy condicionado a fenómenos meteorológicos.

La intermitencia y baja generación en las últimas semanas de las renovables ha provocado el necesario uso de ciclos combinados, fuente de energía eléctrica que utiliza gas natural, para garantizar el suministro eléctrico nacional. El sistema de fijación de precios de la energía de España, y de la mayoría de países europeos, se basa en que la fuente de energía de mayor coste marca el precio final del mercado. La escasa producción de fuentes de energía como las renovables o la hidroeléctrica ha provocado que los ciclos combinados, cuyo precio se ha visto tensionado por el precio del gas y las emisiones de CO2, hayan tenido que acudir al rescate.

No obstante, conviene remarcar como en los últimos meses y primeros días de septiembre, los ciclos combinados únicamente marcaron el precio en un 21,7% de las horas totales de dicho periodo, frente a otras formas de energía como la hidroeléctrica, que la marcó en un 51,8%.

Los ciclos combinados han sido y son el garante en la estabilidad del suministro eléctrico, especialmente en épocas de gran consumo energético como las distintas olas de calor que hemos sufrido este verano o durante el temporal Filomena a principios de año. Frente a las voces críticas contra esta forma de energía, es necesario recordar que no existe una alternativa válida en el medio plazo que nos permita sustituir esta tecnología por ninguna otra fuente sin riesgo de sufrir serios cortes en el suministro. Porque los ciclos combinados son la garantía de la flexibilidad y firmeza para que nuestro sistema eléctrico provea de forma continua y estable la energía de calidad que demandan nuestros hogares e industrias.

No obstante, siendo el sector gasista consciente de la necesidad de reducir las emisiones de CO2 y cumplir nuestros compromisos europeos y del Acuerdo de París en materia de sostenibilidad, se están desarrollando nuevas fuentes de energía respetuosas con el medioambiente, como el biogás-biometano que tienen la ventaja de poder ser inyectados directamente a la amplia red de gas natural con la que contamos y cuyo desarrollo supondrá un importante impulso económico a las zonas rurales al ser producido a partir de residuos orgánicos, fundamentalmente los producidos en la agricultura y la ganadería. Igualmente, el hidrógeno es la otra fuente de energía en la que el sector está trabajando y que ayudaría a mejorar la eficiencia del mercado al poder aprovechar los excedentes de la electricidad de las renovables. El sector confía que ambas fuentes de energía, las cuales aportarían la estabilidad en el suministro de la que carecemos en estos momentos por las renovables, sean desarrolladas y respaldadas por las Administraciones Públicas, especialmente en el reparto de los fondos Next Generation EU.

La visión en el largo plazo sobre qué tipo de modelo energético queremos y seremos capaces de conseguir de aquí a 30 años es lo que debemos preguntarnos y trabajar para evitar un mercado energético inestable, sujeto a tensiones internacionales que no podamos controlar. El desarrollo de nuevas energías de cero emisiones que complementen a las que actualmente están en funcionamiento es el deber de las Administraciones Públicas y del conjunto de la sociedad. Desde el sector gasista, ofreceremos toda nuestra colaboración y esfuerzo en conseguir un mix energético equilibrado que facilite avanzar hacia un modelo energético eficiente, fiable y descarbonizado lo antes posible.

Joan Batalla es presidente de SEDIGAS

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