La Agencia Internacional de la Energía (AIE) admite sus dudas sobre cuál será la demanda china para gas natural licuado (GNL) este año, y que ello será el elemento determinante para los problemas de aprovisionamiento en Europa, más incluso que el cierre total de los gasoductos que vienen de Rusia.
En su informe trimestral del mercado del gas, publicado este martes, la AIE establece como escenario de base un incremento de la demanda china de GNL del 10 % en 2023, después del bajón histórico del 21 % en 2022, que fue uno de los factores que explican por qué no faltó gas en Europa el pasado año.
Pero sus expertos también contemplan otros dos escenarios, uno con un nuevo descenso del 10 % de ese GNL que llega por barco al gigante asiático, basado en un incremento de la demanda china de gas de únicamente un 3,2 %, que se cubriría con más producción propia y con un alza de las importaciones por gasoducto, en particular de Rusia.
El escenario más preocupante para Europa sería el de una China que absorbería un 35 % más de GNL que en 2022 por una subida del consumo de gas del 9,4 % al que no podrían responder de forma suficiente ni sus propios yacimientos ni las entradas por gasoducto, que permanecerían estancadas.
La demanda de electricidad, GNL de China
La agencia advierte de que eso generaría "una feroz competencia en los mercados internacionales y podría hacer que los precios volvieran a los niveles insostenibles del verano pasado".
Esa escalada de precios del gas en Europa, que tuvo también su corolario en las tarifas de la electricidad, condujo a una disminución drástica del consumo, con medidas de ahorro, pero también de disminución de la actividad sobre todo en ciertas industrias de uso intensivo de la energía.
En total, el consumo de gas en Europa dio un bajón del 13 % en 2022 y el desplome fue particularmente intenso en el tercer trimestre (el retroceso en los volúmenes negociados fue del 20 %) coincidiendo con el pico de los precios.
Europa sustituyó una parte del gas que dejó de llegarle por gasoducto desde Rusia con GNL transportado por barco, que se disparó un 63 %, procedente sobre todo de Estados Unidos, que supuso aproximadamente dos tercios de ese incremento (43.000 millones de metros cúbicos).
Pese a todo, la producción mundial de GNL tuvo un incremento relativamente modesto, del 5,5 %, aunque en valor se duplicó hasta alcanzar un nivel récord de 450.000 millones de dólares.
Detrás de esa aparente paradoja están los precios, sobre todo en Europa. El precio de referencia en el Viejo Continente llegó a multiplicarse casi por ocho, si se compara con la media del periodo 2016-2020.
Aunque no llegó a las alturas de Europa, en el resto del mundo la carestía del GNL también tuvo consecuencias. En Asia la demanda se recortó un 2 %, algo en lo que influyeron igualmente las restricciones por la covid en China y a un tiempo relativamente templado en el noreste de ese continente.
La horquilla de las previsiones sobre la demanda china de GNL con la que trabaja la AIE equivale a 40.000 millones de metros cúbicos, de 75.000 en la hipótesis baja a 115.000 en la alta.
Eso es más que los alrededor de 28.000 millones de metros cúbicos que podrían llegar de Rusia**** si Moscú mantuviera de media durante todo este año un flujo equivalente al que ha habido desde que se interrumpió a finales de agosto el suministro por el gasoducto Nord Stream 1.
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