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Recientemente nuestra CNMC y el CRE francés han dado su opinión en contra del proyecto del gaseoducto MidCat, alegando que no existe suficiente demanda y apoyando su dictamen en un estudio de Pöyry, prestigiosa consultora finlandesa. Conviene recordar que Finlandia, al igual que Alemania, está bien servida de gas a través de sendos tubos provenientes de Rusia y que el país germano construirá un nuevo conducto, paralelo al actual, por el Mar del Norte, denominado Nord Stream II. Si las autoridades alemanas hubieran contratado a Pöyry para un estudio preliminar del proyecto, posiblemente la consultora habría concluido que “ni de guasa” existe suficiente demanda para la construcción de semejante monstruosidad. Imagínense que hasta el Mr. Trump está en contra del proyecto. Alemania no se fía ni de Ucrania ni tampoco de Turquía, con sendas conexiones a Centro Europa, y pagará mucho dinero por un tubo que resulta súper redundante. Pero la cuestión es que la industria alemana necesita gas y, obviamente, no va a esperar a que los americanos se lo envíen por barco ni a que los ucranianos o turcos arreglen sus complejos problemas y se consoliden como países estables.

Esta opinión ha dejado definitivamente herido al proyecto MidCat. Intuyo cuáles han sido las razones han llevado a la CRE francesa a abordar el abandono del proyecto, conociendo sobretodo que para este organismo del país vecino su objetivo prioritario y función preferente es siempre asegurarse de que desde el punto de vista energético “France first, Spain last”, como así ha sido desde siempre. Históricamente, Francia ha negado a España las conexiones eléctricas y gasísticas con el –al menos aparente objetivo- de que nos mantengamos aislados del centro de Europa que es precisamente donde ellos están. Con amigos como estos, no necesitamos enemigos; su estrategia resulta evidente porque es una forma de eliminar competencia: les interesa que nuestra industria sea menos competitiva que la suya.

Francia empezó a jugar este papel de bloqueo a las aspiraciones energéticas españolas hace más de cincuenta años: nos impidió conectarnos con el gas noruego y holandés y nos vimos obligados a construir el tubo con Argelia. Además, los franceses temían que su gas del sur acabara alimentando a la industria española. Incluso la entrada de España en la Unión Europea no logró hacer que esta cuestión cambiara lo más mínimo.

Los franceses han puesto trabas a Portugal y a España en sus conexiones energéticas con Europa. Los países ibéricos han visto sucesivamente denegadas sus demandas de conexión tantas veces como les ha sido prometido que las tendrían. Ciertamente no tengo dedos en las manos para contar las ocasiones en las que directores generales de Bruselas y presidentes de España, Portugal y Francia han firmado convenios y contratos que finalmente quedaron en papel mojado; grandes esfuerzos y largas conversaciones totalmente inútiles que no llegaron nunca a materializarse. Parece evidente, como dice la canción, que los muchachos de la CRE tienen mucho_ poder_.

A Pöyry, a la CNMC y a las autoridades de Bruselas –las únicas a las que escuchará la CRE-, les diría, en primer lugar, que España y Portugal, al igual que todos los Estados miembros, tienen derecho a estar conectados con los hubs europeos de energía; y que Francia, también como Estado miembro, tiene la obligación de permitirlo. En segundo lugar, les plantearía que, al igual que Pöyry, yo no tengo ni idea de cuánto gas pasaría por MidCat pero que es evidente –sus expertos deben aceptarlo–, que el gas nunca pasará si no hay tubo por dónde meterlo. Realmente, los franceses también han despistado a Pöyry, ya que todos sabemos que las regasificadoras españolas podrían ser un hub de GNL para Europa, un negocio que nos niegan los Pirineos.

Robo a mano armada

Además, también habría que negociar con nuestros amigos de Francia la tasa que cobran para que el gas pase por la línea fronteriza que en la actualidad, permítanme que afirme, es un auténtico robo a mano armada. Y_ last but not least_, solo hay que mirar un mapa de precios del gas en Europa ver la comparación con España y Portugal. Al permanecer aislados por Francia, el diferencial de precio es de 2-3 €/MWh, lo que significa una pérdida para España cercana a 1.000 millones de euros cada año. Solo con tener el tubo y aunque no pasara un metro cúbico de gas, este diferencial bajaría a prácticamente a cero, se esfumaría. Sin el tubo seguiremos exactamente donde estamos.

Así que merçi CRE y Pöyry por este servicio que han hecho a la industria española. MidCat nos dice adiós a la francesa.

Juan Vila es consejero delegado de Iberboard Mill y vocal de la junta directiva de GasINDUSTRIAL.

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