El sector energético español se enfrenta a un momento decisivo tras un año de cambios intensos. A la resaca de los fondos europeos FEDER se suma la inestabilidad regulatoria provocada por la caída del Real Decreto-ley 7/2025, mientras el nuevo marco legal continúa en fase de consulta. Todo ello ha configurado un escenario de incertidumbre que coincide con una transición cada vez más exigente para el mercado eléctrico.
La fotovoltaica es uno de los grandes protagonistas de este cambio. Según el análisis de Alantra Energy Transition, el apuntamiento solar se ha intensificado, ampliando la brecha entre el precio del mercado diario y el efectivamente capturado por las plantas solares. Este fenómeno, conocido como canibalización de ingresos, amenaza la viabilidad de muchos proyectos y, de acuerdo con las proyecciones, persistirá al menos hasta 2028.
Para Chema Zabala, Managing Director de Alantra, “lo que vemos es una caída sostenida de los precios capturados, algo que ya preveíamos desde hace años. Esto forzará una desaceleración del ritmo de instalación solar. El mercado no reacciona de la noche a la mañana, pero el ajuste es inevitable”.
Herramienta imprescindible
En este contexto, el almacenamiento aparece como una herramienta imprescindible, aunque no definitiva. Las baterías permiten aprovechar oportunidades en arbitraje de precios y servicios de balance, y 2025 se perfila como un ejercicio particularmente rentable para activos de cuatro horas, que pueden superar los 300.000 euros por megavatio y año combinando diferentes mercados.
Sin embargo, Alantra advierte de que esta bonanza no durará indefinidamente: el crecimiento de capacidad de almacenamiento, que podría alcanzar los 6 GW hacia 2030, presionará los ingresos de las baterías y reproducirá la misma dinámica de canibalización que hoy sufren las renovables. “Los servicios de balance ofrecen oportunidades, pero son mercados de poca profundidad. Con el despliegue masivo de baterías, veremos la misma presión sobre los ingresos que ya sufren las renovables”, señala Zabala.
El aumento de las horas con precios cero o incluso negativos acentúa este escenario. Las previsiones de Alantra anticipan que en 2026 podrían superarse las 1.200 horas de este tipo, lo que obliga a revisar los contratos de compraventa de energía, introducir cláusulas específicas en los PPAs y apostar por estrategias de hibridación que garanticen estabilidad financiera en los proyectos.
Para Zabala, “en un entorno de precios fotovoltaicos cada vez más bajos, con una recurrencia mayor de precios cero o negativo, las oportunidades para el almacenamiento van más allá del arbitraje, aunque requieren estrategias sofisticadas para maximizar ingresos”.
Curtailment
A esta complejidad se suma el creciente problema del curtailment. Aunque su impacto medio en el sistema todavía es limitado, algunas zonas del suroeste español acumulan reducciones de más del 30% en la generación solar, afectando ya a unos 10 GW de capacidad instalada. Estas restricciones evidencian tanto la saturación de la red como los retrasos en los refuerzos de infraestructuras, y convierten la hibridación con almacenamiento en una estrategia casi obligada. “En regiones como Extremadura, donde las redes están congestionadas y la demanda de acceso está saturada, resulta evidente que la flexibilidad debe abrir la puerta al almacenamiento”, apunta Zabala.
De cara al futuro inmediato, Alantra considera que los nuevos servicios y mercados secundarios serán decisivos. Mecanismos como el control de voltaje, la reserva rápida de frecuencia o los mercados de flexibilidad locales todavía se encuentran en fase inicial, pero se espera que ganen protagonismo progresivamente. Zabala insiste en que “las señales locacionales deben jugar un papel decisivo para orientar dónde instalar baterías y resolver problemas estructurales de red”.
El aspecto financiero emerge como uno de los principales retos de la transición. Los bancos continúan mostrando cautela a la hora de conceder deuda a proyectos de almacenamiento que no cuentan con ingresos contratados. Los PPAs híbridos y los acuerdos con comercializadoras son vistos como una vía para mejorar la bancabilidad, mientras que la definición de un esquema de pagos por capacidad, cuya publicación se espera en breve, podría ser determinante para reforzar la confianza del mercado.
Prioridades
En este cruce de caminos, Alantra identifica las prioridades para sostener la competitividad del sector: avanzar en el dimensionamiento óptimo de las baterías según las necesidades del sistema, estructurar PPAs híbridos que aporten estabilidad, aprovechar las próximas subastas de capacidad, acelerar los permisos de demanda flexible y adoptar estrategias de localización que permitan sortear la saturación de la red.
El diagnóstico es claro: el mercado eléctrico español vive un momento de presión creciente, con precios solares en caída, un aumento de las horas a cero o negativo, redes congestionadas y servicios de balance cada vez más disputados. Pero también ofrece oportunidades únicas para quienes sepan anticiparse. Como concluye Zabala, “estamos más cerca que nunca de ver los primeros grandes proyectos de baterías en operación en España. El reto ya no es solo tecnológico, sino financiero y regulatorio. La transición energética necesita flexibilidad, y el almacenamiento es parte de esa ecuación”.
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