En un anterior artículo de Opinión (“¿Nuclear sí, nuclear no? Esa es la cuestión”, 02/11/2015) nuestro director Ramón Roca decía, entre otras cosas “… ¿por qué no un Pacto de Estado sobre la nuclear? ...” y añadía “… Es por todo esto que España debería abrir un debate de altísimo nivel sobre qué hacer con la nuclear, en el que interviniesen todos…”. Sabias palabras que me temo que caerán, una vez más, en saco roto.
Un ejemplo claro de que los vientos no van en esta dirección es el caso del Almacén Temporal Centralizado (ATC). Hagamos un poco de historia…
Las centrales nucleares españolas se construyeron pensando en un ciclo cerrado del combustible: una vez utilizado, el combustible se reprocesaba, se recuperaba el material fisil, y se reutilizaba. Con esta decisión la necesidad de almacenamiento del combustible gastado era muy limitada y las piscinas de las centrales tenían una capacidad de almacenamiento de menos de 10 años. Así, las centrales de primera generación (Zorita, Garoña y Vandellós I) tenían contratos de reprocesado para sus combustibles usados.
A mediados de los años 80, con la segunda generación de centrales Ascó y Almaraz) ya operativas, y la tercera generación (Cofrentes, Trillo y Vandellós II) en construcción o puesta en marcha, se decidió suspender la política de reprocesamiento por lo que hubo que planificar políticas de almacenamiento del combustible gastado. La primera medida transitoria consistió en el redimensionamiento de la capacidad de las piscinas de las centrales modificando los bastidores de almacenamiento (“reraking”) con lo que se alargó dicha capacidad a más de 20 años (excepto en Trillo, debido a las características técnicas de diseño de la central).
Con tanto tiempo por delante parecería lógico pensar que se podría alcanzar una solución a la gestión del combustible gastado antes que las piscinas de las centrales llegasen a su saturación de capacidad. Pero no ha sido así.
Es verdad que Enresa, como empresa responsable del tema, ha realizado diferentes planificaciones para afrontar el tema (actualmente está vigente el 6º Plan general de residuos, de 2006). También es verdad que los políticos han debatido el tema en innumerables ocasiones: ponencias, iniciativas, visitas técnicas, etc. Y también, el Ministerio de Industria llegó a crear una comisión técnica y otra política para decidir sobre el ATC. Es verdad, pero la realidad a día de hoy es que:
-En la anterior legislatura se aprobó un emplazamiento para el ATC que todavía no tiene licencia y sobre el que pesa, cual espada de Damocles, una posibilidad cierta de no obtenerla, una vez más, por las luchas políticas.
- Las Centrales de Trillo, Zorita y Ascó han tenido que construir sus propios almacenes temporales (ATI), y la central de Garoña está en ello. Sin olvidar los famosos residuos de Vandellòs I que llevan décadas esperando volver de Francia.
Así pues, treinta años después de saber que deberíamos tener una solución al almacenamiento del combustible gastado de las centrales nucleares españolas aún no se ve la luz al final del túnel. Y si esperamos un poco más, por ejemplo, a que Almaraz deba construir su ATI, habremos conseguido, por inacción, dar una mala solución a este problema.
Retomando el inicio, “… Es por todo esto que España debería abrir un debate de altísimo nivel sobre qué hacer con la nuclear, en el que interviniesen todos…”.
Juli Barceló fue miembro del Consejo de Seguridad Nuclear, es asesor de la OIEA y es miembro del Consejo Editorial de El Periódico de la Energía.
Ignasi Prat
29/02/2016